“¿Eres
feliz…?”
- Es difícil esta pregunta, lo sé. –Y por experiencia propia- pero en verdad…
¿Eres feliz…?
…Y me disculpas si te hago esa pregunta.
Sé que eres un hombre al igual que yo, pero me inquieta en lo
personal -y no es porque dude de
ti- pero es que a través de la historia,
el hombre -como género- ha sido y lo sigue siendo…Infeliz.
Y el término “Infeliz” no tiene la misma connotación que le
dan en la calle, no señor.
Para mí ese término etimológicamente hablando significa
simplemente: “Que no es feliz”
…Y en esto no tiene nada que ver el concepto de: Pobre o
miserable.
Porque me he puesto a pensar
-y en efecto mi amigo, pienso mucho, pero es mi forma de pasar mi
tiempo: Filosofando- y te decía que la felicidad es algo muy hermoso…Pero etéreo
Es algo que “a veces” lo tenemos, pero que la mayor parte de
nuestra existencia: ¡Estamos en su búsqueda!
Y en ese afán…Andamos todos.
Puesto que si yo te pregunto: ¿Una madre es feliz?
¿Qué me responderías?
- …Bueno eso depende…
- ¿De que tenga a sus hijos, cierto?
- Y que los tenga a su lado.
- ¡Y sin embargo: aun teniéndolos a su lado…!
¿Es feliz…?
¡Y allí! es cuando yo mismo te digo que hay muchos: “depende”
Me explico: Una mujer lo que mas ansía es ser…
Primero: Mujer…
Y por efecto: Madre.
Todas las mujeres quieren y aspiran a ser madres.
(Aunque ese axioma no se cumple siempre. Y ya sabemos que “unas
cuantas” prefieren quedarse a “vestir santo” otras simplemente no quieren esa
responsabilidad… ¡Y las hay! que son las que yo llamaría -por ponerle un nombre- “desviadas”
Es decir: Que son lesbianas.)
…Pero es mejor dejar lo que está entre paréntesis… ¡De esa
forma! ¿Total?
El mismo Dios en su Infinita Sabiduría nos otorgó lo que hemos
dado por llamar: “Libre albedrío”
Pero como te dije: ¡No nos meteremos con ellas!
Prefiero que volvamos a nuestra interrogante inicial que
originó -mi querido amigo- esta agradable conversación: ¿Eres feliz?
Y yo sostengo que aún la madre hipotéticamente
teniendo a toda su prole alrededor suyo…
¡No es feliz!
Y me voy a explayar de esta manera:
Hay muchas mujeres…Que nunca dejan de serlo.
¡Por consiguiente! Son “felices” si tienen a su compañero
cerca -fíjate que no te estoy
diciendo: a su esposo…al padre de sus hijos-
ya sabemos y con mucho
lujo de detalles que una gran mayoría de “nosotros” los hombres, somos “unos
pica flor” -y digo “nosotros” no porque
nos incluyamos- sé que tú eres padre y
atiendes a tus hijos, al igual que yo. ¡Pero ese no es el caso!
…Me he vuelto a desviar… ¡Es que este es un tema muy candente!
Una mujer para poder ser madre
-debe renunciar a ser mujer- me
explico mejor…
Una madre es un ser muy especial. Es en principio llena de
virtud. De decoro. De abnegación. De amor y muchos etcétera… ¡Todos los que te
plazcan!
Dime mi buen amigo: ¿Conoces alguna con esa descripción…?
- Bueno, en principio: Mi propia madre.
- Pero…Ella ¿fue feliz?
Y me disculpas mi pregunta tan brutal.
¡Te explico! Te voy a hablar de mi propia madre,
Ella siempre fue: ¡mujer!
Mi padre una vez “salió a comprar kerosene” ¡y nunca mas volvió! Mi madre aun siendo una
profesional y con su sueldo podía mantenerme…
Pues se sintió desdichada. Sola.
¿Yo como hijo suyo? No llenaba el vacío que le produjo la
ausencia de mi padre.
Ahora… ¿Por qué sé dio a la fuga, mi padre…?
¡No lo sé! Y lo mas probablemente es que nunca lo sabré…Mi
madre me da su versión.
Aja… ¿Y la razón por la cual él decidió irse y abandonarme a mí…?
Nunca me lo explicó.
Y un buen día…Se apareció con un colega suyo.
¡Y el hombre se quedó en la casa!
Mas adelante se casaron y tuvieron sus propios hijos. Y cuando
eso sucedió…
¡Se olvidó que yo era también su hijo!
Y abrazaba y amamantaba a los hijos de su nuevo esposo.
¿Ella fue feliz? Para mí que no lo fue.
Quizás en breves espacios de su existencia.
De manera que la maternidad, no es para todas las mujeres. No
señor.
Insisto: Al igual que muchos hombres…Muchas mujeres nunca deberían
tener hijos.
¡Porque no todas las mujeres son madres!
Como tampoco todos los hombres, somos padres.
Claro está, que las mujeres son las que se quedan con el
bojote…Y a veces pienso que los hombres les ganan a muchas…Porque: Desaparecen
primero que ellas…Je, je, je, je.
