Preocupada.

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-      En la misma medida en que iba avanzando en mi camino, surgía muy dentro de mí, una especie de sofoco.

Me costaba respirar. Mi cuerpo lo sentí entrabado.

Como si estuviese anquilosado. Es un tanto difícil   -para mí-  tratar de transcribir (Lo que me pasó) en el verdadero estado tanto físico como también anímico en que me encontraba…

Como explicar algo en que nuestro propio raciocinio no se puede deliberar…Es una tarea harto complicada… - Juan  lanzó un suspiro en el que se reflejaba su impotencia.

Se encontraba un tanto molesto, no con ella, ni con su medio ambiente. Mas bien su enfado radicaba en él mismo.

En ese tipo de impotencia. En su desasosiego.

Prefirió guardar silencio y penetrar con su mirada como tratando de querer enterarse de la interioridad de su oyente…Para ver qué pensaba de lo que él trataba de expresar…

Y es que también trataba de fotografiar los momentos en los cuales se sintió muy impotente. Frustrante misión.

Y fue justo cuando se bajó de aquel autobús, en una calle muy concurrida, quizás el simple hecho de que en ese preciso momento, el calor era mas agobiante que de costumbre.

Tomando en cuenta el vaho que emergía de las entrañas de esa carretera, cosas que no se ven, pero es que algún sentido así se lo percibe.

Juana su amiga, escuchaba muy atenta    -aunque en ocasiones, daba la impresión de sumergirse en sus propios pensamientos-     el caso es que era ella, la que estaba allí con él.

-      …Bueno pudo haber sido un mareo repentino… - Lanzó su opinión y guardó silencio al ver su cara, en principio entendió que había dicho algo que ocasionó que a él, la mirara de esa forma…Le pareció que se le había enojado.

-      Pero mareo… ¿De qué? Si te estoy contando que fue una especie de bajón…O algo parecido. Pero: mareo ¡NO!

-      ¿Será que se te nubló todo…? – Iba al voleo, aunque para ella, algo muy triste debía estar pasándole…Pero no se atrevía a ir directo, y por mera diplomacia…Tanteaba…

-      No. No es preciso eso. Mas bien fue una especie de bajón.

No sé explicarme bien. – La amiga cambió de actitud, pues analizó a la velocidad del rayo, que su amigo se encontraba muy…Estresado.

Chequeaba cada cambio brusco en su forma de mirar, o en su manera de dialogar. No le perdía pisada ni un solo instante.

Y pensó: “Quizás tiene problemas, que no me ha querido expresar…”

-      …Te confieso algo… - Se lo dijo casi en susurro, pera ella lo escuchó y…

-      Tú dirás…

-      En medio de todo aquel escenario, un pensamiento peregrino se alojó en mis sienes…

-      ¿…Y qué te dijo…?

-      Vi a mis hijos.

-      Ah…Tus hijos… (Con razón…)

-      Si. Y llegué a sopesar… ¿Qué pasaría si a mí me pasara algo…?

-      ¿Cómo qué? (Ave María)

-      Bueno. Algo. Quizás desvanezca. – Él dio la impresión de estar analizando detenidamente todo cuanto había pronunciado.

Mientras ella…Se afligía. Se angustiaba.

Pero no era su intención de que este se enterara.

Buscaba el mejor camino, el intersticio adecuado.

Ambos se encerraron en su ensimismamiento.

Aunque ella se enfocaba en él. Y él…En sus adentros.

-      No sé. – Dijo de repente, rompiendo esa monotonía.

Ella lo escrutó con disimulo.

-      Vi una especie de película. Y en medio de todo eso, anhelé tener cerca a mis hijos. (Aunque ya son grandes y cada uno está en su hogar. Con su día a día.) Pero aunque tú no me lo creas. Los extraño y mucho.

-      Claro que lo creo. Máxime como siempre fuiste con ellos.

-      Bueno, tan solo necesitaba exteriorizar estos mis pensamientos y pensé que la mas indicada eras tú.

Porque tú me conoces desde hace muchos años y nos une una amistad que hasta este momento mantenemos. ¿Cierto?

-      Cierto. Y déjame decirte, que te quiero mucho y aprecio que te hayas sincerado conmigo y me cuentes estas cosas.

Dime… ¿Desde cuándo no ves a tus hijos…?

-      Un mes…O quizás dos… Pero es que cuando andaba en esa diligencia, no iba pensando en ellos. Ni en nadie.

Andaba preocupado por hacer, lo que debía hacer. De verdad.

Pero…Debe ser…No se explicártelo. – Ella asintió.

Quiso darle la impresión de que lo entendía y que lo comprendía.    

Acto seguido   -y temiendo él, verse descubierto-   procedió a minimizar lo ocurrido, y a lanzar chistes cortos, para suavizar y obviar todo lo dicho por él.

Y ella, de esto se percató y hasta le siguió la corriente.

…Pero en su corazón, lo vio un tanto…Disminuido. Muy ensimismado.

Y esto: La preocupó…Bastante…

  

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