“Conversaciones con don
Carmelo”
Lunes:
21 de abril de 2014.-
Así que vendí mi Dodge Dart y
con una platita que había reunido, salí de Caracas rumbo a tierras colombianas.
Demás está decirte que nunca había salido de mí tierra, pero por el
afán de estar con ella… ¡La seguí!
(¡Era millonario en esos tiempos!
¡Feliz porque pronto volvería a estar con esa mujer tan bella!)
¡Upa! A bailar cumbias,
vallenatos y toda ¡esa lavativa! – Y comenzó a menear su esqueleto con mucha
alegría y sin vergüenza alguna.
(Y a pleno sol, y en plena calle. ¡Estaba alegre!)
Al ratito se cansó, se sacó su pañuelito y se secó su sudor.
Estaba jadeante y su ritmo cardíaco muy “descontrolado” y a decir
verdad, sentí mucho temor por su salud.
Me tranquilizó el verlo reponerse poco a poco.
- ¡Definitivamente: Ya no estoy con esos “ardores” de mi juventud! –
Respiró con dificultad.
Su rostro denotaba la felicidad que lo embargaba.
Miró nuevamente el entorno. Chequeó su pañuelo y con parsimonia, lo dobló y se lo metió en su pantalón, y
continuó…
- Y me quedé viviendo en casa de su madre. Y en esos años cada
ladrillo costaba un peso colombiano y el bolívar lo pagaban allá por ¡diez y
seis pesos!
¿Cómo han cambiado las cosas, verdad?
¡Hoy en día nosotros los venezolanos al igual que nuestra moneda y nuestras cosas, están súper devaluadas a
nivel mundial!
Y todo por culpa de esos bandidos políticos que nos han gobernado.
¡Malayos buitres! ¡Déspotas miserables!
¿Cómo es posible que un país
tan rico y lleno de petróleo, bauxita, hierro, carbón y nosotros estemos
pasando por todas estas calamidades?
¿Cómo es posible que nuestros dólares, se los regalen a otros pillos
gobernantes que no les da pena que vengan a quitárnoslos a nosotros? – Se
detuvo y miró al cielo, cuando se percató del inclemente sol, le indiqué que
buscáramos algo de sombra y cuando ya la conseguimos, arrancó nuevamente…
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