“Creíble increíble”
Domingo….
Se echó para
rascarse de sus muchas pulgas o garrapatas o quizás algún otro bichito.
(Pero ¿Por
qué? No logro entender la psicología perruna. Y esto me irrita.)
Él consideró
que era mas importante (rascarse…) que seguir vigilando al extraño visitante.
(Malayo
desgraciado…Cumple con tu deber: ¡Vigilame y protegeme!
…Deberías
justificar tu sueldo… ¡Perro idiota!)
De inmediato fijo mi atención en la hembra…Que
no ceja en seguir los pasos.
De forma casi
involuntaria, se fija en mí, y casi de inmediato se volvió hacia un punto algo
distante…No entendí para nada esta forma de actuar.
(Pero quién
podrá entender esta reacción… ¿Quién? ¡Que alguien me explique! ¡Plis!)
En un
principio a lo mejor me quiso hacer saber, que allí en un punto de a menos de uno
o dos metros detrás de mi, había alguien a quién ella misma ya conocía.
(…Y esto se lo
agradezco. Pero ¿Mas nada? ¡Exijo una explicación!)
En ningún
instante intentó desconocerlo.
Mas bien la
intrigaba y de allí que no le perdía ni un solo instante.
Siguiéndolo de
un lado a otro.
Es justo
reconocerlo: ¡Sentí muchísimo temor! Y no lo pude evitar.
Y de allí, esa
forma tan extraña de mí actuar.
No se si esto
que pueda agregar, espero que sirva para minimizar en algo mi terror, pero
sencillamente me deje llevar.
Y lo reconozco
sin ambages.
¿Qué si estaba
temblando? ¡Pues si que sí!
¿Qué le temía?
¡No me avergüenzo el tener que reconocerlo, sí!
Me contenté
con decirme a mi mismo, que obedecía instrucciones.
…Aunque no se
a ciencia cierta de quién…
Aunque ciertamente
toda mi espalda…Arrancando de la parte mas alta de mi cerebro lo seguía
sintiendo como “electrocutado” y ese cosquilleo tan feo y deleznable, que
impedía que pudiese mover con libertad mi cabeza.
(Me daba la
impresión de estar dentro de un tubo de acero, que me impedía moverme en
libertad.)
Y ese algo que
me hacía “visible” –aunque no pudiese verlo- que un poder de origen maligno me
estaba siguiendo.
No pude
cuantificarlo…
Pero por su
intensidad.
Comprendí que
algo a mí alrededor me podría atacar.
Y que jamás
sería visible a mi sentido de la vista.
Y que si me
atacaba…Sería su víctima.
Sin poder para
contrarrestar sus perniciosos efectos.
(¡Qué horrible
sensación! Y lo peor: Nada puedo hacer. ¿Quién sería…?
Y… ¿Por qué
los canes lo podían ver…?
¿Y por qué
yo…No?
¿¡Por qué!?
¡No es justo!)
Estos
pensamientos cuajaban y se quedaban helados en mi mente.
¿Qué extraños
designios me rodean?
- …Pero lo que
no me explico que estando en mí propio lar…Me sienta en tanta y atroz
desventaja… ¡No lo puedo creer! – Me dije entre dientes. – O sea, que el que ha
venido tiene la suficiente impunidad, de hacerlo y de frente. Puesto que
consciente estaba de que: ¡Nada se lo podía impedir…
Ni yo mismo!
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