- Bueno…Eso te
hice pensar…Y por lo visto ni cuenta te diste. Por lo que: te engañé. – Acto
seguido el viajero comenzó a escuchar todo lo que le estaba “adivinando” ese señor
que antes le parecía muy lejano, pero que ahora con el paso de lo que le
narraba…Se le hacía mas “intimo” enigmático y su tono misterioso en cierta
forma lo alarmaba, su corazón se le aceleraba y se le desaceleraba.
Sentimientos
yuxtapuestos merodeaban en lo mas profundo de su propio ser.
En verdad, este
tipo de persona, era novedoso en su vida, un tanto monótona y enclavada en sus
propios oficios.
Su piel se le
erizaba, “como piel de gallina” y sus espasmos eran incontrolables para él.
- Pero lo que no
logro captar -y me perdona- es ¿cómo logró “hipnotizarme”? Eso es lo que no logro entender muy bien. - En
verdad se encontraba muy atolondrado.
Y ese fuerte olor
a pollo asado, que hasta hace unos pocos minutos lo embargaba…
Ahora era
solamente eso: Un olor agradable.
La charla
continuó por espacio de una hora.
Su asombro iba
tan en crecimiento, que llegó un momento en que ya todo se le hizo “conocido” y hasta algo propio.
Vio como de
repente el local se inundó de clientes.
Y algo si que le
llamó poderosamente su atención.
Era que todos
pasaban alrededor de ellos.
Nadie los
perturbó.
Ni dieron
muestras de tomarlos en cuenta.
Y cuando se
levantó a pagar, el viejo de la montaña le aclaró…
- Nada has
consumido. Nada debes.
- ¿Cómo que nada
he consumido…Y el servicio y el refresco…? - Se quedó parado en medio de ese gran salón,
bullicioso y repleto de clientela.
El humo lo
enceguecía y hasta llegó un instante en que ya le repugnaba. Era preciso salir
de allí.
Y cuando se hubo percatado ya estaban los dos
cómodamente sentados en su propio carro.
- Un momento. Por
favor, un momento. – Le indicó a un burlón viejo, quien no cesaba en su sonrisa
pero sin mirarlo de frente.
- Yo estaba
sentado…En esa silla. ¿Verdad? – No le respondió a pesar de que lo miraba con
mucha insistencia.
- ¿Y por qué
ahora estoy…? – De repente se volvió a percatar de que no andaba solo…
El viejo también
estaba con él. Y él comenzó a hacer un pequeño recuento, pero como pensando
pero en voz baja…Trataba por sobre todos los medios de encontrarle una lógica
en medio de “esas cosas” que se suscitaron y que él no le encontraba su
explicación lógica…A todo ese desbarajuste.
- ¡Estamos
sentados en mi propio carro!
¿Cómo se montó,
en qué momento…?
…No recuerdo
haberme levantado…
Estoy muy
confundido. Todo está pasando muy rápido.
¿Qué me está
haciendo usted…?
- Nada te estoy
haciendo. Te pedí que me llevaras a mi rancho, y es lo que estás haciendo. Nada
mas.
Juan se encontró
manejando su coche, por calles que no conocía.
Pero al parecer
se le había despertado “un sentido de orientación” muy desconocido por él
mismo…Hasta ese instante.
Pronto salieron
de Calabozo. Todo lo que ya le era conocido, y se encontraba maravillado…Entraba
en un mundo nuevo.
No reconocía ese
camino. Sin embargo, no sentía temor alguno. El viejo ya parecía no prestarle
mucha atención.
Circularon por
espacio de mas de media hora.
No supo cómo, pero llegó.
Se estacionó a un
lado, y el viejo le indicó que mejor se estacionara por el frente y que él
mismo le iba a abrir el portón, cosa que hizo.
Le indicó que se
bajara y se sentara a un lado de un pequeño árbol que se encontraba al lado de
una cerca de alambres de púas.
- …Pero no hay
asientos… - Le indicó.
Fue testigo de cómo
hizo un movimiento extraño de sus manos y le indicó…
- Allí hay, no
una, sino dos sillas. Siéntate en la que está a la izquierda. La de color
amarillo.
Juan posó
nuevamente su mirada, y ¡descubrió!
