...Que están allí...






“Que están allí…”



- …Creo que están allí.
Y nunca se han movido, están a la expectativa y no nos pierden pisada…
Hay que tener mucho cuidado…
- Miche me miraba con esos ojos suyos que estaban  desorbitados   -Juro que si no hubiese estado con él desde hace horas; pensaría que estuviese drogado-  y con su mano izquierda me indicaba que hiciese el respectivo silencio…Por sus labios salía el imperceptible….Shhh…
Yo me quedé como si fuese un mimo…Pero creo que no tenía mis ojos como los del Miche…  -bueno eso pienso-
el caso es que allí nos encontrábamos los dos.
En posición de cuclillas.
Él delante de mí…Y yo pendiente
De lo que pudiese ocurrirnos.
- ¡No te muevas! – Y yo me quedé perplejo, puesto que no reconozco haber hecho nada.
(¿…?)  ¡Si casi ni respiraba!
Pero preferí no responderle.
Transcurrieron esos minutos…Que me pesaron…
Aparte de sentir de esa brisa suave y melodiosa, que me arrullaba y me hacía sentirme bien…
¿Yo? ¡Nada sentí! (Es verdad.) 
Pero el “experto” era él.
- ¿No ves que cuando respiras fuertes…Mueves el viento…?
- ¿Qué yo “muevo el viento con mi respirar…? -  Me pareció que estaba exagerando.
En fin…Contuve aún mas mi respirar.
Pronto mis pulmones se colapsaron.
Me encontraba muy estresado.
Entiendo que estamos en un terreno agreste.
Que en lo personal…Desconozco esa área.
¡Pero es que nada veo!  
…Y luego este tío me está acusando de que por mí “respirar muy fuerte”… (…Respirar: “muy fuerte”)
¡No entiendo!
Así que por primera vez…Le toco en su hombro derecho.
No me responde.
Tan solo me sigue haciendo sus señas ya odiosas.
Que debo quedarme en silencio.
Que no debo ni respirar. Silencio. ¡Silencio!
Sigo comprimiendo mis pulmones.
Pero el tiempo sigue transcurriendo inexorablemente.
- ¿Quéééééé…? 
¡Por tu culpa, no vamos a poder ni siquiera ver a los gnomos!
– Quise responderle, pero es que ya no podía seguir conteniendo mas mi respiración y sin querer…
¡Expiré y aspiré! 
…Y no una…Fueron varias las veces.
Mi amigo me contemplaba…Su rostro ya estaba rojo.
Y por la dureza de su mirada, comprendí que…
¡Había hecho lo incorrecto!
Pero ni modo. Me explayé a todo mi dar. Sufrí espasmódicos ataques torácicos, perdía mi don de respirar
bien. Y en esto, me tardé…Varios minutos.
Al final y después de varios momentos críticos, logré alcanzar mi estabilidad respiratoria.
Él tan solo se limitó a levantarse y a seguir mirando por un bosquecito en donde él me aseguraba que vivía una colonia de duendes y gnomos.
(Él me aseguraba que yo los podía ver…Pero que había que seguir el protocolo que ellos mismos designarían… ¡¡¿…?!!)
Me afirmaba que vivían en santa paz.
Y que su amigo Rómulo le había indicado esa dirección.
Y por mi insistencia…Acudimos los dos.
…Que por mi culpa, mi soberana y auténtica…
¡Yo era el único causante de que esa incursión…Fracase!
Le escuché mascullar. Profería unas palabras que es mejor no reflejar en este escrito.
Me sentí avergonzado. Humillado.
Como si mía hubiese sido la culpa de que esos seres no se presentaran.
¿Qué mas pude hacer…?
¡Está bien me hizo sentir “el patito feo”!
¡Y de repente! Él escuchó una vocecita…Muy tenue…Sutil.
Pero a la vez fuerte y poderosa.
En el acto levantó su mano y me la colocó en mi boca y me advirtió…
- ¡Cállate! – En lo personal…No puedo alegar que yo también la escuché   -sería presuntuoso de mi parte-  pero si él lo afirmaba…Debía darle “el beneficio de mí duda” ¿Cierto?
Pasaron unos cuantos minutos mas. Y nada cambió.
¿Para mí…?  …Que en nada percibí, ni oí como tampoco pude ver…  
Pues todo seguía su curso normal y natural.
