“Cachirulo”
“Un hombre muy rudo”
- …Si, ella está como muy
acabada…
- Ajá. Ya me lo contaste.
¿Y para qué soy bueno?
- Le hablamos de ti y
quiere conocerte.
- Qué venga.
- ¿Acá?
- Sí, sí.
- ¿Aquí?
- Sí bien sabes, que esta es mi humilde casa.
- ¿Y no sería mejor…En
otro sitio?
- ¿Y por qué? ¿Acaso mi
casa, no es digna, para recibirla a ella?
- No, no es eso…
- Sí quiere hablar
conmigo. Qué venga a mí casa.
- ¿Y qué vas a hacer, con
toda esa gente?
- ¡Nadie la va a
molestar! ¡Nadie!
- ¿Entonces…?
-
Sí está interesada. Qué venga.
-
…Bueno. Le informaré.
- Ve
con Dios.
-
¿Puedo venir con ella?
- No.
- ¿Y
eso?
- ¿Eso
qué: Diego? ¿Desconfías de mí? ¿Acaso me crees capaz de: Violarla?
- No.
- ¿Me
la voy a comer?
- No,
no creo.
- ¿La
voy a robar?
- No,
no es eso.
- ¿Y
entonces…Qué?
-
Bueno, ella es una dama…
- ¡Y
esta casa se respeta Diego! ¿Quiere que
la atienda?
- Sí.
- Dile
que venga.
- Está
bien. Tomate tu traguito y envíamela.
Diego,
se tomó el trago. Se aguantó unos segundos más.
-
Bueno…Ya me voy.
- Que venga,
ella sola. ¿Ok?
Raudo
como el viento, regresó. Esther, ya se encontraba en su casa. Así que fue y le informó todo lo que había
hablado. Y le informó, que querían verla a ella. Solamente a ella.
Esther accedió y pidió la dirección. Y una vez que la tuvo, se aprestó a partir.
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