“Hola Arianita”
Dedicado a un ser muy especial…
Un ángel del Señor.
(De una forma u otra todos tenemos a nuestro alcance un ángel del
Señor. ¡Aleluya Gloria a Dios!)
Hasta la escuché cantando silenciosamente.
Me quedé extasiado observándola.
(Y su
padre me decía: ¿La ves?
Y le
respondía: ¡Es
maravillosa la obra del Señor!
¡Cuántos
recuerdos tan agradables se agolpaban en mí ser!
Su papa de
alguna forma –desde el sitio en que estaba- me
hacía “vivir”
nuevamente todo ese torrente que yacía dormido en mí…)
Ya no sentí temor alguno.
Al contrario una profunda y muy emotiva paz me embargó y me invitó a
imitarla.
Y eso hice.
Me sentí: ¡Súper bien!
¡Qué maravilla! Jamás pensé que esa noche estaría allí rezando,
alabando y menos aún en compañía suya.
Allí estábamos los dos, pidiéndole a Nuestro Dios que nos orientara y
nos protegiera.
En un momento ella, cesó y se levantó muy alegre.
- ¡Ya! ¡Papa Dios me prometió que te iba a sanar!
Escuché en alguna parte una lejana canción, fue creciendo
exponencialmente.
Eran estribillos de alabanzas.
Primero los escuché lejanos, pero de repente ya los tenía allí mismo.
Arianita me vio y en sus labios se dibujó esa sonrisita que en antaño
le veía y me preguntó…
- ¿Escuchas? – Y ya para cuando me hizo la pregunta ya no era un eco.
Se había magnificado ese hermoso canto.
La habitación se encontraba muy iluminada.
De esa claridad tan intensa en que no se puede apreciar ningún tipo de
oscuridad.
“Santo, Santo,
Santo, Santo, Santo es el Señor.
Señor del Universo
llenos están los cielos y la tierra
de su Gloria.
Hosanna en el Cielo.
¡Bendito el que
viene en El Nombre del Señor…!”
De mas está decir que me conmovió.
E hizo brotar en mí aquellos bellos sentimientos
de hermandad y amor. Muy sublime todo esto.
Y comencé a llorar, pero de esa inmensa alegría
que provoca estar en presencia de esos ángeles que coreaban tan hermosa
melodía.
Pronto sentí como ella misma me acariciaba mi
cabeza y me arrullada, diciéndome…
“Papa Dios existe José”.
Siempre.
Y Él está acá entre todos nosotros.
Y tú siempre habías rezado y de un tiempo para
acá te has apartado de Su camino.
Vuelve a Dios. No temas que Él no es malo.
Él nos ama como nadie nos ha podido amar.
Cree en Él y ya verás que pronto nos volveremos a
reunir.
…Yo estoy bien.
Nos cuida a todos nosotros. Y he querido venir a
verte y de tanto y tanto pedirle… ¡Me lo concedió!
- ¿No es fantástico todo esto?
Y por esa razón puedo estar en este momento
contigo.
Pronto tendré que irme, pero nunca te olvidaré.
Y espero que tú no me vuelvas a olvidar.
Recuerda que cuando tú ibas a casa de mi papi, yo
misma te atendía.
¿No te recuerdas?”
Yo misma te llevaba la taza de café. Y para
mí no fue una obligación y lo hizo y lo
volveré a hacer.
Ciertamente todos esos recuerdos llegaron a mi
mente y mientras me hablaba todo florecía en mí tal como si lo estuviese
viviendo en la actualidad.
- ¿Y tú papi? – Me atreví a preguntarle y ella me
miró con esa forma de mirarme que tenía en esa época y sonriendo me informó…
- Mi papi está bien. Pero en esta ocasión no pudo
venir. Pero él me dijo que te dijera que siempre estás en nuestros
pensamientos.
Que pide mucho por ti, para que no ¡te pierdas
mas nunca!
¡Jamás te olvidaremos!
Él te quiere mucho. ¡Ah y ya no fuma!
- ¿De verdad? – Recordé que él parecía una
chimenea, prendía uno con la colilla de otro.
Y se fumaba –en ese entonces- varias cajetillas
de cigarrillos por día.
Y su esposa le peleaba siempre, pero nunca le
hizo caso.
- ¡Ni uno solo se fuma ahora! Papa Dios no se lo
permite. Y mi papi le obedece.
