“Cuento
impredecible”
“¡Sólo a mí me pasa esto!
¡Y no sé el por qué…!”
Cuando momentos imprecisos se presentan.
Me
encontraba ensimismado -pensando
solamente en mis cosas- ¡cuando de
repente! Escuché un horrible estruendo. Una explosión de funestos pensamientos.
Increíble…
¡Cáspita!
– Exclamé angustiado.
Quedé
en una sola pieza.
No
reaccioné en aparente movimiento, pero por dentro me consumía…Terribles
sensaciones se apoderaron de este cuerpo.
Me
encontraba solo en mi estancia favorita,
y era mas de media noche. Hora de augurios.
¿Buenos…?
¿Extraños…? ¡Vamos a esperar!
De
presagios inciertos.
Donde
las conjeturas desdicen nuestros aciertos.
Tan
solo había escuchado los sonidos propios de la noche, los grillos, algún pájaro
nocturno…
Sin
importancia alguna. Todo normal y bajo control.
Pero
he de hacer notar, qué de repente, se hizo un silencio de esos que llaman
“sepulcral” y para ser lo mas sincero posible
¡no le di importancia alguna! He
de ser preciso: ¡No quise aceptarlo!
…Pero
ese tremendo y mortífero temblor, me causó mucho desaliento, quedé muy inestable
y pronto mi corazón comenzó a latir en forma espantosa y galopante, ¿qué habrá acontecido?
¡…!
¿Y ahora qué…?
Que
mi intelecto, no aceptó a analizar.
Me quedé estático. Casi sin respirar.
En
verdad, no supe -en ese
instante- descifrar qué era.
Mis
sentidos se agudizaron.
Me
tele transportaron.
Mi
piel al instante se me puso brotada, áspera tal como la de los pollos.
Pensamientos
oscuros e inquietantes me arroparon.
¿Qué
habrá sucedido a mí alrededor…?
…No
lo sé…
Muy
intrigado y sobrecogido, me quedé.
Mis
pupilas comenzaron a girar sin aparente orden y en una forma inusual.
¡Traté
de controlarlas, pero me desobedecían!
No
quería mirar, no deseaba enterarme de nada, pero algo muy dentro de mí, ¡se puso en alerta roja!
Afiné
mis oídos, pero nada percibieron.
Pronto
pensé que lo que estaba escuchando eran las pisadas silentes de las hormigas o
el susurrar perenne del agitar sus alas los zancudos ¡pero no puede ser, nunca
los he escuchado! ¿Y por qué ahora…Por qué…?
A
pesar de mi insistencia y premura: ¡Nada supe en verdad!
Fueron
unos momentos muy inquisidores.
De
mucha inestabilidad y zozobra.
Decidí
quedarme sin movimiento, aparente.
Es
mas, traté de pasar desapercibido ¡y hasta transparente! No deseaba perturbar
en nada.
…Pero
a pesar de mis titánicos esfuerzos…
¡Sentí
algo a mi lado! ¿”Algo” a…?
¿Y
qué es…?
…O
¿qué será…?
Presiento
que es alguien que respira, puesto que siento leves movimientos calóricos en mi
espalda, como frazadas que se esparcen por alguna parte de mi columna, y que me
sube.
En
momentos se me antoja que es caliente, pero al otro instante, se pone fría.
¡Cómo
el respirar de un muerto!
¿Respirar
de “un…”?
¡Pero
si ellos no respiran…Están “sin signos aparentes”!
Y
sin embargo, eso son las líneas que afloran en mi mente. ¡Y es que no puedo
creerlo!
…Pero
por allí van las cosas…
No
obstante, me quedo silente. Sosegado.
Procurando
que ni siquiera por los latidos de mi
corazón, delatar mi posición.
¡Pero
otra vez, siento que he fracasado!
Comienzo
a sentir con mucha insistencia esas oleadas de aire. Frío y otra vez calor.
¡Ni
qué decir! Mis piernita izquierda comienza a temblar…Siguiéndole mi otra
pierna.
