“Carta”
- Compadre
he tenido que salir de prisa, por asuntos familiares -que me
son muy penosos- y he querido dejártelo por
escrito, ya que no he tenido el tiempo necesario para poder explicártelo.
Discúlpame
esta, pero al llegar te platicaré con mas detalle lo delicado de este problema
en que me voy a enfrentar al llegar a mi casa.
Como
bien lo sabes, mi propia casa la está ocupando actualmente mi nueva esposa -ya sabes que he tenido varias…No me
recuerdo ya cuantas han sido- pero
bueno, siempre he querido tener mis cosas siempre en regla.
Y a
cada novia que he tenido, he creído conveniente ofrecerle un marco mínimo de
seguridad tanto para ella como para mí
-y las reglas que la sociedad exige: Matrimonio- y por
esa causa…Hasta hoy, las he cumplido.
Te
cuento:
Mi
primera novia, Nora, fue mi primera esposa.
Todo
se lo di. Con mucho esfuerzo, compré la casita, la amoblé y fui comprando todo
lo que nos hacía falta. Hasta logré reunir y comprarme mi primer carro.
Todo
iba bien, yo estaba ganando buen dinero y todos sus gustos los pagábamos. Todo
bien.
¡Hasta
que perdí ese empleo!
Las
cosas comenzaron a cambiar, cuando comenzaron a escasear las cosas…Ya no podía
complacerla a llevar a comprar lo que ella decía que le hacía falta. Pleitos y
pleitos.
Tuve
que vender mi carro -que con sacrificio
había adquirido- ¡y fue cuando cansada, me botó de mi propia
casa! ¡Si de la casa que había adquirido para ella y
por supuesto para mí también!
Tuve
que salir corriendo. Me botó la ropa a la calle y todas mis cosas. Me sacó de “su
casa”
Buscó
un abogado amigo de ella y se encompinchó con él. El caso es que me tuve que ir
y pedirle a mi madre…Asilo.
Mi
segunda novia, pasó lo mismo.
Me
volví a casar, una vez que me salió el divorcio legalmente.
Le
compré su casa -mía también, pues vivía
allí, con ella- muebles, nevera,
cocina ¡y todo cuanto le hace falta a
una casa!
Y
vivimos felices allí. Nació mi segundo hijo (El primero como bien sabes, se
quedó con su madre.
Y como
la Ley ampara a la mujer. Yo me quedé afuera.) Otra vez regresé a la casa de mi
madre y como siempre…Me dio asilo.
Y así
se fueron suscitando varias relaciones mías.
Matrimonios
felices y luego un divorcio de enemigos, y nuevamente regresando a casa de mí
madre.
Y hoy,
no es la excepción. Voy a tramitar nuevamente los papeles de mi nuevo divorcio
y al paso que voy, me he convertido en un experto en estos asuntos del
divorcio.
Lo que
me falta es estudiar leyes y hacerme un abogado.
Mi
vida no ha sido fácil. Mi tía dice que después de la tercera o cuarta fallida
relación…Seguramente que he de ser yo el del problema.
Puede
ser, no se lo niego.
Pero
dime compadrito: ¿Por qué siempre el que sale con “las tablas en la cabeza” soy
yo?
¿Es
que sobre mi cae “una maldición diabólica”?
Resulta
que el dedo acusador de la justicia, ¿es el mismo? Y siempre me he hecho la
misma pregunta:
¿Siempre
soy yo, el que rompe todos los platos…?
Porque
si esto es así… ¡Debo pegarme un tiro!
Porque
todas mis ex siempre quedan bien acomodadas.
Las
dejo con casa, muebles, nevera, cocina, lavadora ¡y hasta con carro propio!
¡Listos
pues, para el “nuevo marido” que, qué
casualidad…Lo tienen detrás de la puerta!
Y
nuevamente: mi soledad, mis amarguras, mis ataques depresivos. Y ya no sé qué
hacerle a todo esto. Me sobre pasa en todos los sentidos.
Dime:
¿Cómo podré encarar mi vida de ahora en adelante?
¿Debo
buscarle otra casa a la que venga después? Para luego volver derrotado a la
casa de mi madre y pasar noches enteras llorando en mi cama, en silencio, para
que mi vieja no se entere y agregarle mas angustias de las que ya tiene, al ver
a su hijito siempre solo, triste y abandonado.
Ciertamente
mi vida no ha sido fácil.
…Pero
algo he de hacer. No puedo seguir en esto, los años ya están haciendo mella en
mí.
Ya no
soy el joven, ni tengo el empuje de mis años mozos. Pero no he tenido suerte
con las mujeres.
Y
seguramente debo ser yo.
Pues
ellas, rehacen sus vidas ¡claro con casa
y todo ya listo!
¿Pero
yo…?
Debo
comenzar siempre en cero.
Y ya
estoy cansado. Parezco un buey viejo, agotado de dar vuelta tras vuelta en un
molino interminable de tristezas, abandonos y depresiones profundas.
…Ya
hablaremos mejor cuando regrese de este viaje que al parecer…No tiene fin.
¡Hasta
pronto compadrito!
…Espero
no contagiarte…
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2015
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