…Que allí
estaban.
- Que extraño.
Allí no había nada, mas que tierra. – Y sin buscarle mas explicación procedió a
sentarse.
Todo estaba a
oscuras y de repente.
Todos los
bombillos se encendieron.
Y el ranchito que
se encontraba a oscuras, ahora resplandecía.
- Ya vengo. – Le
indicó mientras se dirigía a su casita de lata. Abrió la puerta de lata y se escuchó
música estridente adentro.
- Bájale el
volumen. – Le indicó a alguien y entró.
- Juraría que
todo esto estaba a oscuras. Y en silencio.
Lo juro.
Pero ahora por
“arte de magia” todo está iluminado.
Se sentó y no se
había acomodado muy bien cuando se le presentó una joven muy bella, con una
taza de café hirviente.
- Aquí te envía tú
amigo. – Le dijo mientras le entregaba la taza humeante. – Acabo de colar el
café, lo hice cargado y sin azúcar, porque sé que así te gusta.
- Gracias. – Tomó
con agrado la taza.
Pero pensó para
sí mismo que era la primera vez que la veía…
Aunque ella lo
trataba con mucha soltura. Pero en el fondo a él, no le parecía extraña esa
cara.
- ¿En dónde la
habré visto o conocido?
No lo sé. Pero me
pareces conocida. – Le dijo a manera de agradecimiento. Ella lo contempló con
esos ojos grandes y hermosos. Se río con él, pero nada le agregó.
De repente, ella
le dijo…
- Me tengo que
ir. Debo plancharle la camisa a mi señor. –Y sin esperar mas nada, se marchó
brincando y cantando.
La miró mientras
ella se iba. El aroma lo tenía subyugado, estaba excelente. Cómo a él le
encanta. Con el calor requerido siempre por él, sin azúcar. Cargado y fuerte.
Y no se percató
que el viejo ya lo tenía a su lado.
- ¡Me asustó! ¿De
dónde viene? – Le preguntó muy asustado.
- Te pasé por el
frente y ni siquiera me viste.
¡¿Y cómo me vas a
ver a mí…Viendo esa muñeca?! – Juan meneó su cabeza, cerrando sus ojos, trataba
de recordar ese evento.
¡Pero no lo tenía
guardado en su mente!
- Usted me sigue
engañando…No lo vi.
Y me perdona,
pero creo que usted me sigue “hipnotizando” – Le dijo lentamente mientras
trataba de recordarse de todo, pero sus esfuerzos eran en vano.
¡No se acordaba!
- Yo no soy
hipnotizador…Soy: ¡Brujo! Ya te lo dije.
Entiéndelo de una
buena vez. A propósito.
Te tengo una
sorpresa.
- ¿Otra mas? Si
desde que lo he conocido me tiene y me mantiene en ascuas. Asustado. Nervioso
puesto que no sé por dónde me va a salir. Mire…Usted no me es fácil.
Me sirvió la
comida y después me informa que no fue usted.
Me hizo comer
hasta quedar harto…
Y ahora me está
diciendo que nunca he comido.
¡Y lo peor es que
me sigo sintiendo lleno!
Se ha montado en
mi carro y no recuerdo haberle abierto la puerta.
He llegado a este
sitio…Y no ¡sé cómo lo hice!
Hemos llegado y
todo estaba como “boca de lobo” y resulta que ahora parece que fuera de día.
Ha hecho aparecer
sillas de donde no había nada.
Se me presenta
esa belleza y ¡de repente lo tengo a mi lado! ¿Me quiere volver loco o qué?
…Y ahora me dice
que me tiene una sorpresa…
Y me pregunto:
¿Qué nueva “cosa” será esa…? – El viejo ignoró todos los comentarios y le
siguió hablando como si nada hubiese ocurrido.
- Hay muchas
cosas en esta vida, que tú desconoces.
¡Déjate guiar por
mí! Yo no te voy a hacer daño…
Y si quisiera
hacértelo ¡te las haría! ¿Y qué…?
Tengo el poder
necesario para hacer aparecer o desaparecer cualquier cosa.
¿Y si quieres te
lo vuelvo a demostrar…?
- No gracias. Ya
de sorpresas estoy hasta la coronilla.
