¡Hola! Anexo parte de el primer capítulo de mi nueva novela: "El Guegüence"
Esperando que sea del agrado de todos ustedes! Y me gustaría leer sus comentarios. ¡Los estaré esperando! ¡Saludos!
“EL Guegüence”
Primera parte.
“En su pleno faenar…”
Junio 19 – 2.013
- Ok, estamos claros. No puedo recordarme que yo mismo te haya hecho semejante ofrecimiento. ¡Esto escapa a mi propia sapiencia! ¡No puedo aceptarlo como tal! Y para serte sincero… ¡toda mi vida he sido siempre: HONRADO – TRABAJADOR Y SINCERO! – Raúl miraba de frente a la mujer con la cual convivía desde hacía poco más de un año. Marena, aunque deseaba enfrentársele a su hombre, se sentía imposibilitada ya que su compañero le estaba gritando con todo el fervor de su bocaza. Y lo que la frenaba era la total seguridad con que le afirmaba todo.
El caso es que siempre le ha ofrecido hacerse cargo de ella y de su pequeño vástago, nacido del más sublime acto de amor y de entrega, de parte de ella.
Pero en esta ocasión, tal como en anteriores ocasiones… ¡fallaba tenazmente! Y esto es muy común últimamente, pero siempre con su afán de no empeorar su relación…prefería callar y omitir su cuota de inmensa verdad.
¿Pero era inteligente demostrarle todo su bagaje de verdad? Consciente de que la engañaba, siempre se salía con la suya. ¿Y ella? ¡Es preferible callar! Es mejor no alborotar más ese avispero. Y quizás, más adelante entienda y comprenda que es mejor portarse bien. ¡Parece un pequeño crío! Siempre lo agarraba en sus constantes mentirillas…y siempre se las ha pasado.
En esta ocasión, como en las anteriores, ella cargando al bebe de ambos. Y además todas las bolsas, y enseres propios de la pequeña compra que ella producto de su propio esfuerzo hacía. Pero su macho, iba con las manos vacías…y ella carreteándolo todo; como siempre.
- ¡Yo siempre le hago frente a todo! ¡Yo solamente para todo! ¿Y quién me ayuda a mí? - Vociferaba abiertamente. Y la pobre para evitar más escándalo, cedía.
- …Pero mi vida…ya está bueno. Ya pasó todo.
- ¿Qué ya pasó todo? ¿Y quién te estás creyendo que eres…mi madre? ¿Acaso no te das cuenta de tus propias limitaciones…? ¡Eres una simple mujer! ¡Ni te creas que porque estás viviendo conmigo, ya por eso eres superior a mí! ¿Eso te estás creyendo? ¿Acaso eres masoquista? ¡Acéptalo: Eres tan solamente una…mujer! Dale gracias a Dios, que te acepté a mi lado. ¿O te crees superior a mí?
- No mi vida…tan solo soy tu mujer…
- ¡Bueno y mucho cuidado! ¡Yo soy el macho en esta relación! ¡Y no acepto ningún tipo de imposición! ¿Ok? Además estás abusando demasiado de mi paciencia. Bien sabes que no me gusta escuchar tus constantes chantajes. ¿Ok?
- Tan solamente te recordaba tus ofrecimientos. ¿Recuerdas que delante de tu misma mamá me ofreciste que ibas a cuidar de nosotros dos? – Le dijo señalándole a su pequeño bultico, al cual hacía todos sus esfuerzos para poder cargarlo, y éste ni siquiera se dio por enterado. ¡Por supuesto que la veía! Contempló todos los malabares que se veía precisada a hacer, con tal de que su preciosa carga no sufriera en lo más mínimo, pero ni aún así, se dignó siquiera a hacerle su carga un poco más liviana. Al contrario, volvía su rostro a otra parte.
- ¿Y te he fallado acaso? ¿Prometí estar con ustedes, si o no? – Continuaba en su sufrida defensa, siempre tratando de minimizarle el esfuerzo desplegado por su costillita.
- Si.
- ¿Y he cumplido?
- Bueno…estás llegando muchas noches en la madrugada… - Pronunció casi con un pequeño tono de voz, tratando de que su compañero no se enfadara demasiado. Pero de nada le sirvió, pronto se percató de que había metido la pata… ¡se le volvió a encabritar nuevamente!
