“Hoy
02 de Abril del 2.014.-“
Bajo este sol tan radiante (Opino que la temperatura
está –O debería, en mí opinión- alrededor de los 46 grados centígrados.) y
sudando copiosamente por todo mi cuerpo, pero ardo en deseo de poder conseguir
la bendita tumba de mí cuñado Arnaldo Atilio.
En esta ocasión, ya he dado dos vueltas…
Pero no logro ubicarlo.
(Y el 14 de febrero que vine…También me costó
ubicarlo.)
Pero sigo en su búsqueda, aunque internamente me
siento muy molesto, y en mi opinión no puede ser que me esté ocurriendo esto
nuevamente…Si ya he venido en dos ocasiones y supongo que ya me la he grabado y
me refiero a su ubicación exacta.
Ya me siento cansado, y repito son dos veces y no
logro ubicarlo.
(Y estoy pensando que de repente no quiera recibirme…Pienso
y así lo digo…)
Pero luego una voz interna me hace rectificar –De
repente son ideas mías- así que decido insistir.
Vuelvo por mis pasos, regreso a la entrada del
cementerio…
- A ver, a ver. Es la tercera calle, a la derecha. – Y
vuelvo nuevamente.
¡Pero nada! No logro llegar.
- ¡Bueno, voy a intentarlo por última vez!
¡Y si no me quieres recibir tendré que irme! – Me dije
yo mismo, en mí creencia de que mi cuñado pues como que no estaba muy
interesado en recibirme. -¡Como si él tuviese algo que ver, en mi perdida de su
dirección.
Y estando yo en mis rebeliones internas, algo me hizo
ver a un anciano que estaba muy placidamente acostado sobre una de las
muchísimas tumbas.
Pude ver que me estaba viendo y que se reía –Quizás
pensaba que estaba “loco” discutiendo yo mismo.-
Así que al verme descubierto en mi “locura instantánea”
me vi “precisado” a acercarme y explicarle que: en principio no estoy loco, -ni
el calor me carga loco, tampoco- si no que estoy molesto en primer lugar
conmigo mismo, ya que es la tercera vez que vengo y siempre me pierdo.
El anciano es un hombre delgado, con una barba de
varios días, blanco.
Vestido de una forma muy informal, porque a pesar de
que tenía su camisa manga larga, pues la tenía recogida sobre sus codos (sus
mangas.) y además la tenía con uno o dos botones en su sitio (La cargaba
abierta.) su pantalón se veía con bastante uso, pero en regla general podría
afirmar que estaba “vestido a la usanza de todos los de por acá” y me refiero
que estaba en una forma muy desordenada –asumí que el calor al igual que a mí,
nos cargaba padeciendo de mucho sudor.- en sus labios mascaba algo, que nunca
pude definir qué era.
Una sombra muy espesa lo cubría y era evidente de que
no estaba sudando –como yo-, a su lado pude contemplar dos muletas –esas que
usan los impedidos para caminar.- las cuales estaban a menos de un metro
distante, en la sombra.
Estaba dando su cara, hacía el frente, de manera que
podía contemplar a todos los que entraban.
Al verme que me le acercaba, pues se movió unos centímetros
a mi dirección y me esperó –siempre con una sonrisa de tranquilidad en su
rostro.- acomodó su cuerpo de manera que me pudiera atender y esperó.
- ¡Buen día señor! – Lo saludé. Él me contemplaba
fijamente y pude apreciar una sonrisa en su mirada.
Y aguardando a tenerme mas cerca, me respondió…
- ¡Buen día tenga el amigo! …Y a propósito… ¿Con quién pelea, que no veo a
nadie mas? – Yo me sonreí, ya que en su preguntar no me sentí incomodado en
nada, al contrario me sentí como con mas libertad para expresarle mis
pensamientos, por lo que le dije…
- Vengo peleando primero conmigo mismo, ya que no
logro conseguir la dirección exacta de la tumba de mí cuñado, pero también me
molesta el no encontrarla.
Por lo que estoy asumiendo que ¡ese carajo como que no
me quiere ver!