…Por favor…
- Abre tu mente
muchacho. Y te entiendo. Cuando tenía esa edad en la que tú andas ahora, yo era
loco.
¡Hacía cada
locura! Cargaba a todos asombrados.
¡Pero ya no! Cada
paso que voy dando lo estudio.
Lo contemplo unos
minutos antes y cuando ya estoy seguro… ¡Lo doy! – Y luego mirándolo fijamente
le volvió a recordar…
- Te dije que te
tengo una sorpresa…
- ¿Otra mas?
Usted me va a venir matando de tanto susto que me ha pegado. Por favor,
apiádese de mí…
¿Qué le hice,
para que me haga todo esto?
- Nada malo te he
hecho, ¡muchacho loco!
Al contrario te
he salvado…
- ¿De qué…?
- En el sitio en
que te ibas a meter, ¿te recuerdas?
Ese restaurante
de mala muerte…El que estabas loquito por entrar…En esa esquina.
Pues allí mismo, minutos después se desarrolló un tiroteo… ¡Y
allí ibas a morir!
…Como un
perro…Desangrado.
¡Yo te hice
desviar y te atraje a mí!
…Y lo peor es que
ni cuentas te diste.
Pero no te
preocupes…
Mas tarde o quizás
mañana te enteraras o bien alguien te lo dirá, o por la radio darán el parte o
aparecerá en el periódico…Pues hubo cinco muertos…
Ibas a ser el número:
¡Seis!
Yo te salvé de
morir.
¿Y después dicen
que solo los gatos tienen varias vidas? – Ya no lo miró mas y con gesto le hizo
entender que entrara a su rancho y le entregara la taza a la chica.
Y como un autómata,
se levantó en el acto.
Llegó a la puerta
de lata, al abrirla escuchó una estridente música bailable. Y eso lo “capturó”
pues se preguntaba:
¿Por qué desde
afuera no se escuchaba nada…Si era la pared de zinc…?
Y eran unas latas
ya viejas. Derruidas y oxidadas
…No pudo
razonarlo bien. No entendía nada, ya que el volumen era ensordecedor…Pero peor
fue lo que pudo ver… ¡Lo dejó perplejo!
Es mas lo hizo
olvidar el estruendoso ruido.
…Vio un esqueleto…
¿…Un esqueleto…? ¿Es posible?
¡Si, un
esqueleto!
Y se movía al son
de la música. Sus quijadas se abrían y cerraban al son de la melodía.
Pero… ¿Un
esqueleto bailando…? ¡Jamás!
Esto si que no
podía pasar nunca.
¡Pero allí
estaba!
Perplejo, su taza
se le tambaleó y se cayó al suelo.
Estaba lívido. No
pudo reaccionar a tiempo.
¡Esto era
inaudito!
Se quedó con su
boca abierta de par en par…Pero estático, no pudo moverse, ni correr
despavorido.
Por inercia, la
puerta se cerró sola.
Atrás tenía ya al
brujo, que lo sostenía, para evitar que se desplomara en vilo.
Transcurrieron
unos minutos en los cuales, no lograba asimilar el espanto del cual había
presenciado.
Transcurrido unos
instantes mas…
Pudo reaccionar,
pero gagueaba.
No podía
coordinar bien sus palabras.
A su lado estaban
el brujo y la damisela.
Mostraban mucha
preocupación.
- Respira. Toma
tu tiempo. – Poco a poco, el joven viajero se fue recuperando. Hasta que al
fin, lo pudieron sentar y de la mano el anciano lo hizo caminar.
No le hablaba, y
le hacía gesto de que guardara silencio.
Y ya una vez
repuesto, la joven le trajo agua y se tomó todo el vaso. Ya estaba recuperando
su color de piel.
Sus pupilas seguían
alborotadas.
Respiraba con
mayor tranquilidad.
Sin querer, le
miró los grandes senos a la asistente del viejo, ella se percató y le hizo un
guiño al anciano.
- Ya. Ya. Quédate
tranquilo, sino esta mujer te va a matar.
El joven se
ruborizó, no pudo contenerlo.