- ¿Pero bueno y quién te entiende? ¿No quieres que trabaje para mantenerlos a ustedes?
- Bueno sí, pero soy yo la que siempre tiene que salir a lavar ropa, a fregar pisos para poder conseguir la comida diaria para los tres. ¿No podrías darme una ayudadita, aunque sea de vez en cuando? …Por favorcito y no te enojes conmigo….
- ¡Siempre mi reina, siempre! Every day. ¡No se apartan de mi cabeza! ¡Es más, tienes que tener paciencia mi bella! Me devano mis sesos, y ando en la búsqueda siempre de ampliar mis ganancias. ¡El problema es que tú ganas muy poco y con lo que me das…Muy poco puedo hacer! ¡Pero es que tú eres muy exigente! Es exiguo, casi inexistente y sin embargo me pones a millón. ¡Siempre me estás poniendo al límite! Me la estoy pasando todo el tiempo, full de preocupaciones. Un día de estos me vas a producir un infarto a mi cerebro. ¡No encuentro la forma de poder satisfacerte a plenitud! ¡Siempre me estás exigiendo más y más! …Y me tienes que tener paciencia…
- ¿Más?
- Pronto. Pronto verás los resultados. Estoy haciendo unas pequeñas inversiones. Y ya de un momento a otro, tendremos resultados. ¡Ya lo verás! Pero también tienes que estar consciente de algo… ¡Así son los negocios! Hay que tenerme paciencia…paciencia…ten fe en mí….
- ¿Y cómo para cuándo mi cielito lindo?
- ¡Ah, eso si que nunca te lo podré responder! Pero cuando tú menos te lo esperes… ¡me verás en tremenda: Moto! Y entonces iré y me compraré el carro del año. ¡El mejor!
- ¿De verdad?
- ¡Ya me verás…Runnnnn, runnnnnnn! ¡Es así de alta y fuerte, muy poderosa! ¡Fíjate que la utilizan solamente para carreras a nivel mundial! ¿Te imaginas ésto? ¿Me ves…puedes hacer un esfuercito? ¡Amplía tus sentidos mujer! Yo montado en tremenda máquina y tú…viéndome orgullosa de que tu macho esté por allí codeándose con la crema y nata de la más alta Sociedad… ¿No te daría satisfacción de verme triunfar?
- ¿Y nos montarás a nosotros dos?
- ¡Por supuesto que si! Claro después que se lo lleve a mi querida mamacita. ¡Ella se lo merece más que cualquiera!
- Pero si me lo traerás, digo para conocerlo ¿Cierto?
- ¡Claro, claro que si! ¿Ah ahora si que me estás creyendo, ah?
- ¡Siempre te he creído! El problema radica en que…el tiempo está pasando y pasando y ¡nada!
- ¡Mujer de poca fe! Siempre dudando de mí capacidad para hacer los negocios. Pero ya lo verás. El tiempo es nuestro mejor juez. ¡Ten paciencia! Pronto tendré hasta para comprarme un Jet de esos que son ultrasónicos. ¿Los conoces? ¡Son esas bellas y muy brillantes saetas que poco pululan por los aires! ¡Qué rompen los cielos! Y yo me podré comprar el más grande, el más veloz, el más potente. ¿A quién has conocido que tienen uno igual? ¿A quién? ¡A nadie…pronto te enorgullecerás de mí!
Y lo traeré a nuestro ranchito… ¿Ranchito dije? ¡No que va! Cuando sea grande y poderoso… ¡Quemaré al malayo ranchito inmundo ése en el cual me metiste a vivir contigo! …Hay que ver que tú me has denigrado y rebajado hasta hacerme vivir a mí… ¡a mí! En esa pocilga. ¡Es intolerable!
- Pero mi Rey…es lo único que tenía para ofrecerte…
- …Pero renaceré de mis propias cenizas, a las cuales me he visto obligado a seguirte. ¿Acaso mi sacrificio de tener que vivir contigo en esa “Letrina” no tiene precio para ti?
- ¡Claro que si!
- ¡Pero ya me verás! ¡Seré yo mismo quién clausure semejante esperpento de lacra social! Me tocará a mí, hacer barrida y mesa limpia. Tú aún no me has conocido en la plenitud de mi vasta y extensa… ¿Cómo podré decírtelo? Para qué me puedas entender… ¡En mi sapiencia infinita! O sea que nunca se acaba. ¿Me entendiste?
