“Conversaciones
con don Carmelo”
Viernes; 25 de abril del 2.014.-
- ¡Hasta que al fin! Pero
cuando ya se había percatado… Ya su “adorada” perrita, seguramente que ya había
perdido: ¡su virginidad!
¿Qué mas podía hacer?
- ¡Qué bárbara! ¿Y no se
percató del escándalo de todos los perros? – Protesté ante la veracidad de este
relato.
Me asombraba el que no diese
cuenta, no podía creerlo.
¡Así sería el “chisme”
entre esas dos!
En verdad no podía
entenderlo, ya que ni siquiera ¿vio a la manada de caninos a su alrededor?
- Pues ni ¡cuenta se dio!
El caso es que se llenó de
ira y en vez de agarrarlo con ella misma, porque jamás le prestó atención
alguna ni ella ni su chismosa amiga.
¿Sabes con quién la
agarró?
¿…A ver: Adivina
adivinador, con quién?
- ¿Y con quién…Con usted?
- ¡Así fue! Y comenzó a
pelear conmigo.
Y yo le respondí:
¡Mire mi doñita…Yo tengo
cinco hijas!
¡Cinco!
Y siempre he estado
pendiente de ellas.
Porque no me gustaría que
le hagan “sus cositas”, pero ¿qué puedo hacer? ¡Nada puedo hacer!
¿Y usted cree que le voy a
estar cuidando el rabo a su perrita?
¿Y por qué no se lo cuidó
usted misma?
Y si usted sabe que está
en su “periodo”
¿Por qué no le puso una
pantaleta, un pañal o un trapo!
¿Por qué viene a agredirme
a mí, qué culpa tengo yo en todo eso? –Pero era gracioso ver a la pobre perrita
colgando de ese perro mas grande que ella.
¡Ji, ji, ji, ji!
¡Cosas de esta vida!
¿Cierto?- Al preguntar esto, no esperó respuesta alguna.
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