“Conversaciones con don Carmelo”
¿No?
¡Tantas y tantas trampas que le puso
el desgraciado! Pero el muy taimado, se las pasaba toditas. Tenía una red de
informantes.
Hasta las mismas mujeres que le
servían al gobernante, le informaban.
Cómo será que hasta la misma misia
Juana –que era su mujer- le informaba del
“mal genio” de su propio marido…Ya va…
Que no me suena misia Juanita, creo
que me equivoqué; ¡es Jacinta” Misia Jacinta, esta si que me suena!
Pero en todo caso, a espaldas le
seguía informando al ¡ya famoso compadre!
La verdad es que nadie sabe ¡para quién
trabaja!
¿…Te imaginas esto…?
La propia señora Castro le pasaba
información confidencial a quién sería después:
¡Su peor enemigo!
- ¿Cómo así…? – Le pregunté
profundamente extrañado puesto que siempre he creído que la esposa es la que
siempre está en defensa de su propio marido…Ya que es su propia familia…
El Padre de sus propios hijos.
No me quedaba claro esto.
¡Pero bueno la historia es la
historia!
Don Carmelo me miró de reojo y luego
fijó su dura mirada sobre mi humanidad, no decía nada, tan solo me chequeaba.
Al cabo de unos minutos de su estudio
sobre mí…Arrancó de esta forma…
- Bueno en honor a la verdad; debo
volver un poco mas atrás.
Cipriano Castro al igual que su
compadre Juan Vicente Gómez, eran andinos.
Hacendados ambos. Extensiones inmensas de tierras, eran de su
exclusiva propiedad.
Y eran muy prósperos, al parecer el
cabito era superior. ¡Muy verraco!
…Eran depredadores y su voluntad era
cumplida al ¡pié de la regla!
De poder financiero. Ninguno era un
“pelao” y tenían sus poderes…
Si los extrapolamos a la actualidad
¡“serían multimillonarios”!
Dueños y señores feudales.
¿Te imaginas todo el poder que
acumularon en sus tiempos?
Fueron recios en el ejercicio del
poder.
¡Se cumplía “su voluntad”!
Pero “El cabito” era mucho mas fuerte
y poderoso, de hecho Gómez le temía y nunca se le ocurrió contrariarlo.
–Por lo menos siempre fue su superior
jerárquico-
Y no por azar del destino, era y lo
fue su: Jefe.
Además Castro era muy incisivo y ya
te conté que siempre desconfió de su compadre…
Y le puso innumerables “conchitas”
para ver si caía, pero el muy zorro no pisó ¡ni una sola!
Al parecer –y eso es mí teoría- los
poderosos quisieron encajonarlo, pero el hombre –me estoy refiriendo a Castro,
el presidente- nunca se dejó controlar por los poderosos, por los banqueros…
¡los que siempre se salen con las suyas!
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