- Si.
- Bueno para que no te me pierdas y no hacerte muy larga tu poca comprensión…Te decía y esta al igual que todas mis promesas… ¡Serán plenamente satisfechas! Como siempre ha sido así. ¿No te ofrecí un chamaco?
- Si.
- ¡Pues promesa cumplida, allí lo tienes en tus brazos! ¿O no es así?
- ¡Gracias papito!
- En estos momentos me estoy fijando una meta, la cual no descansaremos ni un solo instante para lograr mí cometido…y en ésto, tú me tendrás que apoyar. ¿Ok?
- Lo que tú digas.
- Construiré sobre esa inmundicia… ¡Tremendo rasca cielo! Y será tan alta, que tendré que comprar una escalera de esas inmensas…y si es necesario, pues me compraré varias y las mandaré a unir… ¡Para que puedas subir tú…mi preciosa princesita!
- ¡Ayyyy que bello! ¿Y harías eso por mí mi bello? – Lo miraba extasiado mientras éste construía sus palacios de sueños.
- ¡Es que tengo que hacerlo! ¿Sino cómo podrás apreciar mi grandeza?
- ¡Ayyyy qué bellas palabras! ¡Ya hasta te me estás graduando de poeta!
- ¿Poeta yo? ¡Ni Walt Whitman, ni Rubén Darío…ninguno de ésos, se me podrán acercar! No hay poético, ni poetiza que se me acerque en mi extensa verborrea de sufridas expresiones de amor y del gozo. ¡Tú aún no me conoces en mi vasta vorágine de conocimientos incipientes y aún no develados por mí! Y te confieso que en verdad, este cochino e inmundo mundo conoce muy poco de mí y para que te enteres de una vez por todas: Cuando llegue el momento indicado… ¡Me conocerán todos ustedes! ¡Ni un segundo antes!
- ¡Eres mi héroe!
- …Ya me conocerás en mi grandeza…
- ¡Siempre he confiado en ti!
- ¿Segura?
- Desde qué te conocí…me dije: ¡Éste es mi hombre!
- ¿Y lo he sido?
- ¡Por supuesto que yes!
- ¿Y estarías dispuesta a demostrármelo?
- Mi lindo…si respiro solamente al verte. ¡Tú eres la razón principal de mis desvelos! No tengo vida, hasta que te tengo en mis brazos. Me derrito por ti.
- ¿Te sacrificarías por mí?
- ¡Sí!
- Claro, que si lo hago es por el bien de mi, digo de nosotros dos…
- ¡Tres! ¿O no quieres reconocer a tu propio hijo? Es sangre de tu propia estirpe.
- ¡Claro…ya somos tres!
- Y por ti, haría todo lo que sea necesario para poder hacerte feliz. ¿Acaso dudas que te lo pueda negar? ¡Nunca! ¡Soy incapaz de negarme a un pedimento tuyo!
El hombre la detalló bien. Guardó silencio y disfrutó de todas las promesas de su señora. Cerró sus ojos y alzó su cara al cielo.
Marena en ese preciso momento tuvo que ejercer más fuerza de la que ya estaba haciendo, debido a que estaba perdiendo el control de todo lo que cargaba encima. La pobre fémina, tuvo que verse precisada a tener que soltar varias bolsas ante la inminencia de que su propio bebé cayera al piso. Las bolsas cayeron estruendosamente. Hizo muchos esfuerzos titánicos, movimientos fuertes para evitar un mal mayor. Al final logró sostenerse en pié, con esfuerzo mantuvo su propio equilibrio. Su niño se despertó y de los nervios, se asustó y comenzó a berrear a todo pulmón.
Su esposo, preservando su propia seguridad, se apartó resguardándose ante un daño que pudiese recibir. Tan solo se contentó con presenciar todas las peripecias y en ningún momento se mostró algún ápice de acudir en su auxilio.
Ante su propia impotencia, ella procuró por sobre todos los medios posibles que el daño no fuera mayor, al ver que ya tenía asegurada a su preciosa carga, comenzó a arrullarlo con la finalidad de que éste se calmara.
- ¡Arrúúú mi niño lindo, que ya todo lo malo pasó! Ya mi amorcito, ya papi nos ayudó. ¿Viste que valiente fue? – Mientras ella trataba de tranquilizar a su retoño, Raúl la atravesaba con una mirada fría y demoledora. La pobre al percatarse que lo había enfurecido, trataba de calmarlo también a él.
