FOTOS: Cuando voy a Maracaibo y empiezo a pasar el Puente
“Así dijeron…”
- Bueno en
verdad les digo; que así como me dijeron…Así se los contaré… - Adrián chequeó
la reacción de todos sus oyentes que en ese momento estaban reunidos en su
propia casa; y la razón es que todos ellos fueron en la búsqueda de la
famosísima “verdad” que tanto estaban buscando, pero que solamente se
escuchaban eran: “rumores”
Eran cinco en
total, los jóvenes que lo estaban presionando para que de una vez por todas
dilucidara ese misterio.
Él los invitó
a sentarse en el frente de su casa, y en la cual había una escalerilla de unos
cinco peldaños para poder entrar a su residencia; y allí cada uno se fue
ubicando.
Por el frente
de su casa, estaba la vereda 38 y en ella había mas de veinte casas, una
enfrente de la otra. Era pues, un sitio muy concurrido, pero mayormente era de
vecinos que por allí se desplazan.
A media
cuadra, a su izquierda existía la bodega de la urbanización -que siempre se encontraba abarrotada de
clientes- y normalmente tenían que
pasar por esa misma vereda.
Adrián se
encontraba sin camisas, portaba un pantalón
-que en algún momento fue largo-
pero que en la actualidad, estaba recortado.
Andaba
descalzo. Flaco y desgarbado.
Era muy
evidente de que estaba durmiendo, pues sus ojos y lo arrugado de su rostro, lo denunciaba.
Suspiró
largamente, poco le gustaba el verse involucrado en dramas que no eran suyos.
Y ese en
especial…Lo molestaba. Pero ante la insistencia de sus visitantes, procedió a
acomodarse en uno de los peldaños
-tapando la entrada a su hogar- con
una soltura que ya les era conocida por sus compañeros, puso ambas manos
atrás -para apoyarse en el piso- y mirando hacia el techo de su casa, comenzó
en forma algo descuidada…
- ¡Qué yo
sepa…! Miguel y José, -como todos
ustedes los conocen- eran amigos
inseparables; ¡pero conocieron a una bella damisela: Juana era su nombre!
La dichosa
chica, portaba todos los atributos que una bella dama podía tener.
Era muy
agraciada por la naturaleza.
Cabello que
le llegaba a la cintura, muy bello y sedoso. De color: Amarillo -natural-
O por lo menos eso creí yo mismo.
De estatura
algo alta -de acuerdo a la media- delgada. Con una cintura muy fina y unos
senos… ¡Enormes!
¡Bella y
hermosa! …Pero muy coqueta…
¡Sí en
verdad, que era muy “risueña”!
A todos les
pelaba los dientes, de sonrisa fácil y de singular dentadura.
Muy amigable
y popular en medio de sus amistades, todos coincidían en que era muy buena y
servicial.
El caso es
que se conoció primero con Miguel, el cual quedó prendado ante tan escultural
belleza. (Todos recordaran que Miguel no se quedaba atrás…Qué digamos.)
Y entre ellos
“hubo química” -sus cables quedaron
chamuscados ante ese choque tan bestial-
el caso es que -nuestro amigo- se llegó a creer que la dichosa jovencita…
¡Le estaba
correspondiendo a sus pretensiones!
(Cosa que aún no está muy clara que digamos…Hay versiones
contradictorias al respecto.)
Y como todos
ustedes sabes -pues todos somos
vecinos de ellos dos- entre Miguel y
José había una hermandad que nació cuando ellos apenas habían nacido -como recordaran, uno vivía al lado del
otro- ambas familias tenían muchísimo
tiempo siendo excelentes vecinos.
El caso es
que José -por cosas del destino- llega a conocer a la misma Juana…Pero por
otro medio. ¡Es decir…Los tres estaban unidos…Ella era el centro -sin saberlo-
pero todo parece indicar eso!
José -sin decirle nada a su vecino- comienza a cortejarla… ¡Y ella “al parecer”
le responde! -no está claro eso
tampoco- el caso es que sin saberlo,
los tres estaban en un trío amoroso…
Lo mas
curioso es que ninguno de ellos coincidía con esta muchacha -no sé si era porque ella así lo quería o
por cosas del destino- el caso es que
así continuó la cosa.
Un buen
día -y siempre pasa así- los dos se consiguieron en la vía, -pero ninguno quería que el otro se enterara,
pues entre ellos siempre existió esa forma de ser y de vivir: ¡La competencia
entre ambos!- y andaban en ese jueguito
que les resultó macabro.
Se engañaban
uno al otro…Y a su vez: Ella lo ocultaba. ¡Había algo “raro” entre esos tres!
…Pero los
celos comenzaron a aflorar.
Miguel se
puso muy posesivo y comenzaba a florecer en él ese sentimiento de pertenencia y
de no permitirle a José que se le acercara a “su novia” -pero a su vez: José pensaba que la
susodicha, era su novia (¡Eso estaba “al rojo vivo”)- ¡”eso era un arroz con mango”!
