A
continuación les presento mi relato de esta semana, y lo
vuelvo a presentar de esta forma: Viernes – Sábado y su final este domingo.
“Hiatus”
¡Siento que me están ahorcando!
Algo se está enroscando y me impide respirar.
…Es muy fuerte…Es frío… ¿Qué será…?
¡Es un mecate!
¡Me rompe lo fino de esa cuerda!
¿Pero quién será? Me ha atacado de una forma
traicionera. No se apiada de mí.
Pero… ¿Por qué quiere eliminarme?
…Porque a
mí…No lo entiendo…
No me deja articular palabra alguna. Trato por
sobre todos los medios, poder deshacerme de tan mortal arma. Pero se me resbala
entre mis temblorosos y angustiados dedos.
¡Porque me quieren hacer daño!
¿Quiénes son?
La presión es muy fuerte. Mis dedos no logran ni
siquiera entrar entre mi piel y esa liga o soga que siento que es muy fina, que hiere y me
causa profundo dolor.
No entiendo esta forma de actuar. No estaba
haciendo nada mas que dormir y se me han brincado… ¡Tres encima de mi propio
cuerpo!
¿…Son tres o es una multitud…?
No puedo
abrir mis ojos.
Intento pero es que el dolor y la fuerza que
estoy ejerciendo para librarme me están agotando mis fuerzas.
¡No, no puedo ceder! …Y si lo hago, dejaré de existir.
¡Qué angustioso es todo esto!
Con furia trato de introducir alguno de mis
dedos, pero no puedo. Trato entonces de recorrer todo mi cuello con la
finalidad de encontrar algún orificio o hendija en donde poder entrar y asir de
esta forma una contrafuerza que sea capaz de soltarme de mis enemigos que ya no
están ocultos…Pero que todavía no puedo verlos.
¡Pero es que no puedo! O no me dejan…
¡Me está faltando el oxigeno…!
¡Sueltennnnn! –No logro articular palabra alguna.
En verdad me están ahorcando.
¿Quiénes son y por qué…?
Insisto, pero es cuando me doy cuenta de que me
aprisionan mis piernas también.
Siento por el lado de mi tronco, mucha presión.
Algo demasiado pesado se posa encima y me impide respirar…Me va a aplastar…
¿Entonces…Cuántos querrán mi eliminación?
¡Cobardes!
– Aunque no puedo emitir sonidos mas que los
vagos e indescriptibles y que seguramente sonaran como gemidos.
Trato de recordar…Pero no puedo.
No me dejan.
No puedo respirar…Estoy cediendo…
¡No! ¡No! ¡No me vencerán así como así!
Sigo forcejeando, ya que ceder sería mi
perdición.
Pero debo admitirlo. No puedo.
Mis fuerzas están debilitándose.
¡Me están jodiendo! ¡Me tienen inmovilizado!
Y en ese instante vital para mí, algo vino a mi
mente y es mas o menos esto…
- De mí closet han emergido tres…No puedo estar
seguro, no me dejan… ¡Cuatro! ¿Son cuatro…?
No puedo definir lo que por mi mente traspasa en
este momento aciago.
No tienen forma humana. ¿Serán infrahumanos?
Son puntos…Si son eso, pero grandes…
Mi sentido del olfato me está informando que no
tienen buen olor.
¡Son fétidos!
¡Huácale! ¡Qué asco me da!
Siento muchas ganas de vomitar…Pero tampoco me
dejan…Me están ahorcando sin piedad alguna.
- ¡Son opacos! –Escucho un extraño sonido.
- ¡Además son muy violentos! – Me amplía esta
información. Trato de abrir mis ojos…Pero algo o alguien me los mantiene
tapados. Encerrados.
¿Entonces…? No me dejan vivir.
- ¡Suéltenme!
Esos puntos oscuros, son muy veloces y certeros.
No mas saliendo y se dirigieron en forma instantánea
y tomaron sus posiciones.
Uno –Presiento que así es- me está aprisionando
con mucha fuerza mi garganta.
Otro –U otros- me sujeta mi cuerpo. No puedo ni
respirar, ni moverme ni un milímetro.
Y el resto –no sé cuántos son- mantienen mis
extremidades inferiores prácticamente soldadas.
Ejercen mucha fuerza. Mortal para mí. Toda mi
humanidad me duele, estoy atenazado.
No logro visualizar ni quiénes son, ni su figura.
Solo que son puntos álgidos y mortales.
En esa visión, no me ¡queda claro nada!
Presiento que estoy dormido y en ese estado es
que me han agredido.
¿Pero cómo podré despertarme de tan horrible
forma?
Y estoy solo.
Puesto que no siento, ni nadie ha acudido en mi
defensa.
Vuelvo a mí funesta realidad. Mi mundo está en
caos, todo es destrucción.
El dolor acude a mansalva.
Me falta respirar. ¡No puedo hacerlo!
Me la están haciendo imposible.
- ¡Déjenme en paz! – Escuché mi grito, pero estoy
consciente de que fue solo en mi mente, no puedo emitir palabras, ni nada lógico, tan solo sonidos
guturales e ineluctables.
¡Qué horrible y desolado me siento!
Me angustio mucho. Todo está a la deriva.
Mis propios nervios están enervados.
Todo en mí es crítico. Ya casi estoy en mí final.
¿Es mi final? ¡No, no lo acepto!
- ¡Dios ayúdame…Acude en mí auxilio!
¡No puedes dejar que estos zánganos me maten!
¡No lo acepto!
¿Por qué no me respondes?
Siempre he confiado en ti y no puedes hacerme
esto…No me puedes dejar solo…
Mi Dios… ¿No ves cómo me tienen…?
Ellos me han atacado con premeditación y alevosía
y no hay piedad, al contrario hay sadismo. Estoy solo y a ti acudo…No me dejes
con estos que quieren mi perdición.
¡Ayúdame no te hagas el sordo! –pero no me
escuchas y no sé del por qué-
- Trato de pedir auxilio. Alguien debe estar
cerca.
…Pero no. ¡No! ¿No?
¿Me han dejado solo?
¿Nadie se apiadará de mi angustia?
…Entonces ¿cederán mis escuálidas fuerzas? No lo
acepto. No lo permito.
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