- …Perdona mi torpeza…es que perdí el equilibrio… ¿Te ensuciaste tus zapatos? ¡Déjame lustrártelos! – Y se inclinó muy solicita para pasarle un trapo limpio a sus lustrosos calzados. Él permitió todo, como un reflejo inmediato de la torpeza sin límite de su mujer. Al ver que ya le había limpiado su zapato izquierdo, le adelantó el derecho. Luego le hizo señas de que le arreglara el pliego de su pantalón. Por alguna inexplicable razón, se le había torcido. Solícita como siempre acudió en su auxilio.
- ¡Siempre la andas poniendo! Y esperas el momento en que yo me inspiró para romper mis sueños. ¡Tu envidia me detiene!
- …Perdóname…Déjame acomodarte mejor tus ruedos… -Y una vez concluido le estampó un sonoro beso, como señal de que ya todo estaba resuelto, como respuesta él le lanzó un punta pié el cual en medio de su mayor gozo, pudo esquivar.
- ¿Perdóname? ¿No corre sangre por tus escuálidas venas? ¿Así, así tan seco? Desprovisto del más leve sentido de la equidad y los buenos principios… ¿Ya estás más tranquila? ¡Haz destrozado mis buenos sueños de engrandecer mí familia!
- Es que seguramente que me resbalé…
- ¡Pata floja! ¡Eres una inútil y estúpida mujer! ¿Cómo haré yo? ¿Hasta cuándo te tolero? - Su esposa, bajó su cabeza y en silencio comenzó a llorar. Pronto eran madre e hijo, sofocándose por las lágrimas.
- ¿Y qué carajo estás esperando…a qué sea yo mismo quién recoja todas esas bolsas? ¡Apúrate asna! – Aún doliéndole uno de sus pies, el cual seguramente se le dobló, omitió todo su dolor y comenzó a recoger cada bolsa desparramada por todo el suelo.
Respirando con suma impaciencia, él esperó. Golpeando con furia su zapato contra todo lo que pudiera servirle, pero claro está, sin que le causara dolor alguno a él. Ni mucho menos ensuciarse.
A los pocos minutos, y siempre cargando a su lloroso retoño, logró dominar la situación. Amarró con mucho cuidado las bolsas a su mano izquierda, mientras que con su brazo derecho seguía sosteniendo a su pequeño. Logró la fuerza requerida y se irguió. Se ajustó bien toda su carga y mirando a su consorte, le sonrió y le hizo notar que ya estaba dispuesta a seguir caminando.
- ¿Qué ya estás lista?
- Si, mi lindo.
- ¿Segura de que ya no dañarás más nuestras propiedades?
- Ya las tengo bien sujetas, no se me caerán más.
- ¿Segura?
- Totalmente.
- ¡Tienes que ser más cuidadosa! No todo el tiempo estaré allí, para ayudarte y guiarte en todos tus desatinos. No es posible que todo el esfuerzo que hemos hecho para comprar nuestra comida y tú, por un descuido ¡la botes! ¡Esto no puede seguir así! ¿Ok?
- Esta bien papito. ¿Me perdonas?
- Si tú te comprometes a que nunca más dañarás nuestra propiedad. ¿Tendrás más cuidado?
- Si papito, lo que tú digas.
- …Bueno, volviendo a nuestro tema inicial… ¿Estás dispuesta a ayudarme? Y no estés creyendo que dependa de ti para lograr mi triunfo. ¿Pero estarías dispuesta a darme una manito?
- ¡Si!
- ¡Tienes que hacerlo! ¡Es muy pesada mi carga! Y debo reconocerte que me está costando demasiado. ¡Mira hasta estoy bajando de peso! ¿Contemplas mis ojeras? Ya hasta mis nobles ojitos me están acusando cansancio. Me desvelo mucho y siempre es por la preocupación por ti y por ése chavalito. Ya casi ni estoy durmiendo y de seguir así hasta me puede dar ¡un síncope a mis sueños!
- Pero mi rey, yo salgo siempre bien de mañanita y salgo sin hacerte ruido, para que tú puedas descansar un poquito más. Mi niño y yo, ni ruido te hacemos. Estoy trabajando: Lunes, Martes, Miércoles, Jueves, Viernes, Sábado y hasta los Domingos. Pero yo gano muy poquito. Nunca te alcanza. ¿En qué más te puedo ayudar?
