“Estoy…Aterrorizado…”
- Escúchame Pilin lo que
te voy a contar:
Ayer en la noche -y por supuesto- estaba
dormido. ¡Rendido!
Me había acostado muy
cansado, tuve un día ¡de esos que te
tocan de “vez en cuando”!
El caso es que llegué y
ni siquiera cené. ¡Patatús!
Abrí la puerta de mí
cuarto…Y… ¡Zas!
Directo a la cama. Con
ropa y todo.
¡Me quedé dormido!
No sabía qué hora era…Pero
ya era fastidioso.
La verdad es que por allá
sentía el ring-ring del teléfono.
¡Ring-ring-ring!
Pero ¿Yo? No tomaba la
llamada.
¡Ring-ring-ring!
¡Ya me tenía harto!
Así que me tocó
levantarme y es cuando me doy cuenta, que ni siquiera los zapatos me había
quitado.
Levanto el auricular:
¿Sí? – Y pregunto…
¿Y sabes quién era?
- Ni idea. – Le respondió
de inmediato.
Y le hizo señas para que
continuara con su relato.
- Era: Félix.
- ¿Félix…Cuál chico…?
- Ya vas a ver. Espérate
no te precipites.
- Dime.- Le respondo
dormido.
Y él comienza a hablarme
muy rápido y yo le dije: ¡Espérate chico!
¿Qué hora es? – Le
pregunté y él no me respondió, sino que continuó diciéndome…
- Mira loco, te estoy
llamando a esta hora, porque tengo que irme. ¡Tengo que irme ya!
¿No me entiendes?
- ¿Irte…Adónde? ¿Qué hora
es?
Y no me dijo la hora,
sino que siguió hablándome como un lorito…
- ¡Cállate y déjame
hablar!
Me tengo que ir, pero el
viaje que íbamos a hacer a Punto Fijo, hazlo tú en mí nombre.
Yo no voy a poder ir.
- ¿Y para eso me
despertaste? – Silencio.
No me respondió nada. Y a
los pocos segundos me dijo…
- Bueno ya lo sabes. Vete
tú solo.
Ya me tengo que ir, nos
veremos dentro de poco tiempo…Cuando vuelvas yo te voy a buscar ¿Me oíste?
- Y el teléfono comenzó con ese pitito
que te hace cuando se termina una llamada.
Para serte sincero…Creo
que me dijo algunas cosas mas…Pero ¡yo estaba dormido aun!
Yo solté el teléfono y le
dije cuatro vainas.
Porque ¿Cómo se le ocurre
despertarme para decirme que no va a ir conmigo a Punto Fijo?
¡Está loco! ¡Debe estar
loco de remate!
Y me volví a tirar a la
cama a seguir durmiendo.
…Pero no me dejaron.
Nuevamente comenzó a
sonar ese bendito aparato.
¡Yo no quise atenderlo
mas!
Pues pensaba que era ya
una bromita muy pesada.
¡Ring-ring-ring! ¡Ring-ring-ring!
Pensé. Voy a tener que
responderle esa llamada, porque si no va a despertar a todos en la casa.
Y tomé nuevamente el
teléfono, ¡molesto con ese carajo!
…Y era su hermana…
- ¿Su hermana? – Pilin lo
observa y se da cuenta que ese hombre está bañado en sudor y no encontraba en
donde dejar sus manos quietas.
Se movía de un sitio a
otro. No tenía paz.
Fue tanto que la mujer
sintió todo lo que ese pobre hombre sentía…Y ella misma comenzó a temer lo peor…
- Si. – Le respondió
mientras se mordía la uña, mirando de un sitio a otro.
- ¿Y qué quería…?
- Para informarme que
Félix acababa de morir en un accidente automovilístico…Se quedó dormido al
volante.
- ¿Quéééé? Si acabo de
hablar por teléfono con él.
Le respondí. Ella estaba
llorando. Desconsolada.
Me pidió que fuera a la
morgue a reconocer el cadáver.
- ¿Y fuiste?
- ¡En el acto se me quitó
el sueño!
Corrí y saqué el carro, y
llegué a la morgue.
Allí pedí ver el cuerpo
de mi amigo.
Me llevaron al sitio.
Yo estaba temblando del
terror…
¿Pero: Qué mas podía
hacer, pues?
Abrieron esa nevera
enorme y sacaron la bandeja…
¡Era él! Todo amoratado.
Me costó reconocerlo…
Pero era él.
¡Allí estaba!
Pero… ¿Cómo me pudo
hablar por teléfono….?
Si ya era un cadáver.
¿Cómo?
…Y lo peor…Es que me
dijo:
¡Pronto nos volveríamos a
ver…!
¿Qué hago ahora…?
Mira estoy con la misma
ropa.
No me he podido cambiar.
Estoy a punta de café y cigarrillos.
Hoy mismo lo enterramos.
Vengo de su sepelio.
Eso fue horrible. Su
madre. Sus hermanas.
¡Todos llorando su muerte
tan violenta!
…Pero…Mañana teníamos que
irnos a Punto Fijo…
¿…Y después qué…?
…Él dijo que me venía a
buscar…
¿…Para qué…Me pregunto yo…?
– La mujer lo abrazó y sintió en carne propia el estado anímico en que se encontraba
su amigo…
….Pero: ¿Qué podía
decirle a todo esto…?
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2015
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