“Así es nuestra vida”
Ayer
me monté en un carro de transporte urbano (Carros de cinco puestos, cuatro puertas que por un precio
te transportan de un sitio a otro dentro de la ciudad.) y nada mas
al entrar, sentarme y cerrar la puerta del auto, comencé a escuchar una
conversación que había entre el chófer y otro pasajero que iba en la parte
delantera al lado del conductor.
-
Bueno como te estaba diciendo… - Era el que llevaba el volante conduciendo esta
unidad de transporte público. – Esa “famosa carta de Giordani” no hace mas que
reflejar la verdadera situación del país. – Miró a su oyente quien casi al
mismo instante lo interrumpió diciéndole…
(Antes
me miró de reojo, pensé que no me había visto cuando entré…)
-
Es que yo creo amigo mío, es que si el presidente ordena que se ejecute…
No
sé…Cualquier cosa.
¡Debe
ser obedecido! ¡Claro que así es!
El
que manda… ¡Debe ser obedecido en el acto! Yo como presidente ¡no tolero
insubordinación de nadie! – El que conducía sorteó un obstáculo en su camino,
desviando hábilmente su unidad, antes de interrumpirlo esperó hasta que ya
hubiese controlado ese impasse y mirando hacía la vía arrancó sin darle la
menor oportunidad de réplica.
-
¡Correcto mi broder! Pero el que surja una famosa carta en la que disiente de
su jefe, nos está indicando que hay roces. ¡No están en la misma onda! – El
guía le hizo señas con su mano izquierda para que su pasajero le diera la
oportunidad para poder esgrimir sus argumentos que fueron…
-
Es que cuando el anterior mandatario –antes de morir, ¡claro está!- ese
ministro en ningún momento ¡objetó nada! ¡Para mí es un traidor a la Patria! – Su oyente
le quitó la palabra antes de que pudiese ampliar su tesis.
-
¡Claro! ¿Y cómo lo iba a objetar?
Si
él era su “cerebro” y el ya finado, hacía todo lo que ese “bendito” hombre le indicara.
-
Bueno allí está el meollo de todo esto.
¿Y por qué ahora?
-
Porque se siente ¡solo, triste y desamparado!
Y
este sucesor como que se quiere deslindar en algo de la política obtusa del ya
mencionado.- Por momentos se quedaron en silencio.
Ambos
se dieron esos instantes de “parsimonia” y los hechos de los otros conductores,
los conflictos que generan la circulación tanto de un bando como del otro, amén
de los semáforos, boca calles aunado al paso peatonal, hacen que toda
conversación se circunscriba a todos estos hechos.
Luego
de haber transcurridos unas cuadras, el pasajero que se encontraba inquieto al
igual que el conductor, arrancó de esta forma…
-
¡La cosa no está nada, nada buena! Y estemos claros de que este señor que nos
está gobernando no está haciendo las cosas… ¡Como deberían ser!- Se la puso
fácil a su contrincante quién sin esperar nada a cambio, le lanzó sus expectativas…
- ¿Y cómo deberían ser, pues? – El que estaba
sentado delante de mí, ojeó instintivamente hacia mi persona –entiendo que me
quería divisar, para cerciorarse de mi presencia- y casi al instante como
queriendo minimizar mi existencia, se alisó nerviosamente su cabellera –tenía corto pelo- y al finalizar se pasó
repetidamente sus manos por su rostro y en forma explosiva se expresó así…
- ¡Yo como mandatario doy una orden y si no
me la obedecen…Lo destituyo!
¡Al paredón con ese desgraciado, mal agradecido!
Y si fuese en mí caso muy específico, yo lo
mandaría a poner ¡preso en el acto!
– El que
conducía siguió en sus labores tal como si no hubiese escuchado nada.
Y el hablante en la ausencia de réplica, se
volvió hacia mi persona –que me encontraba aún sin acomodarme mejor en ese
asiento que me había tocado- y casi con sus ojos desorbitados me miró fijamente
y me preguntó directamente…
(Tenía puesta una
gorra, la cual se la colocó de manera tal que no le pudiese ver bien su
rostro…Extraño –pensé-)
- ¿Tú que harías? – La inesperada acción de
quién en un principio me ignoró, me dejó fuera de base y hasta me hizo meditar
mucho –dentro del tiempo en que este señor me señalaba con su mirada y su dedo
que sentía acusador a mi intimidad- y en verdad que me dejó fuera de base, ya
que descubrí que por el retrovisor el mismo chofer me miraba fijamente en
espera de mis palabras –las cuales me inhibí- y preferí responderles con el
lenguaje de mi propio cuerpo y era las que le respondí que: “no tengo opinión al respecto” no mas había finiquitado mis
gestos cuando el que me había preguntado se volvió fastidiado y molesto hacia
su contrincante, y lo encaró molesto por mi forma de respuesta.
- ¿Estás viendo? ¿…Te diste cuenta…? – Me acusaba pomposamente
y descubrí que el que manejaba se sonreía de una forma muy perversa, y
levantando sus manos de forma impotente, resolvió lo siguiente…
- ¡Por eso estamos como estamos y nunca
progresamos! – Hasta en verso le salió. - ¡Son unos traidores a la Patria!
Celebró pomposamente su dictamen y su
acompañante hizo toda la gama de gestos de obstinación y de fastidio que
guardaba en su arsenal.
Esta
forma de actuar, me molestó mucho. Me
hizo quedar como un…Energúmeno…Algo muy pueril… ¡Sucio y recóndito!
Y
me hizo sentir muy incómodo –no desee entrar en esa discusión, que aunque muy
útil y necesaria- en mi forma de ver, poco me interesa.
Mas
me interesa el llegar sano y salvo a mí destino.
- ¡Por eso es que los matan! – Dijo en forma
explosiva mi interrogador y acto seguido sacó una tremenda pistola de color
negra –que me pareció demasiado grande para esa mano- y acto seguido me amenazó
en forma directa…
-
¡Y ahora por ser un malayo traidor a la patria! ¡Baja tu sucia y horripilante
cara…No me mires porque te quemo acá mismo,
en el acto!
Te
voy a lanzar este robo. ¡Ni te muevas, porque
estás murío!!!
Nota:
Mañana continuará este relato. Espero que sea del agrado de ustedes.
Domingo su final...
¡Saludos!
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