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“El espíritu de la Navidad”
- Les he pedido que vengan a reunirse conmigo para
informarles que mañana es: ¡21 de diciembre! –
Pilin había reunido a sus cercanos y queridos de sus amigos, quiénes
habían acudido en compañía de sus esposos(as) e hijos.
- Por supuesto: ¡Y si hoy es 20…Mañana será: 21! –
Gritó jubiloso Pedro, quién levantando la cerveza que
portaba en su mano derecha, celebró de esta forma…
- ¡Celebremos porque mañana es: 21 de diciembre! – Y acto
seguido se dirigió a la anfitriona y le preguntó…
- ¿Y qué si mañana es: 21 de diciembre…?
- ¡Ah es porque ese día todos celebramos: “La llegada
del Espíritu de la Navidad”! – Todos los restantes aplaudieron de alegría.
- …Y a mí: ¿…Qué me importa? ¿Total? De mí no se recuerda.
- No Pedro, nunca digas eso. – Le recriminó
Bárbara -su esposa- y recuerda que aunque tú no creas en Él,
todos nosotros si que creemos y es mas nos reunimos para hacer los
preparativos.
- Ajá… ¿Y qué en qué me puede beneficiar a mí…?
- Mira Pedro – Le dijo Pilin- En ese preciso día, es
cuando nos reuniremos y haremos una serie de rituales…
- ¿Rituales, cómo cuáles?
- Por ejemplo; traemos velas y flores. Le encendemos
las velas y cada uno puede hacer sus peticiones o bien por escrito o en su
mente (por si no quieras que mas nadie se entere) y rezamos y nos alegramos en
nuestra creencia de que pronto Él llegará a nuestras puertas.
- ¿Y cómo va a saber: en dónde vivo? Si no le pongo mi
dirección, dudo mucho que llegue. ¡Ja, ja, ja, ja!
- Instintivamente que empezó a reír, miró para ver si
los demás le seguían en su chiste, pero se asombró cuando se percató de que si
lo habían escuchado pero que ninguno le siguió su juego, así que dejando su
cerveza que casi la tenía en su boca y los enfrentó a todos de esta forma…
- ¿Qué nadie se va a reír de esa “pendejada”?
- No Pedro. – Se levantó Agustín -el viudo-
y señalándole de una forma muy grave, le aclaró…
- Mira Pedrito. Tú estás equivocado. Y me perdonas que
te lo diga de esta forma: ¡tan directa!
…Pero es que no tengo otra.
- ¡Ah broma Agustín…! ¿Y ahora te me vas a rajar?
- No Pedro no es cosa de bromas y te explico… - Y dirigiéndose
a todos los presentes comenzó a plantearles su caso…
- …Como todos saben. Yo fui un hombre casado. Y que al
igual que: Pedrito. El amigo aquí presente.
Me burlaba a batientes
-de estas cosas: que ¡son sagradas!-
y todos los acá presentes, se deben recordar.
Cuando tenía a mí esposa viva -¡qué en paz descanse!- y permítanme brindar en ¡su Santa Memoria! –
Todos accedieron se persignaron y brindaron por la memoria de la ya
desaparecida amiga en común. Guardaron un minuto de silencio, en su honor y
después de esto, Agustín retomó su intervención…
- ¡Yo al igual que tú: Agustín…Me burlaba de estas “cosas”
y me mofaba aduciendo que son cosas de “brujerías y supersticiones”!
¡Todos acá me conocen y saben que no les miento!
…Pero en esta ocasión: ¡Y ya han pasado varios años de
que mi esposa…Se nos fue!
He pasado unas épocas riéndome y burlándome.
Como también ¡Hoy! Les vengo a reconocer: ¡Lo
equivocado que he estado en todos estos años!
La soledad me ¡está matando!
Y debo reconocerles que al principio… ¡Lo gozaba y lo
disfrutaba! ¡Qué equivocado estaba!
Hoy el estar solo y viéndolo a todos ustedes que siguen
reuniéndose con regularidad. Con Amor.
Con ese apego de Familia… Qué ya ¡yo perdí!
Y es en este preciso momento en que he acudido a todos
ustedes…Aprovechándome que mañana llega el Espíritu Navideño. ¡Quiero bañarme
en esa Paz!
En esa sensación que en una época -y mire que me jactaba ante mi difunta y se
lo echaba en cara- ¡pues hoy…Aquí estoy!
En cuerpo presente.
Y para confesarte amigo Pedro: ¡No te burles de las
cosas que son “Sagradas”!
El Espíritu de la Navidad… ¡Existe! – Todos los
presentes se levantaron y al unísono prorrumpieron en aplausos y en
reconocimientos por esa gran verdad.
