“Conversaciones con don Carmelo”
Martes: 22 de
abril del 2.014.-
¿Cómo es posible que un país tan rico y lleno de petróleo, bauxita,
hierro, carbón y nosotros estemos pasando por todas estas calamidades?
¿Cómo es posible que nuestros dólares, se los regalen a otros pillos
gobernantes que no les da pena que vengan a quitárnoslos a nosotros? – Se
detuvo y miró al cielo, cuando se percató del inclemente sol, le indiqué que
buscáramos algo de sombra y cuando ya la conseguimos, arrancó nuevamente…
- Mira el colombiano es muy trabajador.
¡Qué verraco que son!
¡Nacieron para trabajar!
Yo me quedé asombrado.
Y con el dinero que me había
llevado, quise abrir una cuenta en un banco de allá, pero en mi condición de
extranjero no me lo permitieron y yo me decía: ¿Y si se lo doy a la mujer…
Y después me echa de su casa?
¿A dónde voy a coger, en un país extraño para mí?
Pero esa mujer, me amaba y me lo demostraba ¡con los hechos!
Así que le fui comprando ladrillo por ladrillo, hasta que le hice su
casa.
¡E invertí mi dinero en un
negocio!
Compré una nevera de esas que tienen tres gavetas, de esas que son
horizontales, y que son muy propicias para vender cervezas. ¿Sabes de las que
te estoy hablando?
- Sí, creo que si. Son esas que son inmensas.
- ¡Exacto! Y me compré unas veinte cajas de cervezas.
Varias sillas y unas tres mesas.
¡Y arranqué en ese negocio!
Y pronto se corrió la voz entre sus vecinos que yo era el venezolano
y que era un millonario y bueno venían al negocio a beber ¡todos los días!
Y de vez en cuando me
llegaban con propuestas, algo maliciosas.
Pero yo me escudaba en la
mujer. Y ella me iba guiando.
- ¿Propuestas maliciosas, cómo cuales?
- Bueno me llegaban con sus aparatos domésticos para que yo les
diera algo.
Una especie de “empeño” y yo me cuidaba mucho.
Ya sabes, que uno no podía saber si eran de sus casas o de algún
robo.
¡Zaperoco!
Y ¿yo extranjero?
Me podía agarrar la policía de allá o era simplemente una “prueba
caza bobo” ya sabes de esas que te tiran y de repente es el mismo gobierno que
te las lanza, para ver si yo era un “aguantador” de esos que compran cosas
provenientes del delito.
Uno nunca sabe.
¡Pero la mujercita siempre
conmigo! Ella salía al frente y discutía
con sus paisanos.
¡Gracias a Dios que nunca me abandonó!
Y por esa razón te sostengo,
que cuando una mujer está enamorada tuyo, ¡jamás te va a chulear!
Y siempre va a velar por tus
intereses.
- Aja: ¿Y qué pasó?
- Bueno hasta que le terminé
su casa. Y viví con ella todo ese tiempo. Y cuando la abandoné, le dejé su
casita bien hecha de concreto puro y ¡el negocito completito!
Todo, todo se lo legué. ¿No
está mal, verdad?
Y era que se lo merecía. Se portó muy bien
conmigo todo el tiempo.
Y todavía ella vive, en una carta me mandó a
decir que ya le habían dado dos ataques al corazón, pero que todavía se
recuerda mío y que si yo quiero, ella me recibe de nuevo.
¿Te imaginas que yo le
regrese…? ¡Esa va a querer mas!
¡Me mata de tantos
revolcones! Y mi problema es que ya no puedo mas. ¡A duras penas tengo fuerzas
para caminar!
No. Ya no doy para nada mas.
¿Y con qué fuerza?
Ya hasta estoy “mascando el
agua” ¡Ji,ji,ji,ji!- Yo me le quedé viéndolo. Y me dije: “Los años no pasan en
balde” Y por a su apariencia, siempre lo he visto caminando apoyándose de todo
lo que encuentre en su andar.
¿Qué de vivencias, querencias
y desengaños ha tenido que vivir este señor? Pero siempre he admirado en él,
esa fuerza para recorrer día a día, tantos kilómetros y en verdad es que
siempre lo he visto, con esa ansia de trabajar, de producir y no quedarse
postrado en su cama. Admirable espíritu indómito.
Así que viéndolo me entró esa
curiosidad de saber algo de su vida, de su estar y sin poderme contener le
pregunté:
- ¿Y acá con quién vive?
- Tengo nueve hijos. Cinco
son hembras. ¡Y todos velan por mí!
Y el mayor fue el que me hizo
una casita en su patio, como a unos diez
metros de la suya, y me dijo: Mira viejo, te voy a construir esa casita.
Te le voy a poner, televisor,
un equipo de sonido, tu parabólica ¡y todo! Pero no te me vas a acercar a la
casa, mientras yo no esté. No me vas a estar jodiendo a mí mujercita. Ya lo
sabes.
- ¿Y eso por qué le hizo esa
advertencia?
- ¡Será que cree que me la
voy a montar!
- ¿Cómo así? ¿Y no es su
nuera?
- ¡Pues claro que sí! Pero
esa fue su advertencia.
- ¿Y en dónde come?
- Allá mismo, y en cuanto
llego, ellos tienen un loro que es loco y en cuanto me ve llegar comienza a
gritarme: ¡Carmelo! ¡Carmelo!
Chico e imita muy bien la voz
de mi nuera.
¡Y yo salgo para que me sirva la comida y es
que ese loro desgraciado es mentiroso! ¡Ji, ji, ji, ji!
¡Es un “broyero”! Me mete en
cada cosa, sin necesidad alguna.
Y en uno de estos días me va a meter en
problemas con mi hijo, porque ya me lo advirtió…
¡Carmelo! ¡Carmelo!
¡Y es mentira, es el loro y no ella! Y a mí me
da risa, en medio de todo ese desbarajuste.
Pero a los pocos minutos se aparece con mi
comida.
(Menos mal que mi hijo no se
da cuenta de esto)
- Pero lo que no me queda
claro es el porqué de esa advertencia. ¿No le parece?
- Pues sí, pero esa es su
casa. Y no me meto allí, solo cuando me llama su mujercita.
¡Pero ese loro…Me va a meter
en lío con mi hijo!
- O sea que su permanencia
hasta cierto punto, depende de ese miserable pajarraco.
- ¿Parece mentira verdad? Ojala
no se le ocurra “inventar algo” uno nunca sabe.
Yo ya estoy muy viejo ya para
esas gracias. Pero de que me puede complicar la vida, me la puede hacer.
¡Y es bello ese pajarraco!
¿Qué le vamos a hacer?
Hay que “calárselo”, lo
soporto y hasta me alegra. Porque tiene cada ocurrencia. ¡Es loco! Y estas son
las “pequeñas cosas” de la vida, en las cuales uno tiene que armarse de
paciencia.
Pero que sin lugar a dudas te
traen mas beneficios que problemas.
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