“Me
sucedió de esta forma…”
- Pero es
que ¡imagínate nos estamos viendo
después de veinte años y me vienes a pagar mi cuenta! – En verdad que me sentía
muy incómodo, no me parecía nada bueno que este amigo que estuvo escondido en
mis recuerdos y que apenas apareciendo ahora, sea él el que me pague mis consumos.
Se lo hice saber de diversas formas, pero él ya había solventado todo y poco
podía ya hacer.
- No le
pares a eso. ¡Hoy por ti…Mañana será por mí! Y de eso no me cabe ¡la menor
duda! – Su atención se posó en el empleado que le traía la cuenta y sin mediar mas nada, metió su
mano a uno de sus bolsillos en el pantalón, cuando entró otra llamada. Nervioso
se apresuró a sacar el dinero y de una forma muy veloz, le pasó unos cuantos
billetes, haciéndole señas al hombre de que se quedara con el cambio.
Y sin esperar
respuesta alguna, atendió la llamada.
Nuevamente
lo ví como se comportaba.
Muy
nervioso. Se pasaba la mano por su cara
una y otra vez.
Muy
inquieto. No conseguía tener sus manos
quietas.
Miraba con
ojos brotados, vi como comenzó a sudar.
Respondía
con monosílabos y mirando hacia arriba, como tratando de ubicar a quién lo
llamaba.
Pasaron
unos minutos de tensión.
(En los
cuales hasta yo me sentía por ese efecto del mimetismo, “envuelto en esa onda
que no pude percibir en su totalidad”)
En verdad
ya me sentía muy inquieto.
Había algo
en el ambiente que no me presagiaba nada bueno.
Pero…Era
necesario andar “mosca” y seguir el desarrollo de los acontecimientos…
Pero con
“ojo muy clínico” debía andar con “pie muy firme” y no demostrar desconfianza,
ni temor alguno. (Esfuerzo que no poseía.)
Ya su
presencia no me era grata, aunque reconocía que él pertenecía a mi pasada
infancia.
(Y eso no
dependía de mi…Era el destino.)
Pero no
por eso dejaba de sentirme irritado.
Y era que
todo se me estaba desarrollando de una forma muy rápida, muy veloz y a decir
verdad; ¡no estaba preparado para eso!
- Mira.
¡Necesito que te quedes con todo esto! – Me dijo mientras me traspasaba a mi
poder, tanto esa valiosa pieza tecnológica como su envoltorio.
- Pero.
Pero. - ¡Me dejó perplejo! No pude entender del porqué de esa forma de actuar.
Porque me
pregunté: ¿Cómo es eso que se deshacía de sus pertenencias tan valiosas…?
…Qué
incógnita se estaba tejiendo… ¿Por qué?
¡Que no la
pude visualizar! ¿Qué…Qué…?
- ¡Por
favor ayúdame! Que se me acaba de “voltear la tortilla” – Me argumentaba de una
forma muy imperativa, (¡Lo vi que seguía temblando y ya sus movimientos no los
podía controlar!)
- ¿Qué se
está “volteando la tortilla? ¡…Pero…!
¿Cuál…? …No entiendo nada de lo que te está pasando…
…Pero: ¿Por
qué ese cambio tan brusco…?
Que me
indicaba que se había metido en algún problema, desconocido por mí.
Pocos
segundos tardaron en que de repente se marchó, pero antes de irse me dio las
siguientes indicaciones…
- ¡Ten
mucho cuidado con esto que te estoy traspasando!
- ¿Pero te
vas? ¿Y me vas a dejar…Aquí? – Le requerí con mucha premura y desasosiego. Pero
ya tenía todo preparado para irse y a regañadientes prácticamente me gritó…
- ¡Es
preciso que me vaya! ¿No me entiendes? ¿Quieres que me maten delante de toda
esta gente…? ¡Quédate con todo esto, y es posible que no te hayan visto conmigo…Es
posible!
Ya conocen
mi maletín. Y con seguridad que van a tratar de quitártelo.
- Pero…
- ¡Ya va,
ya va! Escúchame primero. – Guardé
silencio en espera de sus instrucciones.
- ¡Ten
mucho cuidado! Tú vida corre peligro, sino haces lo que te voy a indicar.
- ¿Qué…? –
(…Cómo era eso de que mi vida corría peligro… ¿Y eso a cuenta de qué…?)
- No
trates de salir con este equipaje así por así.
Tienes que
disimularlo y muy bien.
Recuerda
que hay varias salidas. (…Y puede que ya estén controlada por “ellos”)
Y con
seguridad están apostado personal de ellos. (¡Y son muy peligrosos y
despiadados!)
Qué no te
lo vean. Pues aunque no me lo creas…
(¡Hazme
caso carajito! No estoy “inventando nada”)
Te pueden
pegar una cuchillada o varios pepazos.
No sé cómo
te la vas a ingeniar. Pero es preciso que de aquí saques esto.
(Pero con
sumo cuidado)
- Pero
sácalo tú… ¡No me metas en ese berenjenal! – Pero no me escuchó y agarrándome
con fuerzas me imploró…
- ¡No
puedo! ¡Soy hombre muerto!
Y debo
huir velozmente. A ti no te conocen.
…Y si
logras sacarla…Sano y salvo…
¡Es tuya:
la laptop!
Cuídame el
maletín…Nadie debe abrirlo.
¡Nadie…Ni
tú mismo! ¿Ok?
Aun no te
han visto. ¡Cuídate! – Y salió corriendo.
¡Y me he
quedado allí…Sólo!
Ya no me
sentía tranquilo, ni satisfecho.
Mi paz y
mi relax…Me las habían despojados.
En medio
de tantas y tantas personas, por primera vez todos me parecieron “sospechosos”
De ninguno
me confiaba. Temí por mi vida.
Desquiciada
mi mente, se me antojaban “enemigos ocultos” que me esperaban para
descuartizarme. ¡Qué horror!
¿Cuándo iba
a imaginar que a mí, a mí mismo “me voltearan la tortilla” y por qué…?
¡Qué
pesadilla! ¡Qué desazón!
Me sentí
en “un estado de conmoción” y despojado de mis derechos humanos.
Estaba
angustiado y para colmo: Desesperado.
Con la
posibilidad -muy cierta- de que me hayan visto con él. (¿Y quién podía
negar esa versión?)
¿Y él?
…Salió “como ánima en pena” pronto se me
perdió de mi campo visual.
Me quedé con “el cuerpo del delito” sobre la
mesa. Instintivamente busqué al mesonero, por aquello “por si acaso”, pero no
pude verlo al instante…
¡Dios! ¿…Y ahora…Qué será de mí…?
…Mañana
seguimos ¿Sí?....
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