“Conversaciones
con don Carmelo”
Jueves 24
de abril de 2014.-
El caso es que uno de
los tantos…Y que la venía siguiendo ¡quién sabe desde donde!
(Seguramente que fue el
elegido por ella, ya que le levantó su cola…)
¡La montó! Y en todo el
forcejeo… ¿Nunca has presenciado esa “escena”? ¿No?
…No te la recomiendo.
Como tampoco es prudente que uno esté muy cerca –yo me encontraba a unos quince
metros- y la loca esa –su dueña- la tenía a…
¿Un metro o quizás…Dos?
El largo de la cadena
que la llevaba, no se precisar con exactitud cuanto fue.
(Era muy gracioso
verlos. El macho era mas del doble de su tamaño y de peso –por supuesto- y le
daba y ¡daba!)
- ¿No se daba cuenta? –
Intervine ansioso pensando nada mas en la reacción de su dueña y el anciano que
ya estaba “muerto de la risa” nuevamente se inclinaba y pateaba de la emoción
el piso; me hizo señas de que me esperara.
A los pocos minutos, se
irguió nuevamente y ya con su pañuelo en sus ojos y en su otra mano: su lente…
- ¡Ya vas a ver! – Y
procedió a limpiarse sus cuantiosas lágrimas y a secar sus empañados cristales,
se colocó sus gafas y guardó su pañuelo y tomando nuevamente aliento,
prosiguió…
- ¡Hasta que al fin!
Pero cuando ya se había percatado… Ya su “adorada” perrita, seguramente que ya
había perdido: ¡su virginidad!
¿Qué mas podía hacer?
- ¡Qué bárbara! ¿Y no
se percató del escándalo de todos los perros? – Protesté ante la veracidad de
este relato. Me asombraba el que no diese cuenta, no podía creerlo. ¡Así sería
el “chisme” entre esas dos!
En verdad no podía
entenderlo, ya que ni siquiera ¿vio a la manada de caninos a su alrededor?
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