“Al
parecer…Así es…”
- Recuerdo aquel día, en que iba con mi padre, siendo apenas
un niño. Íbamos caminando por una calle muy florida, iba con unas sandalias
todas destruidas.
Mis dedos sobresalían y el talón ya estaba demasiado
desgastado.
Mi padre, pobrecito él. –Y lo digo con tristeza-
Y digo así, puesto que él siempre trató de darnos lo mejor...
Pero nunca triunfó.
El caso es que tenía mucha hambre, y cuando uno es niño no
entiende de razonamiento alguno.
¡Yo tenía mucha hambre! -Y hasta las tripas me sonaban- ¡no aguantaba mas!
Y para colmo pasamos por ese restaurant tan bello y elegante,
en donde solamente se veían gente muy encopetada.
Éramos muy pobrecillos.
Mas era el tiempo que él pobre viejo se la pasaba trabaja que
trabaja, y le pagaban siempre con una miseria.
¡Y no nos alcanzaba para nada!
Mi madre se la pasaba lavando y planchando ropa ajena, y el
viejo trabajaba en una fábrica… ¿Y…?
Cuando le pagaban…No alcanzaba para nada.
El caso era que cuando pasábamos por ese local tan respetado y
caro…
Pues ¡ese olor alborotó
mis tripas!
¡Qué de especialidades hacían allí!
Pero en mi mente de niño pobre, yo me imaginaba allí sentado
comiendo.
¡Alegre me sentía, llenando mi panza!
Y comiendo todas esas especialidades.
Pensaba y ansiaba todo esto…Pero ¡igual el hambre me acosaba!
Y mi viejo me decía al oído…
- No tengo dinero.
- Pero papi, ¡es que no he comido y estoy mareado!
Mi padre me miraba con esa cara de perdido y angustiado.
Volvía a ver, pero la gente que estaba adentro nos miraba con
mucho desdén.
…Para ese entonces ¿qué podía imaginarme de eso de “la lucha
de clases”?
…O de qué cómo era hijo de quién era…
¡Pobre hasta la médula!
¿Nos despreciaban por eso…?
…Hoy siendo ya mas viejo, entiendo muchas cosas, y me da mucho
pesar con mi progenitor.
Él metió sus manos en todos sus bolsillos…
Dos o tres monedas. ¡Eso era su capital!
Hoy recuerdo con intensa amargura, su sufrimiento. Su vergüenza.
Su honor herido tantas y tantas veces. ¿Y por qué?
…Porque era un pobre diablo…
…Porque nació en una época en que no debió nacer…
…Siendo tan honrado como era, ¡nunca engañó a nadie!
Siempre hizo lo que creía que era lo conveniente.
…Pero no era inteligente. No tenía malicia.
Era carente de la maldad necesaria como para acumular dinero.
Y siendo pobre como éramos.
Él ayudaba a sus vecinos.
- Son mas pobres que nosotros. – Nos decía como justificativo.
– En ocasiones él dejaba de comer para dárselo a algún niño mas pobre que
nosotros.
Hoy…Me arrepiento. ¡Y quisiera caerme a cachetadas yo mismo!!
Porque…En esa ocasión y en otras mas…
¡Formé el berrinche!
Y le exigía que me diera de comer a mí, que soy su hijo.
Que no le dé mas, a nadie mas…
Solo a nosotros que éramos su familia.
No entendía -tal como
hoy lo hago- era apenas un infante con
hambre.
No puedo castigar a aquel niño que iba de su mano…Y tenía
hambre.
Son cosas que hay que vivirlas para poder entenderlas.
Ya a esta fecha, él se nos fue. Murió como vivió…
Pobre y desamparado.
Mi mama se las vio muy negras para poder terminar de criarnos…
Pero ya sin él. Que era su sostén. Su soporte.
Su amor.
Su ausencia…No me llena en nada, de él solo recuerdos tengo.
Cuando me hablaba sobre ese dicho que dice: “pobre, pero
honrado” ¡Ay mi pobre mi viejo!
La pobreza, no tiene mérito alguno.
¡Es que no tiene nada! ¡Solo humillación!
Nunca entendió eso.
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2015
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