¡Pienso! Que
ella era la que jugaba con el sentimiento de ambos. Al ser muy caprichosa, le
encantaba que por ella se pelearan.
No tomó en
cuenta de que estos dos, eran amigos desde su infancia.
No le importó
en lo mas mínimo.
Ya la
situación se estaba tornando muy “candente y exasperante” entre estos dos, y ya
abiertamente se peleaban por su preferencia.
¡Y eso le
llenaba “el ego” a esta fémina!
…Ella pudo
evitar ese “choque de trenes” pero no lo hizo
-o quizás no lo cuantificó…Eso ya nadie lo sabrá con exactitud- el caso es que así continuaron hasta que
Miguel, se compró un revolver y se lo guardaba celosamente en su pantalón -pienso que era para utilizarla contra su
amigo de toda su vida: José- pero eso
entra también en el limbo.
¡Jamás
podremos ni afirmarlo, como tampoco negarlo!
Ella comenzó
a rechazar a Miguel, y aceptaba mas los halagos de José.
Y eso lo fue
llenando de cólera…
Una buena
tarde, él llegó primero y tomándola por su larga cabellera, la amenazó y la
conminó a que se definiera: ¿Él o su amigo?
¡Eso fue un
escándalo! Gritos, ofensas, golpes…
…José estaba
llegando cuando escuchó el alboroto y aceleró su paso, temiendo lo peor.
Como en
efecto, ¡así pasó!
- ¡Ella es
mía, de nadie mas! – Le gritó al ver llegar a su “contrincante”
- Espérate…No
te pongas violento… - Le dijo conciliador…Pero ya el hombre tenía sus ojos
inyectados en sangre, se le notaba muy molesto y decidido a acabar de una buena
vez y por todas ese constante vaivén.
(Aseguran los
que presenciaron todo, que se encontraba poseído. Rayos y centellas brotaban de
su cuerpo…Ya descompuesto por sus celos y su sed de venganza, al sentirse
burlado por ellos dos.)
José intentó
acercársele con la finalidad de apaciguarlo…Pero
ese gesto fue el detonante.
¡Se
escucharon dos tiros…Uno e inmediatamente el otro!
…Un silencio
de muerte se asomó inesperadamente…El silencio se hizo patente.
Era José…El
pobre caía en medio de un inmenso charco de sangre…
En el acto,
ella se abalanzó a sostenerlo, pero ya él era un cadáver.
Miguel al ver
esa reacción, en el acto le apuntó y en cuanto ella se volvió en su contra, le
arañó su rostro y con violencia quiso quitarle el arma, pero esta se detonó…
Fueron dos
tiros mas que se escucharon.
En muy cortos
intervalos, ella comenzó a caer en cámara lenta…Agonizando quiso agarrar a
José…Pero no le dio el tiro…
Quedaron
ambos cuerpos a pocos centímetros uno del otro.
Todos
quedaron pasmados. Inmóviles se quedaron sin atinar a tomar una acción.
Y en medio de
ese llantén…Miguel comenzó a retroceder…No entendía lo que había hecho.
Se llenó de
terror. Vio que él mismo portaba su propia arma…Espantado, comenzó a correr sin
destino fijo…
En la
oscuridad de la noche y aprovechando el desconcierto… ¡Se escapó sin rumbo
definido!
¡Dos días las
autoridades lo buscaron por doquier!
…En su
casa…En los sitios en donde sospechaban que podría estar… ¡Nada!
…Hasta que al
final…Alguien consiguió su cuerpo…Se había colgado de un mecate en una arboleda
cercana…
(Según
versiones -no oficiales- se ahorcó inmediatamente después de haber
asesinado a estos dos.)
Al parecer el
sentimiento de culpa, no lo abandonó. ¡Y así puso fin a su muy corta vida!
¡Nuestro
vecino de por estos mismos lados…Se fue…Pero antes se llevó a su amigo -de toda su vida- y a su
pretendida!
Son cosas de
esta vida. Cuestiones incongruentes, pero que tienen su razón de ser…
¿Qué le
podemos hacer…? – Se quedó pensativo, como tratando de recuperar alguna
información dispersa en su memoria, pero al no conseguirla, se volvió al grupo
y les agregó…
- …Espero
haberles despejado el enigma.
Esa es la
historia -muy triste, por cierto- de nuestros comunes amigos y vecinos.
¿Ya todos
estamos claros…? – Los cinco lo habían escuchado en silencio, procurando no
perderse nada de esa versión.
Varios de
ellos bajaron sus cabezas, otros miraron hacía la bodega, pero ninguno se
atrevió a agregar nada mas.
Pasaron unos
minutos, y poco a poco, se fueron despidiendo.
En silencio.
Muy
pensativos, cada uno fue agarrando su camino, Adrián seguía en su misma
posición.
Con mirada
muy triste, y bajando su cabeza, comenzó a levantarse. Se estiró con mucha
pereza, y luego se volvió a su casa.
Afuera todos
seguían en sus ocupaciones habituales…La vida debe continuar.
©
Bernardo Enrique López Baltodano 2016
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