- ¿Y por qué el señor piensa eso?
- Porque es la tercera vez que vengo.
La primera, obvio fue en su entierro.
La segunda fue hace menos de dos meses y diciéndole de
antemano que ¡también me costó un mundo encontrarlo!
- ¡Ah, pero también puede haber otra posibilidad…!
- ¿Y cual será?
- Que sea que las dos primeras veces, usted –y me
disculpa que se lo diga- no se haya fijado muy bien, que digamos…Los muertos
nunca se mueven de su sitio… - Yo me quedé pensando.
Si.
Ciertamente “los muertos nunca se mueven de su sitio”
Pero es que la última vez, hasta busqué la dirección en la oficina, y con la
dirección exacta: ¡Tampoco pude dar! Y me vi precisado a buscar a uno de los
trabajadores y fue él, quién me guió hasta su sitio de descanso.
- …Es que la dirección es tan sencilla. ¡Pero no logro
ubicarlo! No entiendo.
- …Sería bueno, que el amigo descanse un poco mas, ya
que lo estoy viendo muy alterado… - Me dijo a manera de reconciliación.
- Cierto. También ese sol tan radiante, este calor…
No me respondió. Su mirar hablaba por él.
Me transmitía mucha tranquilidad. Reposo.
Nos quedamos unos minutos sin hablar, tan solo mirábamos
a la gente que seguía entrando, unos venían en su carro y otros al igual que yo…En
patitas…
- …Estoy llegando a la conclusión de que ¡ese carajo
como que no me quiere recibir! – Le dije finalmente molesto. No me respondió
nada.
Me hizo señas de que me calmara.
- …Coja mínimo señor. No se altere. – Yo le agradecí
su gesto y sus palabras. La suave brisa fue secando en primera instancia a todo
mi sudado cuerpo.
La sombra me trajo una paz, que en verdad, no había
sentido en mí. Así que viendo el drástico cambio ocurrido en mi propia
humanidad, me decidí a seguirle su consejo. Me aquieté.
- Está muy fea la cuestión de este país. – Le dije a
manera de romper ese silencio.
- ¿Si y por qué? – Me preguntó y a decir verdad, me
sentí en libertad de poder expresar mis pensamientos y le respondí…
- Ya se están hablando de casi cuarentas muertes, miles de detenidos y
heridos, muchos están “molidos a golpes y a gases” ¡esto es un desastre! – Yo pensaba
que él me iba a responder o bien a favor o en contra de lo que le había dicho,
pero no. Siguió contemplando el ir y venir de las personas. Al rato me dijo…
- Aquí nos enteramos de todo. De una forma u otra, nos
informan. – Tuve la oportunidad de verle sus dedos y me pareció que ese color
no era “muy natural” que digamos, sus uñas se veían muy sucias y descoloridas.
Sospeché que él se había dado cuenta, puesto que las
levantó y las miró con mucho detenimiento, pero sin alegarme nada. Su sonrisa
persistía, y a manera de quererme despedir le dije…
- Bueno lo voy a intentar por última vez. Y si no
logro conseguirlo, pues voy a asumir que no me quiso recibir. – Se volvió a
verme, y con mucho detenimiento. Ya su sonrisa no radicaba en su rostro, sino
en sus ojos.
- Una recomendación que le voy a dar –y haciendo la
salvedad, de que no me la está pidiendo- ¡nunca asuma que un fiel difunto no lo
quiere recibir! ¡Nunca! – A pesar de que su tono se le hizo mas determinante,
su mirada me invitaba a una sonrisa. Bajo esta premisa, no me sentí intimidado
de ninguna forma.
…Pero confieso que tuve que bajarle mi mirada, ya que
no pude soportar su determinación.
Callé en la espera de que continuaría hablándome, como
en efecto lo hizo de esta forma…
- Aquí no nos negamos nunca a una visita.
Y menos si la hace bajo esta inclemencia de tiempo.
Con seguridad, él lo estará esperando.
