“Después de mí… ¡Nadie mas!”
Domingo; 01 de Junio…..2.014.-
- …La verdad, es que no entiendo para nada, la presencia de un acto
tan sublime y de tanta trascendencia para nosotros.
Mi hija María Concepción está siendo pedida de mano por
Román…Ustedes, han llegado de improviso. Adentro está mi esposo, esperándome
para iniciar éste acto.
Y él en ningún momento, nos ha indicado en que vendrían con él.
La verdad, es que no entiendo nada. ¿Qué es lo que está pasando, en
realidad?
- La verdad, señora María, es que yo soy su esposa y madre de sus
dos hijos…
Y éste que tengo en mi vientre…
La señora María, pareció tambalearse. Se sujetó con súbita fuerza
al portón de su casa.
Fue notablemente visible la profunda impresión que dicha
información le causó. Detrás de ella, esta su hijo mayor: Emiro.
- ¡Mamá…Tranquila…Tranquila!
- …Por favor…Discúlpennos. ¡Pero tenemos que impedir ese acto!
A la señora, la tuvieron que sentar en una de las sillas del
porche. Su hijo, comenzó a echarle aire y a pedir ayuda.
- ¡…Llama a tu padre, Emiro! ¡Corre! – Atinó a exclamar la señora.
El hijo corrió y empezó a clamar por la presencia de su progenitor.
A los escasos minutos, apareció muy angustiado ante la noticia.
Gersy, con la mayor determinación le informó de quién era y de el
objeto de su presencia.
- ¿Cómo es eso? – El señor Emiro, comenzó a vociferar y a inferir
malas palabras.
- ¡Emiro…Tráeme mi pistola!
- ¡No señor…No mate a mi marido! ¡Por el amor a Dios!
- ¡Tráeme mi pistola! ¡Yo mismo voy a liquidar con esa escoria!
- ¡Se lo suplico señor! ¡No deje a mis hijos huérfanos! ¡Por favor!
En ese preciso instante, todo se transformó en ira y confusión.
El señor corría llamando a su hijo, para que le trajera su pistola.
La señora María suplicándole que no fuera a hacer una locura.
Y la presunta novia, que iba a ser pedida por Román, aullaba
desconsoladamente.
Román aprovechó aquella confusión y sencillamente desapareció.
En verdad, nadie se percató de que huía.
Sencillamente…Desapareció de aquella escena.
Gersy y los demás continuaban muy angustiados, ya que temían por la
vida de éste.
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