“Después de mí… ¡Nadie
mas!”
Agosto 22
- Tan solo estoy
defendiendo el honor de…
- ¿De quién? ¿Yo
creo que usted no está “Preocupada” por la dignidad de mi hija, verdad que no? ¡No ve que mi
hija, aún no ha llegado ni a los 18 años, todavía es una menor!
¿Yo puedo meter a
la cárcel a ese vagabundo, no lo ve?
- No lo sabía…
- Lo que su marido
ha pretendido hacer con mi hija, no tiene perdón de Dios.
¡Ni del mío!
- …Estoy
segurísima, que aquí ha debido…
Un error.
¡Perdónelo señor…Se lo suplico!
- ¡No le prometo
nada!
- Yo estoy
segurísima…Qué aquí ha debido haber es un mal entendido…
- ¿Mal entendido?
- …Este quiero
decir…
- ¿Ésta
señora…Está bien de la cabeza? – Le preguntó a sus acompañantes.
- …Ella está bajo
mucha presión…Perdónela señor… - Le informó Marisela, tratando de mediar y de
no complicar aún más la situación.
- ¿Y usted…Qué
pito toca aquí?
- Nosotras somos
sus amigas y colegas.
Y la estamos
acompañando debido a su avanzado estado de gravidez. ¿Es qué usted no ve, que
está embarazada?
- ¿Y entonces, a
qué ha venido?
- Creyendo que su
esposo estaba en problemas…
- ¿Problemas? ¡Eso
es exactamente lo que nos ha traído ese sinvergüenza!
Y me las va a pagar… ¡Una por una! ¡Ya lo
verán! ¿Ustedes saben en dónde vive ese truhan?
- …No…No…
- ¿Y ustedes no es
que son sus amigas?
- …De ella…
- ¿Y no saben en
dónde viven estos?
- Señor…Mejor es
que nos vayamos…
- ¡De aquí no se
me va nadie!
¡Y el que se me
mueva, le pego un tiro!
- ¡…Señor…Mire que
ella está embarazada y su estado es de riesgo…! – Intervino Carmen, al ver que
la situación se estaba poniendo demasiado candente.
- ¡…Por el amor a
Dios…!
¡Aquí le puede dar
algo a Gersy! – Gritó fuera de sí Adriana, al ver que ésta se doblaba del
dolor.
Todas las amigas,
se abalanzaron encima de ésta. Gersy, estaba como botando espuma por la boca
y temblaba a espasmos cada vez más
fuertes.
- ¡Tenemos que
llevarla nuevamente a la clínica! – Gritó Susan.
- ¡De aquí no se
me mueve nadie o les pego un tiro!
- ¿Usted está
ocasionando la muerte súbita de nuestra amiga, lo sabe?
- ¿…Y qué es lo
que le está pasando…? – El señor Emiro, pudo comprobar por sí mismo, que la
señora estaba convulsionando en forma grotesca, así que ante la presión hasta
de su propia esposa, se vio precisado a ceder de inmediato.
Bajando
su pistola, se echó a un lado, permitiendo que ellos se llevaran a Gersy.
Horror,
se dibujaba en el rostro de sus acompañantes.
Nuevamente
tendrían que seguir corriendo para llegar a tiempo con la humanidad de su
amiga quien convulsionaba tremendamente.
-
¡Rápido, rápido! – Todos sus atacantes
le cedieron el paso, obligados por ésta circunstancia, la cual ninguno
de ellos esperaban.
- ¿…Al
carro de quién…? – Preguntó Carmen.
- ¡Al
mío, que está más cerca! – Les gritaba Marisela.
Así que con toda velocidad, corrieron y la
metieron.
- ¡Yo
me voy contigo Migue! – Le gritó Susan, apurándolo a que abriera las puertas de
su carro y salieran rápidamente detrás de Marisela.
Y es
que en cuestión de escasísimos segundos…Partieron a toda velocidad.
Ya nos
les importaba, ni la lluvia, ni que las calles estuvieran aún mojadas.
- ¡Se
ve peor que la última vez! – Agregaba angustiada Carmen.
- ¡Me
angustia mucho verla así! – Con lágrimas en sus ojos Adriana, se persignaba una y otra vez.
-
¡Hazle señas a Migue…!
- ¿Y
qué le decimos, Carmen?
- Dile
que se apure… ¡Qué no podemos ir a su velocidad! – Le contestó Marisela, quien
manejaba toda desaforada, temiendo llegar tarde.
- …Ya
les estoy haciendo señas…
Y
Susan, me contesta…Qué le demos, que ellos nos van a seguir.
Por su
lado, en el carro de Miguel, Susan estaba hecha un manojo de nervios.
- ¡Ay
Diosito Lindo! Cuida la salud de Gersy…Recuerda que tiene dos hijos, más el que
le viene en camino. ¡Santo Cielito! ¡Virgen Santísima…Cuídala!
A
pesar de toda la velocidad a que iban, no podían adelantar mucho.
Las
colas eran algo considerable. Miguel se
le dificultaba, acelerar más, ya que el vehículo de Marisela es de mayor
cilindrada y el de él, pues no se le
podía ni acercar.
Pero
aún así, continuaba en su empeño.
Al cabo
de unos extensos minutos, Marisela se le había ya perdido.
(¡Uff!
Menos mal que se la llevaron en el vehículo de Mary…El mío, pues el mío…Está
haciendo todo lo posible. ¡Gracias a Dios, que no se vinieron conmigo!)
Miguel a pesar de su nerviosismo, iba dominando la
situación.
No
así, Susan. A la pobre él la estaba viendo como muy “Disminuida”, estaba hecha
un manojo de nervios.
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