¡Hola a todos! Este Año: 2. 016 se está presentando: ¡Bello!
Nuevos aires de Libertad y confort se está respirando en este país llamado: ¡Venezuela!
Felicidades a todos (Y me incluyo) ya que al parecer: Reaparece la Democracia.
¡Dios Bendiga a este pueblo de Venezuela!
Y que todo tienda a resolverse, con ello que se eliminen: Las colas y los abusos.
Dios quiera que se abra nuevamente el mercado, que fluyan los capitales, y que la Ley del Mercado se imponga...Como debe ser.
¡Gloria a Dios en las Alturas y Paz a los hombres que amamos Al Señor!
Les anexo este nuevo relato:
“¡Así
soy!”
Una mulata de cuerpo cubierto de sugestivas mallas, joven y
muy alegre. Muy resuelta y despierta.
Brincaba y vibraba como si estuviese en
una tamborera (Su cuerpo daba la impresión de estar enchufada a una línea
trifásica, poco espacio dejaba a que transcurriera el aire, su vibrar daba la
impresión de perpetuidad.)…Sus hombros y sus caderas resonaban mientras un
ritmo cadencioso escuchaba a través de un radio que portaba en sus manos y que
sonaba como una chicharra, que a lo lejos se dejaba oír como un zumbido
irritante y pueril.
Casi ni se les veía, pero sí que roncaba
con un volumen altisonante, pero que ellas disfrutaban mientras sonrientes se
desempeñaban.
La vi cuando danzaba por la avenida, se subía a la acera y
descendía a la carretera con movimientos muy femeninos y atrevidos.
Y no venía sola, otras mas la
acompañaban.
Me dio la impresión de que algún circo
andaba cerca y que con seguridad, animales grandes sacarían a relucir.
(Suelen hacerse publicidad de esa forma,
caravana, bailes y bestias enjauladas, elefantes y todo cuanto tengan en su
haber.)
Miré en varias direcciones, pero nada
logré ver.
Se contorneaba con la alegría de la brisa
que soplaba en ese momento, su pelo todo ensortijado se negaba a seguirle el
ritmo de su cuerpo, pero el resto de su cuerpo contorneaba si fuese una palmera
que se dobla de un lado a otro.
Y si querían “tener público” en verdad
que poco se esmeraron. Pero lo hicieron.
Así seguía tanto ella como su combo.
Pronto escuché las cornetas sonar.
Unas eran de buses.
Otras de camiones.
Otros tantos de la diversidad de carros y
taxis, que por ese momento por allí circulaban.
Silbidos y aplausos a granel, se
escuchaba por doquier.
Y ellas, se ufanaban. Se divertían al
saberse el centro de muchas miradas masculinas.
Una de ellas comenzó a bailar de
manera “muy” sugestiva.
Pronto se hizo una larga cola. (Todos las
miraban con asombro y en medio de su concentración, todo a su alrededor se
diluía.)
Y comprendí que no estaba solo, muchos mas que como yo nos detuvimos a
presenciar ese show femenino.
La de mas edad, las aplaudía.
Asumí que era o la madre o su tía, ya que
de lejos las controlaba. No necesitaba gritar, tan solo hacerse audible.
Y al instante todas ellas la obedecían,
como si fuese un “comando militar”
Y las conté. Eran cinco las que andaban
en esa farra, mas la de edad…Son seis.
Algo le habrá dicho algún chofer, que una
a una se volteaba y les movían con mucha cadencia tanto arriba como abajo.
Sin lugar a dudas, fue un momento tremendo de relax y de emociones colectivas.
A pesar de que estaba distante a mas de
cincuenta metros, pero algo veía.
Pronto la mas antigua las palmeó y todas
obedientes se fueron controlando mas.
Alguien le dijo algo, y una de ellas se
volvió y sin mirar a nadie en especial, le gritó…
- ¡Así soy! Nadie me hará cambiar.
¡Alegre, resuelta y “echada palante”!
Pa lo que salga ¿…Y…?
Y no hay hombre que me pueda contener.
Somos negras como la noche. Somos
cadenciosas.
Y así como nos ven de día somos de noche…
“Muy pocos” se pueden ufanar de haber tenido a una de
nosotras…
Y hasta este momento los que hemos
tenido…
Los hemos desechados.
Pocos me aguantan. ¿Y qué le vamos a
hacer?
¡Así soy! ¿…Y…? - No bien había terminado de dar su pequeño
discurso, cuando se comenzaron a escuchar silbidos y aplausos.