Y en honor a la verdad: Conozco a hombres cuyas esposas…Se le
escaparon y les dejaron todo el bojote a ellos solos. Y muchos de estos pues,
se apretaron el cinturón y se dedicaron a ser: Padre-Madre.
Así que mi estimado amigo:
¿Es feliz una mujer siendo madre?
Volvemos con: ¡Los depende!
De…Que el hombre escogido…Sea el indicado.
Que el susodicho sea: Un padre. Que sea amable. Que las haga
reír. Que les dé todo lo que le pidan.
Que la situación económica sea estable, quiero agregar: Buena
o por lo menos suficiente como para darle todos los caprichos que ella pueda
tener. Porque se han visto infinidades de casos en que la mujer, aun teniéndolo
todo en la casa…Sale de cacería. ¡Y eso es un hecho verídico!
No es por levantar falsos testimonios.
…Pero es que el pobre hombrecito trabaja y trabaja…mas de
quince horas diarias…de lunes a lunes…Y no descansa nunca: para darle el pan,
techo, ropa y alguna cosita adicional…
¡Pero no le queda para nada mas!
…Y es cuando la fémina…Comienza a mirar a sus amigas, que si
son resueltas y que salen a auto- abastecerse ellas mismas. Usan zapatos,
carteras y vestidos de la última moda.
Comen en muy buenos restaurantes, hasta tienen servicio en su
casa, en fin. Viven una vida mucho mas holgada que las que ellas mismas llevan.
Siempre lavando pañales sucios, fregando la losa, limpiando la casa y los
carajitos ensuciando y peleando entre sí…¿Y su hombre: dónde está?
¡En la calle: Trabajando!
…Y cuando llega es una piltrafa humana, que lo único que
aspira es a descansar, porque mañana debe volver a lo mismo: Trabajar.
Se vuelve un aburrido. Ya no hablan.
Ya no le hace el amor como en un principio lo hacía y no la
saca a comprarle cosas, ni llevarla al cine o a pasearla.
¡Nada! Es un holgazán.
No quiere salir ni a la puerta de su casa!
Y nunca está en la casa para que al igual que ella:
¡Venga a hacer los oficios del hogar!
¿Conclusión? Se siente frustrada. Amargada.
¡Sola para todo! ¡Sola para ir a hacer las compras!
Para ir a la escuela, para atender y reprender a sus propios
hijos. Siempre: Sola.
Y entonces se hace la misma pregunta que se hacen todas: ¿Para
qué me casé?
¿Para fregar platos?
¿Para estar limpiándole el rabos a mis muchachos?
…Entonces mi apreciado… ¿Es feliz…?
Y tiene a todos sus hijos con ella.
Y tiene a su maridito allí.
Duermen juntos todas las noches.
Hacen o no hacen su amorcito, pero allí están.
Y es cuando se siente: Fea.
Comienzan a aparecerle las primeras arrugas.
Y comienza a renegar de todos.
Y hasta piensa que: ¡no es feliz!
La felicidad mi amigo… ¡Es una panacea!
Todos ansiamos ser: Felices.
¿Y quién no quiere ser feliz…?
– Y diciéndome esto le entró una llamada telefónica por su
celular, la cual una vez haberme pedido un momento para atender su llamada,
procedió a apartarse para poder concentrarse mejor en lo suyo.
Yo me quedé sentado.
Y en verdad que me hizo reflexionar ¡y mucho! sobre este tema, el cual para ser sincero…
Poca importancia le había prestado.
Y comencé a analizar caso por caso, las distintas mujeres de
mi propia familia, incluyendo a mi propia madre.
Y en eso andaba cuando, le escucho que ya se está despidiendo y con los gestos que hacia me indicaba que ya
estaba concluyendo su entrevista vía telefónica.
Así que rápidamente anulé mis elucubraciones con la finalidad
de concentrarme a seguirle el hilo de su disertación.
Trancó su llamada y lentamente se fue acercándose a mí.
Pero antes, dio media vuelta y se dirigió a su escritorio.
Lo vio por encima y como hablándose él mismo, me hizo señas de
que ya se le estaban acumulando muchas labores.
Entendí que ya la conversación le quedaba muy poquito tiempo,
por lo que me preparé para dar por concluida esa imprevista: “sesión matinal”
- Mira – Me dijo una vez que hubo puesto su rodilla izquierda
sobre su propia silla y continuó mientras le notaba que estaba muy ensimismado…
- …En verdad el tema es: Inagotable.
Como inagotable es mi trabajo diario…Así que…
- ¡No te preocupes! Yo también tengo que seguir mi camino.
¡Será en otra oportunidad! – Le dije levantándome de mi asiento, él me miró
algo perplejo y me añadió…
- …Bueno esto no termina aquí. Debemos continuar en el tiempo
este tipo de conversación, que a mí en lo personal: me apasiona. ¡Pero el deber
me apretuja!
Y debo atenderlo.
Al igual que a ti…Debemos seguir trabajando.
- ¡Así es: Habrá otra oportunidad!
- ¡La próxima iremos a almorzar!
- Ok. – Nos despedimos en la puerta de su oficina y yo continúe
mi camino y él el suyo.
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2015
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