“Hiatus”
No me lo puedo creer. Pero es que no logro captar
nada. Y por lo visto, es un ataque certero.
- ¡Dios no me desampares!
Tú eres mi roca y en ti me apoyo.
Me angustia mi desasosiego. No logro calmar mis nervios.
Mi
turbación me enerva. No puedo acabar así.
Debo seguir viviendo. Es preciso quitarme de
encima a mis numerosos atacantes.
…Pero… ¿Cómo?
Cobardemente me han atacado en mi descanso.
En mi sueño. ¿Habré abierto algo funesto…No
recuerdo nada y no sé si he soñado…Qué será?
Se ha abierto una puerta o compuerta del averno.
¿Aquí…En mi propia habitación donde duermo?
¡Son demonios mis atacantes!
Precisos, concisos y sucintos.
Han interrumpido mi solaz y sin amenaza alguna,
han procedido a esta nefasta misión.
…Pero…Lo
que no entiendo es ¿cómo?
¿…Es que tengo cerca ese sitio negro y maligno?
De dónde han procedido es mi… ¡Closet!
Allí guardo mi ropa limpia…Mis cosas.
No logro entender nada de nada.
La presión que ejercen esos desgraciados me está
haciendo perder mi conciencia.
¡No puedo ceder!
Nuevos bríos acuden en mi aciago instante.
Sigo forcejeando. Ahora con renovado ímpetu.
¡Pero no me dejan hendidura posible!
¿Quieren matarme…? Lo están logrando.
- ¡Si, eso es lo que quieren! ¡Eso es lo que
están haciendo!
¿No te has dado cuenta? – He escuchado ese
sonido, el cual no puedo definirlo, presiento que no ha sido por mi sentido
auditivo ya que allí siento una presión insoportable.
Mi cabeza está a punto de estallar.
Es posible que además de ahorcarme, me esté
aplastando.
Es mucha su furia.
Y en verdad, no puedo entenderla.
Como tampoco se me hace luz para poder
comprender, como tampoco entender ni aceptar que de mi cuarto hayan brotado
semejantes sujetos o adefesios.
¡No sé en verdad, definirlos!
Mi estado es indescriptible.
Me falta el oxigeno que es vital para poder
respirar.
Muchas toneladas aprisionan mi pecho.
Además de mi cabeza.
Incertidumbre me atenaza. Esta pesadilla me causa
mucho estupor. No logro estar en paz.
¡No puedo…Me están ejecutando!
¡Dios…! ¿Por qué no me escuchas?
¿No ves lo que me están haciendo…?
No tengo fuerzas para rebatir este ataque en
mansalva.
Nadie acude en mí auxilio.
Me siento y es que lo estoy: ¡Solo!
Mi desamparo, esta incomunicación, este encierro
me está desfalleciendo.
Y es cuando me llega esa inquietud nueva: Debo
dejar mis cosas a buen resguardo.
Debo hacer mi testamento. Debo ser claro y
preciso de manera tal que no se pierda nada de lo que con tanto esfuerzo me ha
costado.
¡Dios! ¿No puedes echarme “una manito”?
Por lo menos permíteme que estos ladrones no se
queden con lo que he logrado, debes dejar que les llegue a mis seres queridos.
¡No es justo que se lleven mi vida y además que
se queden con todo esto!
¡He trabajado y he arado en el mar!
¿Se van a quedar con todo? Por lo menos, déjame
que esto lo hereden mis familiares.
¡Estoy terriblemente aislado! Ni mi clamor tiene
eco. ¡Qué grande es mi melancolía!
Y no hay peor pérdida, que sentirme perdido en mi
propio aposento.
Qué injusto es la justicia. No me lo puedo creer.
¡Pero no me voy a dejar vencer nuevamente!
E insisto. Mí forcejeo es postrero.
Mi orfandad es proverbial.
Epa un momento…
¿Será que me estoy muriendo?
…Estoy en ese proceso inaudito…
Me cuesta creérmelo. No lo puedo asimilar.