¡Qué
de infortunios!
Mi
estómago comienza con fuertes espasmos.
¡Qué
de contagioso estoy!
Ya
no los puedo controlar y comienzo a sentir ese dolor en esa parte de mi cuerpo.
Mi
esfínter anal, comienza a resquebrajarse…
¡No!
¡No puede ser!
Trato
de apretarlo, temiendo lo peor.
¡Desgracia
la mía!
Al
parecer no quieren obedecerme.
¡Asqueante
sensación de hastío!
Temo
lo peor. Un fuerte, desagradable y fétido olor nauseabundo me embarga.
…Y
ahora te presentas… ¡Qué de cosas!
¿Seré
yo mismo o…?
Trato
de impedir lo mas inevitable y sumamente desagradable.
Mi
hombría está de por medio.
Es
preciso no fallar…En esta ocasión.
¡Siento
que me están tocando por el hombro!
¿Será
cierto o es producto de mi imaginación…?
¡No
lo sé…Pero por lo que entiendo…Estoy en emergencia!
Mi
corazón me anuncia que se va a explotar en miles de partecitas.
No
lo puedo creer.
Pero
ciertamente, alguien o algo me está tocando.
En
un principio fue algo tenue, pero ya dejó la sutileza.
En
este momento me está presionando.
Sus
dedos los siento como unas brasas que corroen mis carnes y huesos.
Mis
nervios ya están nerviosos.
Me
quedo en una especie de limbo.
Estoy
desubicado. Desvaído. Impreciso.
Procuro
serenarme, negando en el acto todo cuanto me está ocurriendo.
Insisto
en ignorar lo que ya es evidente.
¡No
quiero estar consciente de nada!
Es
inútil, quiero escapar…Pero todo mi cuerpo está rígido como una piedra.
Me
siento como una estatua. Inmóvil.
Pero
ese “algo o alguien” está muy insistente y me importuna con mucha premura.
Gira
mi cuerpo con una facilidad asombrosa
-¡estoy anonadado!- pronto me
hace girar unos ciento ochenta grados de mi posición inicial.
Descubro
que tengo mis ojos cerrados.
Me
golpea levemente mi quijada, como reclamando mi plena atención.
No
obstante, me niego a acceder a esa petición ¡o a cualquiera! No deseo tener
ningún tipo de contacto… ¡No quiero, me niego a ello!
Sin
embargo ¡una fuerza mas fuerte que la mía!
Me
obliga a hacerlo. Abro mis ojos…
Con
asombro descubro que tengo ante mí a una criatura de lo mas hermosa ¡Es un
ángel?
¡Es
una aparición celestial o demoniaca…?
Lo
ignoro.
Tan
solo sé, que me ha subyugado. Raptado.
Sus
grandes ojos de una gama de azul, que por instantes se me asemejaba a gemas de inconmensurable valor comercial.
¡Un
momento! El color de su ojo izquierdo es distinto…Es de un rojo escarlata…
¡Qué
gama tan asombrosa de matices!
Siento
devaneos. Presiento que he perdido mi razón de ser.
Esas
joyas que presencio…Originan cosas extrañas muy dentro de mí.
Hipnotizado
estoy, al contemplar esa diversidad de colores.
De
los mas intensos a los mas tenues.
¡Nunca
había visto semejante esplendor!
Me
quedo asombrado.
Aquellos
ojos, me cautivaron.
¡Me
poseyeron de una forma instantánea!
…Ya
no me siento inquieto.
Me
siento embobado.
Me
han cautivado.
Ella
me mira con mucha dulzura. Es muy tierna.
La
suavidad de su mirar, me tiene ¡loco!
Los
suspiros aparecen en escenas.
Mi
corazón comienza con otro tipo de melodía, pero ya no hay espanto. No siento
temor.
Ensimismado,
me quedo quieto.
Tan
solo me complazco en detallarla…
Cuando
ella pestañea, rompe ese mágico instante y abre otro mas encantador que el
primero. Y así sucesivamente.