Todos maravillados las contemplaban.
Y por una de esas calles…Tomaron.
Silenciosas como una ráfaga de viento
inesperado.
Y de repente se esfumaron.
Volví a mis labores que como caminante
tengo, estar chequeando las tiendas, precisaba comprarme un pantalón y de
acuerdo a la oferta, ya veré si lo puedo adquirir.
Seguí en mi faena, revisando almacenes de
ropa.
Y ya había pasado mas de dos horas, y ya
estando distante del sitio en donde en principio me percaté de la presencia de
esas mulatas, cuando de repente escuché un escándalo a mas de dos cuadras.
Gente que corría hacía la dirección en
que me encontraba. Venían espantadas.
(…Algo muy malo debe estar ocurriendo
como para causar “esto” que hacia correr
espantados a tantas y tantas personas…) - Escandalizado pensaba y presumía ante ese alboroto inesperado.
- ¿Qué pasó por allá? – Le pregunté a
unas mujeres, y una de ellas medio se detuvo para informarme.
- ¡Son unas negras que con su show
creyeron engatusar a unos turistas, pero fueron descubiertas!
Son una banda de mujeres ladronas.
Arrebatan las bolsas. La compra que una
ha hecho y corren desaforadas.
Tenga mucho cuidado, que mientras están
en su función…Otra le está “sustrayendo” su cartera.
Y todas pertenecen a la misma banda.
- Y sin decirme mas corrió al escuchar
balazos desperdigados.
- ¡Esa es la policía que se están
batiendo a tiros con sus chulos! - Me
dijo un empleado mientras comenzaba a
recoger lo que exhibían en la calle e invitándome o a entrar o a correr, tal
como todos lo hacían.
Opté por entrar. Y esperar a que ese
enfrentamiento finalizara para poder salir y continuar con mi objetivo.
- Ese es su modus operandi, son unas
“mulatas de fuego” que entre tienen a todos, mientras una o dos de
la misma banda, hurtan como locas, a los entretenidos en su faena.
Pero seguramente que fueron descubiertas.
Sus hombres, las protegen. Se mantienen
en la periferia, andan armados y son muy peligrosos.
Y tanto es así, que se están enfrentando
con los polis. – En verdad, que me quedé asombrado.
- …Y yo que pensaba que eran de algún
circo ambulante…
¡Gracias a Dios! Que a mí, nada me han
robado.
Y fue seguramente porque las observé a la
distancia.
Al parecer entre esa banda, hay carteristas,
que le sacan hasta los interiores a los embelesados que se les cae la baba al
verlas danzar.
- Sin lugar a dudas, fueron descubiertas
“in fraganti”
Me aseguró otro de los que al igual que
yo, buscamos refugio seguro dentro de esas instalaciones.
Afuera vimos como a una velocidad
espantosa, huían del acoso policial.
Vi a varias, como también a varios tratando de huir.
- Una banda muy peligrosa. - Me dijo el
mismo empleado.
Quien asombrado chequeaba el
procedimiento.
Ya al final, persiguiéndolos iban unos
hombres con uniforme policial que se comunicaban entre ellos a través de
radios. Motos iban y venían.
Mostraban nerviosismo, inquietos los
perseguían.
- A todo el que encuentren afuera, se lo
llevan preso también. - Me aseguró
mientras seguro de lo que me informaba,
bajaba y subía lentamente su cabeza.
Transcurrieron varios minutos. Como unos
diez o quince. Ninguno se atrevía a salir.
No estaban seguros si ya la acción había
pasado o que de repente se volviera a encender las alarmas.
Pero una vez que se comenzaron a ver
gente caminando tranquilamente, fueron levantando la Santamaría y a asomarse
con lentitud.
Y ya una vez seguro, nos indicaron que ya
la calma se había restablecido, haciéndonos señas de que ya podíamos
retirarnos.
- Hay que tenerle miedo a esa gente. Son
muy hábiles y precisos. - Nos
aconsejaron mientras nos íbamos.
Ya en la calle, y después de tantas
emociones seguidas, me lo pensé mejor y decidí que por hoy, ya estaba bien de
andar de compras.
Es mejor volverme a mi casita. ¡Gracias a
Dios!
Todo me ha salido bien. Y no es prudente
seguir tentando a la diosa de la Fortuna.
Quizás en otro momento, me pueda comprar
la ropita que me hace falta. –Y con ese pensamiento varié mi dirección…A puerto
seguro: Mi casa.
©
Bernardo Enrique López Baltodano 2016
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