“Conversaciones con don Carmelo””
¡Es la verdad…duélale a quien le duela!
(…Por si acaso me salen algún “doliente” que
siempre sobran…Por ahí…)
¡Somos igualitos y en nada hemos cambiado! –aunque nos duela…a todos-
Es que somos por condición… “Maquiavélicos”
¿Tercos? …O será mas bien…Brutos…
¡Duros para entender lo que debemos entender! Y eso es desde
antes de ¡Cristo Redentor1
Y la verdad…verdadera es que ¡así seguimos! ¿Y qué le podemos hacer, ah?
¡Guiso por todos lados!
¡Chorizos y morcillas también!
Nos meriendan. Nos sazonan y hasta nos
dejan que nos quememos en esas hogueras: “sólo mata imbéciles”
¿Cuántas y cuantas “revoluciones” se han hecho en este país?
De todo tipo, duración y de sabores muy parecidos.
No hemos cambiado en nada.
¡Ya hasta he perdido la cuenta!
¿Y para qué la sigo llevando?
Me están
volviendo loco.
Desde que llegaron los españoles a las costas venezolanos trayéndonos “sus baratijas” para intercambiar y sacar todas nuestras riquezas.
(Esa época en que violaban a las pobres
indiecitas, que creían en la “buena voluntad” de sus esbirros.)
¿Vas a seguir creyendo en “cuentos de niñitas”?
Cuando los ingleses
intentaron “invadirnos” Y
es que lo intentaron.
(¿Te imaginas esa aberración? Una potencia tan grande como en su época lo fue, queriendo invadir a un país rural como lo fue por aquellos años esta nación…)
y aquel presidente
gritó: “La planta insolente
del extranjero quiere pisotear nuestra patria” ¿Conociste esa historia…? – Y se me quedó mirando tal como una gallina detalla a su víctima antes de devorarla y por supuesto que me sentí intimidado, pero comprendí que esa vehemencia que mostraba mi
interlocutor era muy propia de él,
sobre todo cuando se encontraba muy entusiasmado por el tema que trataba…
Y le respondí como debí hacerlo…
Con el mayor de los
respetos.
- …Creo que vi en alguna parte un dibujo en donde aparecía ese “brillante y poderoso” generalito…
muy machito por
cierto.
- ¿Un “dibujito”
me decis, cuando te estoy hablando de nuestra historia? – Me miraba con furia instantánea e irascible y me lanzó la siguiente pregunta...
- ¿Qué te pasa? ¿Estás creyendo que lo mío es una “locura de viejo”?
Ve que yo no pierdo
mi tiempo con gente loca o vaga…Por
no decirte lo que estoy realmente pensando… - Nuevamente se me encabritó el hombre. No supe responderle. Preferí callarme y presentarle mis respetos en
forma gestual. Y creo que me los aceptó, puesto que bajó su cabeza, para levantarla nuevamente y mirar hacia el
cielo, mientras parafraseaba lo siguiente…
- ¡…Nos encanta una bota…Un uniforme…Nos da “tranquilidad”!
Y de eso se lucró ese “gochito”…
Bueno, a decir
verdad: ¡Cualquiera!
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