¡Estoy
enamorado, así de instantáneo soy!
Una
nube soporta mi cuerpo y me siento flotar.
¡Dios
mío…Tanta belleza junta!
Encantado
como estoy, veo que sus labios se mueven…Como dos conchas de nácar.
Pero
mis oídos no perciben sonido alguno…
¿Qué
me pasará…?
Me
preocupo en ese instante mismo.
Deseo
escuchar esa voz…Qué seguramente será angelical.
Pero
no sucede nada. Veo que todo comienza a marchar como si estuviese “en cámara lenta”
Me
inquieto, aunque algo me aquieta.
Lo
percibo.
Cambia
la intensidad de su mirada.
Me
está escrutando…
¿Qué
pensamientos se alojaran en esa bella cabecita…?
Pienso
en flores, en gardenias, en pétalos con la mayor fragancia provenientes del
edén…
En
mis pensamientos afloran situaciones hermosas, radiantes, puras.
Aquietan
e inspiran mi naturaleza.
Ciertamente,
coincide con esa sensación de boyar…Qué tranquilidad me embarga en este
momento.
¿Qué
otra cosa puede pedir o esperar un mundano caballero…? Cómo en mi caso.
Tengo
ante mí…Algo espectacular.
La
mujer mas hermosa que la fragancia inspiradora de una torrente impetuosa que
surca todo mi ser, me desdobla, me atraviesa y me posee con esa fuerza e ímpetu
jamás vista por un individuo como lo represento: Yo.
Un
hombrecito que hasta hace unos instantes temblaba como “un pollito remojado”
pero que en este preciso instante, siento una fuerza arrolladora que sublimiza
todo lo que hay en mi persona.
Me
enerva y hasta me reconforta.
Siento
la plenitud de mi esencia y mi propia naturaleza que brota sin cesar.
¡Qué
resplandor, que inquietante y quieta ternura surge de semejante criatura!
Luego
escucho un sonido que viene con notas armónicas dentro de un arpegio musical.
Literalmente
no lo entiendo, pero luego se me traduce en sentimientos muy nobles.
De
quieta quietud.
De
energía potente y seductora.
Impulso
y relajación.
Mis
energías comienzan a flotar, por alguna zona que desconozco me viene esa fibra,
esa garra…Que me soporta y me sostiene, en el aire siento su desgarre. Su
resistencia.
Su
frescura de ánimo estabilizador que tiende a adormecerme.
¡Dios
qué me está pasando…?
Un
frescor en forma de oleada, me entumece.
Me
anestesia.
Siento
que ya no poseo resistencia alguna.
Me
entrego sin cesar y sin remedio alguno.
Ya
mi conciencia ha quedado anulada.
Pierdo
el sentido de pertenencia. De orfandad.
De
amar. De estar.
Sencillamente…Me
desprendo.
Sin
dolor. Sin prisa alguna.
No
me preocupa nada de nada.
Ya
no siento angustia ni premura.
Lo
ancho y lo vasto se hace en mí.
Floto
sin flamear. Vivo sin coexistir.
Estoy
donde no estoy.
Ya
no tengo razón.
Estoy
en un sopor, aunque no me siento.
No
sé qué será de mí…
Mi
esencia se confabula y se dispersa.
No
tengo conciencia de energía, ni de esencia, ni de presencia como tampoco de
ausencia.
Mejor
me desprendo…
Eso
ya no depende de mí…
Adiós
sin despedida alguna.
Nadie
ha de notarlo.
Me
obnubila mi ausencia, luego ya no estoy aquí.
No
me interesa saber mas.
Todo
lo dicho, carece de importancia alguna.
No
hay razón de ser…Su esencia se diluye.
Cuando
transitar carece de sentir, de ver, de oír o de conciencia adquirir.
Todo
se reduce al abandono. Al destierro.
Irse
y no notarlo. Percibirlo. Mancar.
Importancia
no tiene, cuando de afufar se trata. Pirarse.
Conceptos
carentes de sentido, cuando desaparece la esencia del sentir.
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2016
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