- Porque tú eres una burra. ¿No te lo he dicho yo? ¡Y no quiero que te me vayas a ofender! Pero ese tipo de trabajo… ¡es muy cansón! Y no recompensa en nada todo el esfuerzo que tú haces. Y por esa razón, estoy ideando un mejor trabajo. Pero eso, si… ¡después de que termines tu faena! Solamente después podrás ejecutar tu nuevo trabajo.
- ¿Y nuestro bebecito, en dónde lo dejamos? ¿Lo vas a atender tú?
- ¿Yo? ¡Jamás! Yo soy un Industrial. Mi labor es supervisar. ¡Evaluar los resultados y exigir mayores ganancias!
- ¿Y en dónde lo dejamos?
- Ya hablaré con mi madre y ella estaría dispuesta a atenderlo mientras tú estás trabajando para mí. O si no, le buscamos un trabajito que sea muy bien remunerado, siempre se podrá conseguirle algo al baby para que nos produzca muy buenos dividendos.
- ¿Ah sí y cómo será eso?
- Aunque no te lo creas, hay muchas mujeres que están locas por tenerlo en sus brazos ¡Uff muchas!
- ¿Ay y no será muy duro para el pobrecito? Apenas tiene catorce meses de nacido… ¡Me da como lástima por él! Tan bebecito y ya tiene que salir a trabajar para nosotros.
- ¡Nada malo le podrá pasar! ¡Te lo aseguro!
- ¿Lo juras?
- ¡Ya está jurado y confeso! Además este esfuerzo es para el bien de todos nosotros y si logramos nuestros objetivos, me podré comprar esa moto, esa nave de cuatro cauchos y nuestro Jet Ultrasónico y sin sonido, los cuales serán para nosotros tres…manejándolo yo todo el tiempo.
- ¿Y nuestro rascacielos, también?
- ¡Por supuesto que si! ¡Fuera la erradicación definitiva de la pobreza en mis predios! ¡Jamás nadie me podrá ver ni de reojo, ni con malos ojos! ¡Me comprometo a que seré el nuevo Súper Ultra millonario capaz de ser rico e inmensamente feliz!
- ¿Y voy a trabajar para ti?
- Si. ¿Me aceptas a mí, como tu único jefe y señor?
- ¡Toda la vida! ¿Y tú qué harás?
- Yo seré el Manager General, el novio de la madrina y ¡el dueño del equipo!
- ¡Y yo seré tu más ardiente admiradora!
- Yo le pondré precio a tu labor, y cobraré y también estaré pendiente solamente de ti. ¡Mi lindura! ¿No te parece bello?
- ¡Por mí encantada! ¡Haz conmigo lo que tú quieras!
- ¿Seguro?
- Si.
- Bueno dentro de poco, el chamaquito tendrá que salir a producir para nosotros. Así que tendrás que prepararlo bien, para que sus nuevos dueños, digo jefecitos lo aprecien muy bien y nos paguen el Alto precio que les cobraré.
- ¿Y no será demasiado para él? Recuerda que aún es un bebecillo. ¡Pobrecito tan chico y tiene que salir a trabajar para nosotros!
- ¡Por una causa grande y ennoblecedora!
- ¿Y qué horario tendrá?
- Por lo pronto lo alquilaremos, digo faenará por días y después lo tendremos que dejar por más tiempo. ¿Lo estás entendiendo bien?
- ¡Ay es qué me da tanta tristeza! ¿Y no podremos mantenerlo más tiempo con nosotros? Tú sabes, por aquello de que sienta nuestro calor de familia, es necesario para que su crecimiento sea rico en hormonas de la felicidad. ¡Eso tú mismo me lo has pregonado no una, sino en varias ocasiones! ¿No te recuerdas?
- Si, si pero también tienes que tener bien clarito que en este preciso momento, estamos en el umbral de nuevos tiempos. ¡Soplan vientos de cambio! ¿Acaso eres tan obtusa que no puedes percatarte de este, tan sublime cambio?