- Bueno. Ya estás
mas reposado. ¿Me puedes informar qué fue lo que te pasó, carrizo? – El joven
pidió unos instantes mas para poder recuperar su equilibrio.
Una vez que ya lo
dejaron solo, Se irguió. Tosió.
Caminó
tranquilamente de un lado a otro.
Y luego siguiendo
la instrucción de su mayor, se sentó en la silla que le ofrecía.
- ¿Ya? ¿Ya estás
bien?
- Si me encuentro
mejor.
- ¿Y qué fue lo
que viste…? ¡Mira que con otro susto de
esos…Y te vas al otro lado! – Le advirtió seriamente.
Juan pensó muy
bien lo que iba a decirles, pues recordó que la amiga minutos antes le había
informado que iría a plancharle una camisa al señor…Y lo que él vio fue a un
esqueleto…Bailando…Cantando y…Planchando…
…Temió que en ese
mundo fantástico e irreal, al cual ese ser representado en forma de “viejo” le
estaba mostrando, era algo súbito e inaccesible para él mismo, acostumbrado a ese
mundo de formas y de lógicas.
¿Ese esqueleto…Era
en verdad…Ella?
¿Y si fue “su
imaginación?
Todo era posible,
pero no se atrevió a hacerlo público, pues temía quedar en ridículo ya que el viejo
y ella misma se iban a reír de sus cosas.
Así que algo
tendría que decirles…Cosa que no lo comprometiera y menos aún que lo
consideraran “un loco”
Así que comenzó a
decirles…
- He tenido una
baja…No sé si será de azúcar o de tensión. En verdad es mucha la tensión a que
usted señor…Me ha sometido. Esto es algo nuevo para mí, y aún no he tenido el
tiempo necesario para poder digerirla. – El brujo lo miró y dio la impresión de
que no estaba satisfecho.
Lo escrutó con
todos sus poderes y se comprobó lo que ya temía: ¡Había descubierto a la mujer…En
esqueleto!
Pero que temía
revelarlo. Estaba muy asustado.
Y lo aceptó, tal
cual lo había auscultado.
Le hizo señas a
su compañera de que todo estaba bien.
Decidió darle
tiempo al tiempo.
Despejó la escena
e hizo que la mujer, se encerrara en el rancho, para darle tiempo a que ese
jovencito recapacitara y se tomara el ritmo de lo que le estaba tocando vivir.
Dejó transcurrir
unos minutos, e hizo que se sentara, dejándolo solo.
Luego se le acercó
y comenzó a reflexionar en voz audible, solamente para ese ser que se
encontraba en un campo de guerra, en lo mas profundo de su ser y comenzó diciéndole…
- En el mundo en
que tú te mueves: De formas y figuras, hay muchos mas, pero que te eran
negados.
Te he mostrado…Apenas
uno mas: El mío.
Mi mundo es mucho
mas amplio que el tuyo.
Aunque tú no te
lo creas. Pero es así.
Se me ha otorgado
muchos poderes…Para ti, en este momento te es imposible asimilarlo como tal.
Veo que no estás
preparado. Y que te he forzado demasiado. Por lo que estoy dispuesto a
regresarte a tu propio mundo. Pero que debo decirte: Ya tú no podrás habitar
ese mundo…Puesto que te he hecho atravesar el puente que te mantenía alejado.
Y ahora -para tu desgracia- tendrás que co-habitar en ambos. Tú veras.
- ¿Qué?
- O sigues en el
mío…O te tocará “andar” en ambos.
En momentos vivirás
enloquecido. Y en otros “añoraras” volver a este. Esa será tu decisión.
Te dije que te
tengo un presente. Y te lo voy a exponer.
Si vuelves: Te
regalaré a esa mujer. Será tuya.
Además serás
bendecido con nuevos poderes.
…Pero no es tu
tiempo. Hoy no quiero tu decisión.
Tiempo tendrás
para ello.
Por hoy: te regresaré
a tu mundo. – Y sin decirle mas, hizo unos pases con sus manos y dijo unas
palabras muy en voz baja…
Y en el acto: Ya
estaba en la habitación de su hotel.
Acostado.
“Tendrás un nuevo
mañana. Muchas cosas buenas y otras tantas malas en tu porvenir” – Le dijo a la
distancia…
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2015
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