La misma noche, las mismas estrellas, el mismo vientecito…Todo me era ya monótono.
Es mas…Ya me estaba comenzando a fastidiarme.
Mucho suspenso. Mucho enigma. Silencio…
(No era eso lo que vine a buscar…No señor.)
Era de noche. Oscura. Poco se veía.  
–Por lo menos yo…Nada veía…- 
Sin embargo él, si parecía tener mucha mejor visión que la mía.   –Por lo menos eso me pareció-  
- …No te muevas. Quédate aquí mismo.  
…Ya vengo… - Y sin esperar nada…Comenzó a caminar. Muy lento. Traté de visualizarlo mejor, pero se inclinó y comenzó a caminar a gachas.
Entre pequeños arbustos se confundió.
…Pronto la brisa tenue borró su paso…
Y tan solo podía visualizar el vaivén de las ramas de tantas y tantas que allí existían.
Se contrastaba con ese suave y agradable reflejo lunar en la superficie de sus hojas…
Pronto lo perdí de vista.
La inmensidad de la noche se me reflejó en esa soledad, en ese eco sistema desconocido por mí y  al sentirme totalmente indefenso.
Una oleada inesperada de viento, me ocasionó un fuerte frío. Tirité. Mis piernas flaquearon.
Busqué en donde poder refugiarme ya que me encontraba demasiado expuesto.
…Algo sentí, y sin poder definir ¿el qué?
Me inquietaba en ese manojo de indecisiones.
A instantes presumía que me observaban  (…Pero… ¿En esa macro oscuridad…? ¡De locos! ¿Quién tendría visión para estarme “viendo”?)
Conseguí un sitio que me pareció ideal y allí decidí quedarme.
Entonces comencé a ¿Quién…?
¡Si quién estaría allí mismo conmigo…!
Y hasta llegué a presumir que eran varios pares de ojos, que ¡no me perdían pisada!
Mi camisa no me protegía para nada en esa inesperada oleada fría.
No sé precisar el tiempo que allí estuve…Pero pienso que fue demasiado.
Mi oído comenzaba a ponérseme muy sensible.
¡Hasta empecé a escuchar una multitud de sonidos!
Por momentos expresé rasgo de locura repentina.
¡Qué diversidad! Esa variedad surtida de cacofonía.
- ¡Qué extraños son! – Analicé en medio de mis escalofríos.
Que nunca pude precisar con exactitud.
Intentaba diferenciar el sonido de un pájaro con el de otro de los tantos habitantes de ese lar.
…Pero sospecho que fracasé en mi experiencia repentina.
Escuché a lo lejos un suave batir de alas.
(¿Alas…De qué…O de quién?)
Imágenes grotescas me sorprendieron…
Y eso me inquietó ya que no supe de qué era.
Me refiero a si era un ave…O algo mas.
No sé… (Tampoco me preocupé por indagar nada de eso…)
Y en esos pensamientos andaba cuando sentí la fría mano sobre mi hombro  del amigo Miche, quién hablándome siempre en susurro me dijo…
- Ya hablé  con ellos…
- ¿Con quiénes…?
- Los duendes que cuidan este sector. Son muy amigables.
Al principio desconfiaron de ti, y te vigilaron.
¿No los escuchaste…? – Me quedé analizando en silencio y le respondí mientras lo seguía a él…
- …Bueno a decir verdad…
- ¿No sentiste una brisa helada…?
– Y ¡claro que la sentí! Y en el acto le respondí…
Por supuesto…
- Eran ellos. Te estaban poniendo a prueba.
Y seguramente que escuchaste…Otros sonidos mas… ¿Cierto…? – Ya nos encontrábamos caminando, saliendo de ese monte.
En donde en un principio pensaba que no había mas vida…
Que la de roedores…Y otros tipos de vida, pero nunca de esos seres tan chiquitos…
- Pero… ¿Me tuvieron miedo…?
- Ya no. Pero el jefe me dijo que viniéramos en otra ocasión…Vámonos. – Y literalmente me sacó de esa zona.
Y ya no quiso hablarme mas.
…Atrás lo seguí de prisa, puesto que él si que conocía la vía… ¿Pero yo? No. ¡No!  
En verdad temí por mi propia seguridad.
Y a este amigo no le parecía importante esperarme…
Ni escuchar mis comentarios.








© Bernardo Enrique López Baltodano 2015

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