Una vez restituido el orden, Pedro levantó su mano y dirigiéndose
a todos los allí presentes, les pidió el derecho a réplica…
- ¡Aplaudo esa Gran Sinceridad que el amigo aquí
presente, nos ha reconocido, a todos!
…Pero insisto: ¡No creo en el Espíritu de la Navidad!
- ¿Y por qué no crees? – Le preguntó Migdalia, otra de
las presentes.
- Porque: No creo que exista.
- …Pero me recuerdo que el año pasado tú pedías…Un
Carro. ¡Y allí lo tienes!
- Bueno para serles sinceros: ¡Este año me ha ido de
Maravilla!
- ¿Y gracias a quién…? – Le despepitó Migdalia.
- A que mi negocio ha ido en ¡“viento a popa”!
- ¿Y sabes el por qué te ha ido así…?
- Porque me he “partido el lomo” trabajando día y
noche. A que no me he dado descanso. ¡A mí esfuerzo y a mi entereza!
- …Pero el año pasado… ¿Cómo estabas…?
- Muy mal.
- ¡Y fue cuando: Todos aquí mismo rezamos y le pedimos
al Espíritu de la Navidad por ti! – El aludido calló y tragó fuerte. Se percató
de que sus palabras no eran bien recibidas por su entorno.
Presenció cómo su propio hijo…Pedrito se levantó como
un resorte y enfrentándosele le dijo…
- Papi, con el debido respeto: ¡Tú me has enseñado a
que fuera “Agradecido”!
- Es cierto y lo mantengo.
- ¿Tú te recuerdas que el año pasado estábamos a punto
de que tú cerraras tu negocio…No te recuerdas acaso? – Su padre guardó silencio
y bajó su cabeza, a lo que su hijo prosiguió de esta forma…
- ¿Te recuerdas que yo te había rogado para que me
compraras la bicicleta y llorando tú mismo, me dijiste que no podías, se te
olvidó acaso…?
Pues déjame decirte…Que como bien lo sabes…
¡Ya tengo mi bicicleta!
Y el Buen Dios me la trajo… ¡Mucho antes de que yo la
esperara!
¿Y sabes a quién se la debo…?
- Al: Espíritu de la Navidad. – Todos lo escucharon y
fueron testigos cuando bajando su cabeza lo reconoció.
- El reconocer es de sabios. Y el de mofarse es de estúpidos.
– Sentenció Migdalia, quién prosiguió de esta forma…
- ¡Yo sí que creo en estas cosas! Tal como la definió
el amigo Pedro. Pero bueno, ¡todos tenemos derecho a esos “cinco minutos de
imbecilidad” que se nos da, y eso que todos somos necios y hasta pendejos por
querer mantener una “etiqueta” de sobre inteligencia.
Yo le pedí varias cosas al Espíritu de la Navidad, el
año pasado… ¡Y las mas importantes ya se me dieron! Y por eso y por muchas cosas mas, cada vez
que puedo, vengo o voy a donde sea, con tal de rendirle homenaje a ¡Mi Dios tan
bello y querido! – El ambiente era de regocijo y de intimidad.
Agustín aprovechó para pedir el derecho a palabra, el
cual la anfitriona se lo concedió en el acto.
- Quiero alzar mi corazón y mi voz, para elevar una
oración de paz y de amor. (¡Qué de cosas, no? Antes me parecían tan “cursiles”
¿y ahora…?) – Todos lo animaron a que empezara, así que empezó así…
“¡Señor…Tú eres mí Dios!
Te alabaré y ensalzaré Tú Nombre por siempre,
¡Mi Señor!
Y es en este momento en que me dirijo a Ti
…Porque eres Grande Fuerte y Todo Poderoso…
Porque te has dignado a tenerme paciencia.
Porque en mis momentos de Locura extrema…
¡No me abandonaste!
¡Hoy he vuelto a ti, Mi Gran Señor!
Y es en este Sagrado momento y en presencia
de todos mis amigos -aquí presentes-
cuando te pido muy humildemente:
¡Perdona todas mis estupideces!
Perdona todos ¡mis desatinos!
Ilumina mi camino y no permitas que me
vuelva a perder.
Y que mañana cuando llegue: El Espíritu de la Navidad nos ilumine y
nos haga entrar en razón
¡Porque solo Tú eres Mi Dios!
En el Nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo… ¡Amén!”
Todos se persignaron y guardaron un silencio sepulcral.
En verdad, todos estaban asombrados por el tremendo cambio en su actitud. En
años pasados era junto a Pedro los mas pesados y engreídos del grupo. Y ahora…No.
