“Conversaciones con don Carmelo”
Jueves….
- …Pero ¿me van a meter el dedo también? – Me atreví a indagar en medio de mi angustia y él mirándome con sorpresa me espetó…
Lo estaba viendo muy bien y pude detallar que todo su ser estaba en alarma, visiblemente alterado y me comentaba mientras toda su humanidad temblaba al recordarse de su angustiado pasado. Sin duda- pensé que no me mentía como tampoco me exageraba, mas bien trataba por sobre todo de que asimilara en la exactitud de su desespero. Y luego de una brevísima pausa continuó así…
- ¡Por supuesto que no!, ellos tan solo van a hacerte “un tacto rectal” –Y no es como tú tan neciamente estas pregonando.
¡No te van a “meter ningún DEDO”! ¡Además eso es sucio y degradante!
Es un: Tacto Rectal.
¡Es por el bien de la Humanidad!
Un tacto rectal.
…Y solamente serán mis alumnos…
¡Nadie mas! ¡Lo juro y lo hago en el nombre de la ciencia! –Y en un tono conciliador, me aseguró: No es nada malo.
Comprendelo, por Dios (Y me hizo sentir como si yo fuese un necio…Me hizo sentir mal.)
- Y me dijo en medio de todos mis temores, que él quería que no le diese importancia alguna, que no me preocupara en nada…
¿Qué te parece…?
- Pero no deberías preocuparte mucho. – Me di cuenta que él percibía mis profundos temores y la idea original y muy primaria mía:
¡No por favor! ¡No!
– Pero por supuesto…
¡Que lo oculté! No me atrevía a decírselo, pero…
- ¡Recuerda que tú disposición, será para el bien de la Ciencia Médica! – Insistía y repetía con esa cancioncita…Pero ya eso no deseaba seguir oyéndolo.
Estaba desconsolado…Triste.
Abatido…Y solo pensaba en esa desgracia –mía- Al parecer debía sacrificar mi…Ano para el “bien de la ciencia” –eso le entendí- pero al mismo tiempo…Estaba temblando y a decirte mi verdad…
¡No encontré solución a ese mi “presente” drama…!
Y yo me quedé asustado.
¿Te imaginas esto?
(…”La Ciencia Médica”… ¿Y quién piensa en lo que me van a dejar…?)
¡Ya él me había “desforestado” aquello!
Y ya hasta estaba “estirado” de tanto estar ¡jurungueandome eso!
– Y yo riéndome le pregunté…
- O sea… ¿Qué dejó de ser virgen…Por allí? – Y riéndose hasta el cansancio, me contestaba en forma jocosa…Y en verdad yo gozaba al ritmo de sus convulsiones de alegría.
Bernardo E. López Baltodano.-
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