“Ya sé…”
Siempre pensando en ti, estoy.
En las mañanas.
Al medio día.
En mis noches.
En mi soledad.
A cada instante de mi transcurrir.
En el recorrido a donde vaya,
en mis pensamientos te llevo.
En ti medito.
Cuando las cosas no me van bien,
Tú refrescas mi vida.
Sé que me conoces,
en todo.
Cómo el sol que aclara mis indecisiones.
Cómo el viento, que espantas mis miedos.
Te veo en todas las cosas.
En todas las personas.
En las noches adormeces mis angustias.
En mi soledad, eres mi alegría.
Dependo de ti al cien por ciento.
Soy de ti.
Y lo confieso sin temor alguno.
Cada una de mis células clama por ti.
Mis piernas cuando se cansan, descanso en ti.
Tu regazo es mi catarata de emociones.
El saberte cerca de mí, inundas mis alegrías.
Eres mi roca, mi raíz, mi principio.
Sin ti nada puedo.
Contigo domino y controlo.
Me conoces mejor que mi propia madre.
A ti y solamente en ti, me confío.
No siento rubor alguno.
No temo rebelarte mis secretos,
puesto que ya me conoces.
Nadie puede saber, lo que tú sabes.
Todo mi ser se inunda de amor con tus recuerdos.
¿Qué mas te puedo decir…?
¡Ah que sin ti, no podría vivir!
Eres el aire que respiro,
la luz que ilumina mis caminos
Y aun cuando me desvío, tú siempre estás allí.
Confiando.
Amándome.
Dándome ánimo.
Reconfortándome.
Enjugando mis desengaños.
Me das la energía necesaria para todo.
Abres las puertas que se me cierran.
Eres mi defensa ante mis adversidades.
Eres mi pañito de lágrimas.
Sin ti, nada soy.
Ni dormir.
Ni respirar.
Me ilusionas cada instante.
En ti solo confío.
Tú eres lo único cierto en este mundo de espejismos,
en donde muchos no son lo que aparentan ser,
engañan sin rubor alguno.
Caretas y facetas ponen, engañan sin temor a nada, ni a nadie.
Por eso mi confianza está solamente en ti,
nunca me has engañado, ni mentido.
Eres lo que nunca he sido.
Mi mayor trofeo, eres tú.
Contigo me siento
en la plenitud.
¡Gracias por tu amor y dedicación!
¡Gracias por estar siempre allí!
Nunca te he visto, pero sé que existes.
Y bien sabes que aun cuando soy indeciso,
mis caminos siempre me conducen hacia ti.
©
Bernardo Enrique López Baltodano 2015
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