…Pero en honor a mí verdad…
Me están ahorcando.
Mucho peso me aprisiona y no sé por cuál de las
causas he de perecer…
…Ya poco me está importando. Estoy en la fase de
entrega, pero tampoco me lo permiten.
Me está vedado todo cuánto aspiro ejecutar.
Todo se me está nublando.
¡No lo quiero! ¡No lo acepto!
Pero en verdad…No me lo están consultando.
Soy un reo de muerte. Y no seré ejecutado por
bala. Tampoco por la silla eléctrica, ni nada parecido.
…Mis cosas, mis pertenencias…esta casa…mi cama…mi
closet. Mis cosas quedarán desamparadas y mi familia, no la heredarán.
Alguien malvado de todo se apropiará.
Lo he perdido todo. Nada puedo retener.
¿…Y de qué me ha servido “triunfar en esta vida”
si muriendo pierdo hasta mi heredad?
…No…No…Imposible…
Mi vida quedará a disposición de mis enemigos.
¿Qué harán con ella?
Sus fuerzas estaban extinguiéndose.
Pronto seré un cadáver a merced de quién...
Seguramente por el hedor delatará que allí estuve
y que pronto me evaporaré.
Estaba en sus estertores. Pero de una forma
inesperada…Volvió a su afán…No cesaba en su luchar…
- ¡No me pueden llevar! ¡No quiero ir al
infierno!- y no sé de dónde saqué bríos…estaban muy bien guardados.
Sigo en mí bregar.
¡Cobardes! ¿Quiénes son?
¿Cuántos…?
¿Y no me pueden ahorcar?
¡Tampoco me pueden triturar! Son tan malos que yo
solo me estoy batiendo a muerte contra ustedes.
Mi derrota les está costando. No me llevaran tan
fácilmente. No señor.
Insisto nuevamente –en verdad casi me he
mantenido en este afán- pero debo reconocer mi cruel realidad.
No puedo.
Ciertamente que mi situación está cada vez mas
patética. Mi sufrimiento ya no puedo describirlo.
Y a todas estas… ¿Para qué me resisto?
…Tengo ya rato en este forcejear, pero a decir
verdad, poco margen de acción me dejan estar.
Son muchos. Son muy poderosos y sobrepasan mis
angustias, mis desventuras.
Y no me quieren dejar ni respirar.
Me sofocan con el mucho peso. Han de ser un
ejército que lo tengo sobre mi propia humanidad.
¿Qué es lo que me impide liberarme de estos
atacantes…?
Siendo un creyente fiel de Mí Creador, no me
dejará fenecer. Sigo manteniendo mi fe, a pesar de todo esto. No puedo
renunciar a ¡ti Mi Señor!
…Pero no ha acudido en mi defensa.
Como tampoco nadie ha escuchado mi clamor.
¿Pero cuál clamor…Si ni hablar me es permitido?
Como tampoco ni mover puedo.
¡Qué tristeza tan grande me embarga! Y en verdad
que es muy fulminante…Y viene de mí…
Ni siquiera en eso me están ganando mis
destructores.
Pero nunca se los manifestaré. Y si me he de ir,
no será por tanto de ellos…Mis energías son las que se me están agotando.
¡El calor sofoca mi ser!
¿Una nueva manifestación en mí contra?
Estoy sudando copiosamente y es tanta que de mi
frente se está inundando mi boca…Y no la puedo cerrar, porque ya no me
pertenece.
Mi cama de repente es puro líquido. Y no puedo
precisar qué es, ni como allí en eso se transformó.
Pero es cierto. Acuoso es mi entorno.
Y el calor me está abrasando.
¡Debo escapar de esta nueva aberración!
Es un líquido pastoso.
Para nada es agradable esto que se está formando
alrededor.
Y no huele nada bien.
Es muy nauseabundo. ¡Apesta!
Letal para mi permanencia.
Ignoro si lo puedo evadir.
Pero no debo seguir ilusionándome.
– Poco a poco fue cediendo de nuevo.
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