...EL amor...El amor....










“¡Tú me dijiste…!”



- Te dije: ¿Cómo hago para que se enamore de mí?
Y me dijiste: “Tienes que cortarte esas uñas, que parecen de oso. ¡Pues bien: me las corté!
También me dijiste: Límpiate las manos.  ¡También lo hice!
¿…Y…?
Fui a visitarla, con mis manos limpias, con mis uñas cortaditas… ¡Y nada!
…Y me pregunto… ¿Y ahora por qué no me hace caso?
…Dime…Te estoy esperando. – Se plantó enfrente de ella en posición retadora.
Se encontraba enamorado de esa joven de cabellos largos, suaves y melodiosos.
- ¡Estoy desesperado!  Ya no encuentro ¿qué hacer…?
Y si no logro que sea mi novia: ¡Me mato! – Sandra era su prima, y no encontraba la mejor forma de “quitársela”  de la mente de su pariente…El gran problema era: ¿Cómo?
¡Esa idea tan descabellada!
…Pero tampoco se atrevía a decirle la verdad…
Lo contemplaba una y otra vez   -aunque ninguna falta que le hacía-   siempre lo veía así; de esa forma tan estrafalaria con que anteriormente se tomaba su vida.
Con esa forma de vestirse. Siempre sucio y ajado.
Tan locuaz e insensata  que llevaba su joven vida.
En verdad, nunca le había prestado su atención a nadie…Pero   ¡en cuanto la vio por primera vez…!
¡Es que quedó prendado!
Y desde ese entonces… ¡Solo de ella hablaba! Desayunaba, pensando en ella y cada actividad que realizaba era con…
Su vida había dado una voltereta…
¡De Padre y de Señor mío!
¿Y cómo decirle eso…?
Y esa muchacha de apariencia muy fina, de elegante vestir. De excelente familia.
Y para colmo: ¡Estudiante de noveno semestre de medicina!
¿Como “podría fijarse en el”?    
Siendo todo lo contrario a lo que era ella…Y su familia.
 ¿Y él…?
…Con ese “olorcito a zorrillo” Con apariencia de loco.
…Un bueno para nada. Un animalillo de la selva mas tupida. Que nunca se bañaba.
Que se metió a hippie, a drogadicto de mariguana…
A toda clase de basura.
¡Tremenda: “joya”!
Ahora ella lo contemplaba. Impotente.
Pero muchas dudas le asaltaban.
- ¡Tú eres mujer…Tú debes saber ¿cómo la puedo conquistar?! – Y allí lo seguía teniendo, como una mancha rebelde, que no sale nunca jamás.
Pero era su primo. Lo quería, aunque entendía el por qué su amiga…Lo rechazaba.
- ¡Me mato! Si no es para mí.
- No tienes por qué ser así. A nosotras las mujeres no nos gustan que nos obliguen.
- ¿Pero no ves cómo me tiene…? ¡Ya hasta “parezco un muñequito de torta”!
¿Y ella? Me odia. Yo creo que me odia.
- No digas eso. Nunca digas eso.
- ¿Y por qué no me quiere? Ya dejé la mariguana.
¡Hasta dejé de fumar!
¿Mira mis dientes…Siguen manchados?
¿Verdad que no? ¡Me los limpio con toda clase de porquería que me digan por ahí!
Y ya están blancos…Bueno no tan blancos como los tuyos…
Ya me visto mejor. Me pongo: pantalón y camisa.
Mira mis manos: ¡Limpias y relucientes!
Me baño (casi) todos los días, me afeito, me peino bien.
¿Qué mas quieres que haga, ah? – Ella lo miraba y pensaba…
(¿Que qué mas quieres que hagas?
“¡Sera hacerte de nuevo!” 
Si por lo menos se quitara ese olorcillo.  ¡Uff!
Que no se le quita con nada.
Si por lo menos hubiera estudiado…
Pero ni siquiera quiso terminar su primaria.  –Apenas sabe “deletrear”-
¿Qué le puedo decir ahora…?)
La pobre Sandra no encontraba la mejor forma de hacerlo “parecer” atractivo ante esa adelantada estudiante.
Y aunque fuese “bien parecido”
¿Lo aceptarían sus padres…?  Lo dudo mucho.
- Bueno Ángel, hay que estudiar. ¡Tienes que terminar tu primaria! Y después arrancas en tu secundaria…y después…
- ¿Después qué…?  Ya ella en cuestión de dos a tres años, se va a graduar de doctora… ¿Y yo…Qué?
Seguiré siendo un bruto a su lado.
- Pero a lo mejor, se cambian las cosas, y no es ni la primera como tampoco será la última que así pase. ¡Estudia, estudia, no sigas perdiendo miserablemente tú tiempo! – El enamorado se ilusionó y le respondió…
- ¿Tú crees que si lo hago me esperará…?
¡Ella es mi vida, mi redención!
Y si ella me espera…Soy capaz de bajarle todas las estrellas que ella quiera.
¡Soy capaz de llevarla y de traerla a dónde ella me pida!
¡Yo la amo, mas que a mi propia vida!
Y no soportaría nunca verla con otro.
¡Me mato! ¡Me mato, lo juro! – Y en sus ojos se le nublaron  lágrimas, mientras con sus puños golpeaba todo cuanto conseguía.
Sandra se angustió mucho, corrió y lo abrazó y entre sollozos le aseguró…
- Yo misma voy a hablar con ella ¡ya lo verás! – Su primo lo aceptó y se fue a la escuela para seguir sus estudios.
Sandra lo miró partir.
En el fondo…Lo temía.
…Y si…
- ¡No importa, voy a hablar con ella! ¡Ya verás…!
¡Ve a hacer tu parte! ¡Estudia, prepárate, báñate y ponte algún perfume! Pídele a tía que te de uno.
Corre no pierdas mas tu tiempo. –Partió con un cúmulo de dudas y de sin sabores.
¡Ay la vida! 
Pensaba mientras iba hecha un manojo de nervios.
¿Qué otra cosa podía hacer…?  








© Bernardo Enrique López Baltodano 2015

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