Y tú deberías abandonar ese vicio también. – Y
mirando con mucho cuidado comenzó a ponerse un tanto seria y me fue diciendo…
- Pero en verdad, no me recuerdo haberte visto
con un cigarrillo en la boca y cuando mi papito te ofrecía, tú no se lo
aceptabas.
¿Y por qué ahora fumas? – Me miró con esa mirada
que me partió el corazón.
No supe articular una razón valedera.
- No sé en verdad.
Quizás por las preocupaciones.
Por problemas… - Titubee por largo rato.
Y fue tanto que ella bajando su mirada me indicó
como si fuese una maestra de escuela…
- ¡No debes fumar mas! – Y acto seguido continuó
con su juego de estar brincando y saltando.
- No has cambiado nada. – Me dije mas a mí mismo
que a ella. Me escuchó y como respuesta se sonrió y continuó diciéndome…
- ¡No debes fumar mas! – En ese instante me
recordé de la quemada tan funesta que minutos antes me había dado.
Pero para sorpresa mía…No tenía nada.
Ni siquiera una sombra.
¡Nada!
Con estupor me chequee con mucho cuidado, me
costaba creer…
- ¡Ja,jajajajaja! – Escuché su risita contagiosa
y burlándose de mí, me señalaba echándome en cara…
- ¡Antes creías en los milagros! – Y eso me sonó
como una cruel cachetada –no que me la hubiese echado ella, sino porque era
cierto- ¡era un mensaje divino!
¡Claro antes era practicante de las enseñanzas y
del Amor Divino!
- Tienes que volver a Nuestro Grupo de Oración…
Me dijo. Y eso me cayó como una premonición.
Me quedé avergonzado.
¿Cómo podía dudar de un favor celestial?
Entré en una fase de remordimiento.
Arianita tenía razón.
Me he apartado demasiado del Camino Celestial.
Me he imbuido en las cosas terrenales, que aunque
son importantes –pero me he apartado- y eso no es nada bueno.
No me di cuenta en que instante se fue.
Tan solo sé, que ya estaba nuevamente solo.
Un sentimiento de abandono se prendó de mí propio
ser.
Así como vino, se fue.
Sin escándalo. Sin fanfarria.
Inundó mi cansado corazón de esa belleza y de ese
ímpetu que solo un Ser Ascendido puede tener.
En su partida, pude apreciar que mis muchas
preocupaciones se habían desvanecido.
Mi paz se anidó nuevamente en mí, pero en esta
ocasión no era esa paz terrenal, no.
Renovado. Un nuevo ser renacía.
Alegremente me sentí. Ya nada me causaba temor
alguno.
Observé nuevamente mis dedos…No tenían nada.
Todo era normal. Con alegría en mi corazón,
procedí a acostarme nuevamente.
Recuerdo que puse mi cabeza en la almohada…
Cuando salió el sol, inundó en mí cara –por la
ventana que dejé abierta- me levanté de un solo movimiento.
Un caudal de nuevas alegrías, de aciertos entró a
mí ser.
Inusitada fuerza me hizo levantar de un solo
movimiento.
Un nuevo día, un nuevo ser, miré al sol de frente
y sin querer le dije:
- ¡Entonces es cierto! ¡Siempre has estado en mí!
Maracaibo; miércoles 23 de julio del 2. 014.
Bernardo Enrique López
Baltodano.
Belbaltodano.-
Información adicional
Los sueños son una
cosa seria, me explico:
En estas mañanas (de este
mismo mes de julio-14) me levanté con esa sensación que me produce cuando sueño con alguien.
Pues bien,
estuve madurando muy bien todo, pero cuando me senté a escribir… ¡Salió este relato!
Lo cierto es
que le pedí disculpas y me comprometí con este Ángel tan bello en que en otra ocasión será…
Me miró con esa
mirada que me echaba y apuntándome con su dedito me dijo:
“¡Qué no se te vaya a olvidar Bernardo, mira que no sé si Papa Dios
me volverá a dar otro permiso!”
(¡En tremendo
berenjenal me estoy metiendo! Porque en vida era muy persistente y hasta que no
lo lograba, ¡no me dejaba en paz!)
…Confiado, sigo en espera de
que en algún momento…Salgo de esto…
Mi tarea aún no está completa…
Espero en algún momento
poder hacerlo.
Bernardo
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