¡Oteo en el ambiente…esa fragancia con olor y sabor a ricas y nutritivas flores! ¡Excelsas virtudes acampan en la espera de que nosotros…digo yo, en este preciso instante así lo estoy percibiendo! Y es una lástima, que tú seas tan negligente y evidentemente muy falta de tacto. ¿Cómo podré vivir al lado de una estatua tan fría y a su vez lóbrega y carente de toda señal de vida propia?
- ¡Ayyyy mi amor, no me hagas caso! Bien me defines cuando me autenticas como una mensa asna. ¡Pero no me importa, con tal de que pueda vivir a tu lado! ¡Todo lo soporto por tu amor!
- …Pero trata de no enlodarme con tu inmensa carga genética negativa y muy periclitada…para mi gusto. ¿Ok? ¿Me entendiste?
- No te niego que me cuesta seguirte tus pasos. ¿Pero qué más se puede hacer? Con tal de que me tengas paciencia y me mantengas a tu lado… ¡Todo lo puedo en ti!
- ¡Pero no abuses mucho de mi corta paciencia!
- Si mi rey, lo que tú me digas eso haré. ¿Y adónde irá a trabajar nuestro Raulito?
- “Nuestro Raulito” estará muy ocupado. ¡Demasiado, full y su rol será de Estrella! Ya lo verás volver hecho todo un hombre. Tan grande fuerte y poderoso como yo, bueno ni tanto así, ya que no creo que más nadie logre imitarme. ¡Gracias a Dios que rompió mi molde! Porque nadie más que yo, logrará todos los éxitos Inter Galácticos que pronto cosecharé. ¡Ya me verás!
- ¿Pero no me estás diciendo que irá primero por varios días a laborar?
- ¡Es que tendrán mucha demanda, tanto tú como él!
- ¿Yo y qué estaré haciendo yo?
- ¡Lograrás colmar de plenitud a mucha gente!
- ¿De verdad? ¿Y qué será lo que tendré que hacer? ¿Quedaré tan extenuada como cuando termino mis faenas de limpieza? ¿Como las hago día a día a pleno sol?
- ¡Ni sol tendrás que llevar! Ya verás que será una función muy especial. En tu aire acondicionado, y lo más liviana que puedas. ¡Ya lo verás, estoy segurísimo que te encantará! Claro al principio hasta es posible que denigres de ella. Pero al transcurrir los días y viendo nuestros aportes monetarios… ¡Ni te importará para nada! Y te juro, que nunca más tendrás que fregar la ropa sucia de nadie más. ¡Y si te toca fregar…será con la mayor plenitud! ¡Pronto te gustará, hazme caso, ya tú misma me darás la razón!
- ¿Y en dónde podré ejercer mi nuevo cargo? ¿Y a propósito, qué haré?
- Primero lo primero y después vendrá lo segundo y más allá lo tercero y así sucesivamente.
- Ok, ok.
- Tenemos que llegar a nuestra futura “Mansión”
- ¡Perfecto!
- Una vez allí, tendrás que atender a tu Toro, que está sediento ¿Y ya sabes de qué?
- ¡Siempre estaré allí para satisfacer a mi Macho!
- Bueno, agarra bien tus bolsas y a tu chavalo y arranca. Por lo pronto, tendré que desviarme.
- ¿Y no vendrás conmigo?
- No. Tengo que ir a chequear a un ganadito que tengo trabajando para mí, digo para nosotros. ¡Bien sabes que me debo a mis Inversiones! ¿Cómo engorda el ganado?
- ¡A los ojos de su amo!
- ¡Y yo soy su amo y tengo que ir a chequearlo! ¡Espérame pronto, y ya sabes cómo! – Y dándole una sonora nalgada la abandonó.
Marena suspiró hondamente. Se sentía plena. Segura de que su marido estaba tratando afanosamente de producir los buenos resultados que todos esperaban, especialmente ella. Pero hasta ahora, sus resultados eran: Negativos.
Al contemplar al objeto de su idilio, comprobó que iba correctamente y muy bien vestido. ¡Toda su indumentaria era nueva! Desde sus calzados lujosos, pasando por sus elegantes pantalones y esa camisa, ¡tan fina y bella! ¡Qué grande era su satisfacción! Ya que era ella misma la que lo vestía y también la que lo combinaba. ¡Un dineral costaba vestirlo! Pero bien valía la pena, ya que al verlo se sentía plenamente orgullosa.
Constantemente se lo advertía, ya que él debía ir muy bien presentado
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