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Parte: II
“La
decisión…”
- ¡Bueno ya basta de
imprecisiones!
(¡Ya me cansé! ¡Y a partir de
ahora…!
Debo agarrar a los toros ¡por los
cuernos!)
Y debo tener un micro segundo en
paz y en quietud, para saber ¿a qué debo atenerme?
(El problema principal es que con
todo este caos, los tiros, disparos y el griterío y todo ese desafuero…
¡No creo poder hacerlo!
¡…Pero es preciso!
Debo lograrlo…
Y si no me temblaran tantos mis
piernas…
¡Quédense quietas!
¡Parecieran que no se pueden
mantener en paz!)
Instintivamente el buen vecino, miraba
a todos los lados.
…Se sorprendió a sí
mismo…Agotado.
Sin control aparente.
Y en verdad toda esa muchedumbre
se complacía en todo eso que acontecía.
Gritaban desaforados.
Masas amorfas. Y difusas.
El terror y ese sentimiento de
“canibalismo” al peligro inminente las excitaban y las llevaban al paroxismo.
A la sinrazón. Al despelote.
¡Bochinche, bochinche y mas
bochinche! …Así son las masas…
Iban de un sitio a otro, sin
dirección fija aparente.
Se notaba a leguas que todo era
conmoción y que ya la calma no existía y que en su lugar era todo propicio para
el desorden y el pillaje.
- …Debo aprovechar esta
dicotomía. –
Se dijo en voz alta, pero al
instante se escucharon una serie de detonaciones, pero ahora era por varios
sectores (Trayendo mas confusión, al respecto)
La marea de personas confusas y
aterradas corría de un sitio a otro.
Pronto los locales comerciales
comenzaron a bajar sus santa marías.
El pandemónium desatado.
El humo de las detonaciones y ese
fuerte y asqueante a pólvora…Enloquecían a todos.
Los pocos vigilantes que habían
ya no daban abasto.
(¡Es hora de huir!)
Escuchó claramente el amigo en
cuestión y sin pensárselo mucho y menos aún, verificar de dónde provenía “esa
precisión” se levantó de inmediato.
Ya toda esa modorra, toda esa
inexactitud e indefinición que lo
agobiaba ¡había desaparecido!
“como por arte de magia”
Un hálito de valentía inusitada,
lo empujó de una forma muy decidida;
brincó y no se percató que en su
imprecisión cayó encima del asiento contiguo en dónde se hallaba sentado.
- ¡Chanfles! – Fue cuando se dio
cuenta que el golpe que recibió fue muy contundente, pero que sin embargo no
era el momento preciso para quejarse o verificar el daño recibido.
Así que se levantó lo mas hidalgo
posible, y cuando lo hizo se dio cuenta que estaba a unos cuatro metros de su
sitio original. Y desde esa dirección se pudo percatar (con horror) de que su
“ahora” pertenencia había quedado desguarnecida y que por alguna razón
(desconocida por él) “alguien” podría
aprovechar de ese despelote y salir huyendo… ¡Y despojarlo de sus cosas!
…Y eso no podía ocurrir ¡nunca!
Corrió con una velocidad
inusitada y se posesionó de ello.
Miró hacia todos sus lados.
…Por dónde huyó Luis…Lo chequeó.
Pero casi lo tuvo que rechazar…
¡Mucha gente que le impedía
transitar libremente!
- A ver…A ver… Por este lado está
“un poco” mas despejado.
¡Me voy por allí! – Y cuando se
disponía a ordenarle a sus piernas que cogieran por esa dirección…
¡Escuchó claramente!
(Por allí ¡NO! ¡No seas animal!
¿No ves que esos que están allí están “pendientes” tuyos?
…Ah y disimula… ¡No seas mula!)
- ¿Y quién…quién…? – Bajó
bruscamente el sonido tan imperativo con que lanzó su pregunta, y al parecer…
¡No había sido nadie!
Por cuanto a nadie precisó que le
prestara alguna atención posible.
- ¡Falsa alarma! – Se dijo tras
serenarse.
Se dispuso a “descubrir” entre
tantos quién o quiénes, lo estaban procurando.
Con el mayor de los disimulos,
abrazó el maletín…Pero se dio cuenta de que podía ser visto de inmediato y ¡que
podía ser descubierto!
Bajó su brazo derecho -que fue el elegido por él para
portarlo- y lo despegó todo lo que pudo.
A toda vista, si alguien lo
miraba se diría… “Algo feo debe cargar allí, que lo lleva de esta forma”
A través de los vidrios de uno de
los locales…Se vio. Y no le gustó.
Con el mayor de los disimulos…Se
lo cambió de mano…Siendo ahora su brazo izquierdo el escogido.
El tumulto que antes estaba atrás
suyo, de repente como que los corrieron y comenzaron a correr en pos suyo.
- ¿Y ahora…Qué hago…? – Como pudo
se pegó lo mas que pudo a una de las paredes y esperó.
Pronto como un oleaje salvaje,
pasaron por su frente y casi que le arrancaban lo mas preciado por él.
...Seguirá…
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