“Conversaciones con don
Carmelo”
Jueves…12…Jun….
¿Y qué mas podía hacer? –Pude apreciar una nueva faceta en su lenguaje
corporal, el de la impotencia- movía sus brazos de una forma uniforme, hacia
cada lado y lo sostenía en una forma inexcusable. Y manteniendo esta misma
forma, las pupilas de sus ojos orbitaban de un lado a otro, hasta finalizar
concentrándose
en mi persona. Pasados unos cuantiosos segundos –y sosteniendo su posición física- entró en una fase dubitativa y volviéndose hacia mi dirección, arrancó su relato…
- Pero en verdad, me angustiaba mucho el
saber: ¿Cuántos me irían a violar nuevamente?
(Y por otro lado, ya hasta me había acostumbrado al grueso de su dedo… ¿Pero y los otros…? Y eso si que me tenía muy preocupado.)
Así que me aventuré a preguntarle:
- Y… ¿Cómo cuántos serán?- Y me respondió…
- Son doce. Y recuerda: ¡Le estás haciendo un Servicio Invalorable a la
Humanidad!
- ¿Doce nada mas? (¡Qué barbaridad! ¿Doce nada mas? ¡Una pelusa!)
¿Y cómo me lo van a dejar doctor?
(Y nada que lograba apaciguarme. ¿Te imaginas esto? Y mi máxima angustia era…
¿Y cómo saldrían mis desechos por allí…? ¡A millón!
¡Saldrían sin ningún tipo de tapón! Digo yo…
¡Vía libre todo el tiempo, como si tuviese una
diarrea perpetúa! ¡Ji, ji, ji, ji, ji, ji! ¡Qué horror!)
“Conversaciones con don
Carmelo”
Jueves…12…Jun….
¿Y qué mas podía hacer? –Pude apreciar una nueva faceta en su lenguaje
corporal, el de la impotencia- movía sus brazos de una forma uniforme, hacia
cada lado y lo sostenía en una forma inexcusable. Y manteniendo esta misma
forma, las pupilas de sus ojos orbitaban de un lado a otro, hasta finalizar
concentrándose
en mi persona. Pasados unos cuantiosos segundos –y sosteniendo su posición física- entró en una fase dubitativa y volviéndose hacia mi dirección, arrancó su relato…
- Pero en verdad, me angustiaba mucho el
saber: ¿Cuántos me irían a violar nuevamente?
(Y por otro lado, ya hasta me había acostumbrado al grueso de su dedo… ¿Pero y los otros…? Y eso si que me tenía muy preocupado.)
Así que me aventuré a preguntarle:
- Y… ¿Cómo cuántos serán?- Y me respondió…
- Son doce. Y recuerda: ¡Le estás haciendo un Servicio Invalorable a la
Humanidad!
- ¿Doce nada mas? (¡Qué barbaridad! ¿Doce nada mas? ¡Una pelusa!)
¿Y cómo me lo van a dejar doctor?
(Y nada que lograba apaciguarme. ¿Te imaginas esto? Y mi máxima angustia era…
¿Y cómo saldrían mis desechos por allí…? ¡A millón!
¡Saldrían sin ningún tipo de tapón! Digo yo…
¡Vía libre todo el tiempo, como si tuviese una
diarrea perpetúa! ¡Ji, ji, ji, ji, ji, ji! ¡Qué horror!)
“Conversaciones con don
Carmelo”
Jueves…12…Jun….
¿Y qué mas podía hacer? –Pude apreciar una nueva faceta en su lenguaje
corporal, el de la impotencia- movía sus brazos de una forma uniforme, hacia
cada lado y lo sostenía en una forma inexcusable. Y manteniendo esta misma
forma, las pupilas de sus ojos orbitaban de un lado a otro, hasta finalizar
concentrándose
en mi persona. Pasados unos cuantiosos segundos –y sosteniendo su posición física- entró en una fase dubitativa y volviéndose hacia mi dirección, arrancó su relato…
- Pero en verdad, me angustiaba mucho el
saber: ¿Cuántos me irían a violar nuevamente?
(Y por otro lado, ya hasta me había acostumbrado al grueso de su dedo… ¿Pero y los otros…? Y eso si que me tenía muy preocupado.)
Así que me aventuré a preguntarle:
- Y… ¿Cómo cuántos serán?- Y me respondió…
- Son doce. Y recuerda: ¡Le estás haciendo un Servicio Invalorable a la
Humanidad!
- ¿Doce nada mas? (¡Qué barbaridad! ¿Doce nada mas? ¡Una pelusa!)
¿Y cómo me lo van a dejar doctor?
(Y nada que lograba apaciguarme. ¿Te imaginas esto? Y mi máxima angustia era…
¿Y cómo saldrían mis desechos por allí…? ¡A millón!
¡Saldrían sin ningún tipo de tapón! Digo yo…
¡Vía libre todo el tiempo, como si tuviese una
diarrea perpetúa! ¡Ji, ji, ji, ji, ji, ji! ¡Qué horror!)
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