Y eso lo percibieron todos.
Pilin retomó el derecho a palabra y esperando a que
todos se pusieran en disposición a escucharla, y cuando ya se hubo percatado de
que todos la esperaban con atención, entonces aclarándose la garganta comenzó
de esta forma…
- ¡Bueno en verdad que ahora si que me he quedado: “con
la boca abierta y con los ojos sin luz”!
Y pienso que es debido a que…Y se los confieso en voz
alta. Migdalia y yo, el año pasado le pedimos al Espíritu de la Navidad: ¡Eso!
¿Te recuerdas Migda?
- ¡Claro que me recuerdo y aquí está el papel que
hicimos juntas! ¿Lo quieren ver…? – Muchos de los allí presentes se movieron
para cerciorarse directamente y lo vieron.
- ¡Y es un verdadero milagro! – Les informó Migdalia.
- Y para que no les quede dudas…Mi amiga y yo lo
hicimos, le pusimos la fecha y ¡lo firmamos!
- Ósea…Que ustedes dos, fueron las causantes de todos ¿estos
cambios? – Les interrogó muy seriamente Pedro, y ellas le enseñaron su papel de
peticiones del año pasado.
- Bueno lo importante de todo esto es: ¡Qué si existe!
Y que está presto a escuchar nuestras peticiones. Y que jamás nos va a
abandonar. Y que le creamos o no… ¡Actúa! – Migdalia le quitó el derecho a
hablar e interviniendo precipitadamente les anunció…
- Porque las cosas de Dios, ¡son así! Sin ruido, sin
fanfarria, sin trompetas.
¡Dios actúa en cada uno de nosotros…a la calladita!
¿Verdad Pilin? Y perdóname porque te quité tu palabra.
Sigue. Sigue.
- Todos deberíamos llevar “La Navidad” dentro de
nuestros corazones. Y deberíamos estar pensando en que Dios siempre nos
escucha. Y deberíamos darle gracias porque todavía estamos vivos.
Así que dentro de pocas horas…Después de las doce de la
noche de hoy…Arranca el 21 de diciembre.
¡Celebremos juntos la llegada de la Natividad Eterna!
¡Qué nunca desfallezcamos! Y pidamos por aquellos que no han podido, o no han
sabido que esta es una excelente oportunidad para dirigirnos Al Altísimo. O
como quieran llamarlo: Jehová. Yahvé, Alá… ¡Cómo quieran hacerlo! Porque Dios
es uno solo. Es Eterno. Es Paciente. Porque es: ¡Amor!
Y ojalá la Ley del Amor, se imponga en esta sociedad,
tan corrompida y tan violenta.
- ¡Pido la palabra! – Dijo Pedro dirigiéndose a todos.
Y una vez que se la concedieron, se levantó y dirigiéndose
a todos, les dijo…
- Quiero en este momento: ¡Pedirle Perdón a Mi Dios!
Porque Él es un Dios muy Bueno, Sabio y Poderoso. ¡Y me perdonan todos…Pero es
que les estaba echando una broma! Y miren que mi propio hijo me salió “al ruedo”
y se me enfrentó y me hizo reflexionar. Y esto es debido a que mi hijo…Pedrito,
está solamente siguiendo las muchas directrices que yo mismo le he dado.
¡Si Pedrito, hijo mío! Tú tienes razón. Y perdóname.
He querido hacer la labor del “abogado del diablo” y he
salido ¡“trasquilado”! ¡Bien hecho por
todos!
Y en efecto; El año pasado fue muy funesto para todos
nosotros -mi familia- y al igual que en aquella fecha nos reunimos
acá mismo…Y yo le hice varias peticiones a Mi Buen Dios.
…Y las hice “mentalmente” -porque en aquella fecha yo era muy “dogmático”
(¡Pendejo era lo que era!) ¡Pero ya aprendí mi lección!
Y ahora me he quedado anonadado al ser testigo de este
tremendo cambio que ha dado: ¡Agustín! Y lo celebro en el alma.
…Pero aun cuando es mañana, cuando llega… ¡Ya tengo mis
peticiones para el próximo año! Y en verdad, ya no me importa mucho.
¡Yo creo firmemente en Dios!
Y si Él nos ha enviado a su Espíritu para que nos
anuncie el principio de la Navidad… ¡Bienvenido sea!
Por esa razón es que les pido que aunque no crean en
esto, no se olviden: Mañana 21 de diciembre llega nuestra Navidad.
¡Celebremos pues la llegada del Espíritu de la Navidad,
a todos por igual!
¡Y que el Buen Dios nos Bendiga a todos por igual!
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