“Después de mí… ¡Nadie mas!”


- …Eso siempre me lo dijo a mí, pero se inhibió en contárselo a Gersy, ya que sospechaba que nunca se lo iba a creer y fíjate  ahora, con todo esto que nos acaba de pasar… ¿Qué dirá Mary de todo esto?
- Bueno Carmen  ahora que hemos pasado todo esto  en verdad te digo, que no me gustaría estar en el pellejo de Gersy. ¿Verdad Carmen?
En medio de tantos conflictos.
Allí estaban las dos, esperando que la administración aceptara la póliza y de que llegara Miguel, después de llamar a la amiga ausente.
En esos minutos de espera, apareció el administrador en compañía de uno más de su departamento y preguntaron por algún familiar de la paciente.
- ¿En dónde está el titular de la póliza?
- El titular es su esposo, pero aquí no está… - Respondió Carmen.
- Yo mismo lo llamé a su celular y me respondió que ya venía en camino. – Respondió el administrador.
- ¿Aún no ha llegado? – Preguntó mirando hacia todos lados.
- ¿Le dijo que venía? – Preguntó tartamudeando Carmen.
- En efecto. Por favor, avísenme en cuanto esté aquí…Allí queda mi oficina. – Les informó señalando hacia un sitio en donde afirmaba que quedaba su oficina.
- …Bueno en cuanto venga…Se lo informamos. – Le aseguró Susan.
Las dos se quedaron mirando hasta que los dos empleados se retiraran de su presencia.
Ambas se miraban y quedaron pendiente, por el sitio en donde podría aparecer el esposo.
En su lugar  apareció Miguel, quien ya venía de haber hablado con la colega ausente.
- ¿Sabes quién va a venir? – Le pregunto a boca de jarro a Miguel, apenas lo vio entrar.
- ¿Y quién  será  Susan?
- ¡Cáete de una buena vez!  ¡…Román! – Le aseguró Carmen, asombrada.
- ¿Quéééé? ¿Y es capaz de venir aquí? – Preguntó intrigadísimo.
 - ¡No solamente que es capaz…DEBE VENIR AQUÍ MISMO! – Respondió muy decidida Susan
- ¿Y para qué viene ahora? – Inquirió intrigado Miguel.
- Debe venir, ya que sí él no autoriza…
El Seguro no se acciona y si no lo hacen…
Se nos muere nuestra amiga… - Concluyó decididamente Susan.
- O sea…  ¿Estamos amarrados nuevamente a él? ¡Qué vaina…! ¿Cierto Susan y tú Carmen?
Así  que aquí estamos nuevamente los tres tristes tigres, esperando por el León.
¡Qué triste es nuestra realidad!
Y sin poder  hacer nada más, que ver a los toros desde las barreras.
Sin poder hacer nada más, que amargarnos y solamente ser los testigos desolados de esta historia trágica y menguada. Qué de vainas tenemos que soportar en esta cosa, que llaman “Vida”
Y si nos toca esperar…
¿Qué más podemos hacer?
¿Amargarnos?
¿Maldecir?
- …Y si tenemos que aceptar…Tenemos que hacerlo… - Sentenció decididamente Carmen.
- ¡Yo no lo acepto Carmen!
- ¿Y qué es lo que no vas a aceptar Susan? – Cortó secamente Miguel.
- ¡Qué “Ése señor” Venga cómo todo un héroe!
Y nos venga a atropellarnos a nosotros. – Comentó Susan.

- ¡Ay carajita, no pareces psicóloga! – La regañó Miguel, muy seriamente.







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