“Conversaciones con don Carmelo”
¡La vida…! ¡…La vida, mi “querido saltamontes”!
Dic…2.014.-
Don Carmelo suspiró largamente. Y no agregó palabra alguna, de
repente miró hacia arriba ya que en ese preciso instante pasaban volando sobre
su cabeza dos palomas. Una era de color oscura y la otra era blanca, siguió su
vuelo. Y cuando giraban ellas, él movía su cabeza y su cuerpo para instalarse
en una mejor posición y seguirlas viendo.
Después de unas peripecias, procedieron a posarse sobre un tejado.
Una al lado de la otra.
La de color blanco comenzó un cortejo extraño, y la oscura le
prestaba su atención.
Los dos observamos alelados todo esos procesos y de repente abrió su
boca y comenzó…
“¿Qué
sería del hombre…Si no contara
con el amor…?
Seríamos como una vasija vieja y sucia…Pero vacía…
¿Y qué podríamos decir de la mujer…?
La fragancia que de su ser emana…Subyuga…
¡Ay mujeres bellas y hermosas!
Sabio fue Nuestro Creador.
Que de nuestra costilla, sacó ¡nuestro mayor tesoro!
¿Qué sería de nosotros los hombres…?
Perdidos andaríamos por esta faz inhóspita de estas
tierras
Vastas y poderosas…Don abundan los enemigos a granel.
¿Qué sería de mí…?
¡La alegría que me causa la mujer…Que revive mi ser!
Mueve y sabotea todo… ¡Pero de ellas somos!
Es lo mas bello
y hermoso que ha sido creado,
Y sin ella…Yo perecería ¡con seguridad!
¡De ti vengo y contigo voy…Te amo: Mujer!”
Tuvo que terminar su alegre
prosa, ya que sus muchas lágrimas le impedían.
Y no me había dado cuenta de
este detalle, estaba absorto contemplando el cortejo de las aves y tan solo lo
escuchaba, en verdad oí que su voz se le estaba quebrando y asumí que era por
la efervescencia del poeta que en ocasiona lo aborda.
Se secó sus ojos
lagrimosos, limpió sus lentes y con insistencia fingía que seguía mirando -sin lentes-
pero creo que nada veía. Bueno son gajes del oficio.
- En mis ochenta y siete
años de vida…He amado. Así como también me han amado.
La mujer es lo mas divino
que nos legó Dios. Y cuando -antes,
¡claro está!- yo las tocaba y me fundía
en su amor…Deliraba de la inmensa alegría que esto me ocasionaba.
No hay mejor droga: ¡Que el
Amor!
No hay mejor: Elixir ¡que
una mujer!
¡Nada lo puede superar…Como
tampoco igualar!
…Te voy a contar cuando ¡esa mujer! Hizo ¡que se me cayeran las
medias! ¿Te interesa…?
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