Solo que debemos de tener paciencia, -hasta con
nosotros mismos- hemos sido, somos y seguiremos siendo muy “impacientes” –
Luego volvió su atención hacía la puerta enorme que era la entrada a ese
cementerio. Lo imité. Ya me sentía mucho mas relajado y ya no sudaba. Al pasar
quizás un minuto, me volví para agradecerle sus palabras y su fina atención hacía
mí.
- Bueno me tengo que despedir. Ya me siento mucho
mejor, y vuelvo a intentar ya que me gustaría presentarle mis respetos a mi
fiel difunto.
- Siga. Siga. Y ya sabe: “De aquí no nos vamos”
¡Vaya con Díos y que la pase bien! – Di media vuelta y
me retiré.
La tercera calle estaba distante quizás una veintena
de metros, y al llegar y doblar a la izquierda, se me quedó retumbando en mí
mente esas palabras:
“De aquí no nos vamos” Y ya que me estaba dando mucho
resquemor esa oración no pude aguantarme mas y me devolví primero con la
intención de que me aclarara qué me quiso decir con eso…Pero cuando enfoqué con
mi mirada, ya no estaba.
Me asombré y lo busqué a todas las direcciones, no podía
desaparecer así, menos siendo un lisiado, ya que me recordé de sus muletas.
Lo busqué primero con mi mirada.
Al frente, a los lados… ¡Nada!
Me quedé perplejo. No pude entenderlo.
Invertí varios minutos mas en mi creencia de que lo
volvería a ver.
A la final, decidí seguir mi camino.
Llegué hasta el final. Tampoco pude dar con la tumba
de mi cuñado. Ya finalmente, cansado y obstinado comencé a gritar su nombre…
- ¡Arnaldo Atilio! ¡Arnaldo Atilio! Si no querés que
venga a verte… ¡Avisame! – Me quedé en la mitad de la calle, nuevamente los
chorros de sudor salieron a relucir.
Y algo en mí me hizo ver una señal.
- ¡Si como que es allá…! – Y me apresuré a llegar.
En efecto, comencé a recordarme y a ver todas las
pistas habidas y por haber, ciertamente ya me era conocido…
- ¡Aquí es! ¡Hola Arnaldo Atilio! Y he venido a
presentarte mis respetos y se que en vida, te aburría verme rezar, pero en esta
ocasión –aún en contra de tu opinión- lo quiero hacer. ¿Me permites que lo
haga?
Nuevamente algo en mí interior me dio luz verde.
Así que cerrando mis ojos arranqué.
Y en mis ensoñaciones, pude apreciar que a su lado
estaba mi vieja…Lágrimas de gozo.
Y no se si a ciencia cierta, si son ideas mías o no,
pero lo cierto es que lloré.
Mis sollozos aquietaron mi espíritu.
Terminé mis oraciones y me despedí.
Mi cuerpo, junto a mí espíritu y a mi conciencia, ya
se encontraban a tono.
De una forma algo extraña, había logrado una especie
de catarsis.
Volví a pasar por el mismo sitio.
Me detuve al lado de la tumba en donde hacía una media
hora, había conseguido a aquel anciano de cuya mirada, sentía su sonrisa muy
amable y tranquilizadora. Pero ya no estaba nadie allí.
Hice una oración en mí mente.
Bendije el hecho de ir a visitar nuevamente a mi
cuñado.
Afuera me esperaba lo mismo de hace casi dos meses…Revueltas.
Guarimbas. Violencia.
Y me pregunté a mí mismo: ¿Y qué es una raya mas para
este tigre?
Por supuesto que me preocupa todo lo que está pasando,
me angustia el ver que a cada rato estén torturando, masacrando a los
muchachos.
Y lo que me “alegra” es el saber que ya estos seres
queridos que se fueron para nunca mas volver…
Ya no tienen que seguir padeciendo todo este
desbarajuste.
“Qué descansen en paz” (Digo si aún pueden…)
Maracaibo; 02 de abril de 2014.
Belbaltodano.
@belbaltodano – htpp://facebook.com/belbaltodano
–
Belbaltodano.blogspot.com
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