“Conversaciones con don Carmelo”
…Inspirado en sus amores ya pasados…
Jueves…16…Octubre
- ¿A quién a mí? - ¡No lo
podía creer!
Este “ya bastante
pasadito de años” está poniendo en entredicho mis principios.
Y asombrado lo pude
detallar, así que no me quedó mas remedio que contemplar a mi interlocutor –se
encontraba muy serio, cáspita pensé y ¡tragué duro!- Al parecer ya no estábamos
hablando de “cosas mundanas” y creí muy oportuno comenzar a fijar distancia…
¡Estoy anonadado!
- A ti. – Me señaló con
mucha seriedad y su ya desgastado dedo casi se me hundió en mi pecho.
- ¿A mí? Está loco –y perdone mi atrevimiento y a sus muchos
años que lleva encima- Pero la verdad es
que siempre he sido “un caballero” ante cada una de las féminas que me han
tocado.
Y si es una de sus
“bromitas” es mejor que me la defina con tiempo.
Y ¡qué lástima que no
haya una de ellas para corroborar lo que acá le afirmo!
Mire: “A las mujeres ni
con un ramo de flores… ¡Se le da es con la mata entera!”
- ¡Je, je, je, je! Pero primero lo primero… -
¡Ufff qué alivio! ¡Fue un mal chiste suyo!
- La fase del
“encantamiento” que no es mas que cuando ella queda “mareada”
…En ese momento en que te
está “viendo con sus ojitos repletos de amor”
Y en el que uno “algo” tiene que hacer…Como por ejemplo…
- ¡Si es cuando se le
echa el insecticida!
- ¿Estás loco? – Me lo
dijo mientras se reía a borbotones.
- Cuando hay que “darle
duro con ¡el látigo de la indiferencia!
- ¿Qué…? ¡Éste se volvió
loco de remate!
- Era solamente para
oírle la lengua… - No quise que se me volviera a enojar.
- ¿Para oírme la lengua?
Yo te creo capaz de eso y ¡de muchas cosas mas!
Bueno pero en todo caso
¡eso jamás se le hace a una bella mujer! ¡Nunca!
Se le trata con mucha
ternura, con mucha dulzura, se le dice “cositas bellas” así a la pata de la
oreja…Así…Así… - Y comenzó a abrazarse a si mismo y a besarse sus propias
manos…Yo disfrutaba de sus cosas.
En verdad un vejete como
este y con ese ímpetu por vivir, eso no se ve todos los días.
- ¡Pero! ¿Qué tampoco
sabes eso?
- Claro, claro. – Llegué
a sentirme muy humillado, ¡claro que sabía!
Pero me da pena
confesárselo.
…Son cosas mías… Preferí
guardar prudente silencio.
- ¡Hummm! se te ve “una
cara de baboso…” ¡Es que te estoy viendo bien y ya te creo de lo que eres
capaz! Sólo te vas a quedar, ¡so
zopenco!
…Bueno es mejor que
escuches “a tu Maestro” y ¡no me vuelvas a interrumpir con tus barrabasadas
estúpidas que no tienen explicación alguna! Yo te vengo a contar es de cosas
muy buenas, que te enaltecen y que te pueden elevar ante todas esas
preciosuras.
¡Qué lástima que yo sea
ya muy viejo y que ya los años me están empezando a encorvar!
(Aunque te digo que en
mis tiempos ¡jamás vi mujeres tan hermosas como las de hoy! –Y pienso que esto
no fue justo por lo menos para mí. Pero eso es motivo para otra conversación.
¡Ji, ji, ji, ji!
¡Juventud Divino Tesoro…!
Qué bonita es la vida.
¡Ni te imaginas como a mi
edad yo trato de divertirme! Hoy en día disfruto lo que antes nunca le presté
atención.
¡En fin, son mis cosas, y
creo que en nada te interesa! ¿Verdad?)
Pero eso no te da derecho
a faltarme “el respeto” que me debes.
Y te exijo que me
“muestres algo de respeto” pero
bueno, creo que es demasiado pedirte…
¡Así que comienza a
respetarme tal como me lo merezco! ¿Ok?
Es mejor que continúe con
esos recuerdos míos…
.....Continuará....
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