-
…Bueno como te venía diciendo. Yo estuve viviendo en esa época, allí en donde
transcurrieron los hechos.
La
cosa comenzó de la siguiente forma:
¿Conociste
a la Inspectora Nora Araujo? – El rústico hablador era un hombre de apariencia
muy desteñida.
Esta
vida como que no ha sido muy benigna con él.
De
aspecto muy lóbrego, su chemise se veía además de vieja, se le notaba sucia y
ajada.
Llevaba
un cuñete que en algún momento fue el envase de pintura de caucho.
Por
fuera se le notaba en muy buen estado.
Y
dentro portaba una bolsa de hule.
Y
bien escondida…una botellita de cocuy o algún licor de los más barato que
venden en el mercado.
-
…Y tal como te estaba comentando…
La
Inspectora Nora, era una mujer de “armas tomar”.
¿La
conociste?
-
…No.
-
¿Nunca oíste hablar de ella? – En realidad no estaba interesado en lo que me
hablaba este hombre y menos después de verlo cuando en un descuido, se tomó un
buche de ese licor apestoso…gasolina de avión.
-
¿No me escuchaste? – Me inquirió en forma directa y fue cuando le vi su cara de
frente.
Aparentaba
ser mucho mayor, de lentes todos rayados…seguramente era de mucho aumento.
Pero
a pesar de que estaba tomando allí en ese espacio tan público, no le noté el
aspecto de “borrachito impertinente” y por esa simple razón, volviendo y
fijando mi atención en él, le pregunté…
-
¿Qué me preguntaste? Discúlpame…estaba absorto en otras cosas. – Me miró con
una risita medio estúpida y me dijo…
-
¡El calor primo…es el calor! A todos nos vuelve locos. – Y no era para
menos…Estábamos montado en un autobús y entre esas paradas ruidosas y esas
aceleradas atormentantes, aunado a tantos y tantos vendedores ambulantes…por
supuesto que son asfixiantes.
¿Pero
qué le podemos hacer?
Teníamos
que seguir, tratando de sofocar además
de ese calor asfixiante, los ruidos que son para vivir como un desquiciado,
el
vaivén de un chofer que de repente le da un ataque de locura, acelerando o
frenando o intentando pasar entre un espacio menor a tres metros, y que de
repente le da otro ataque esquizofrénico y le da por entrompar ese monstruo que
maneja como para tratar de intimidar a todos, para que ni se les ocurra
ponérsele en su frente.
-
…Esa Inspectora, esa si que era más macha. No mascaba para caerle a tiros a
tantos malandros que pululaban en Maracay.
-
¿En Maracay…Aragua…? – Le pregunté, porque en esa ciudad había vivido en alguna
etapa de mi vida. Él me sonrió, me hizo señas con sus manos de que esperara, ya
que el chofer le había dado por acelerar con frenesí, haciendo ronronear el
motor de ese pobre autobús.
Miré
hacia el frente… ¡Dos carros pequeños iban por delante…los mismos! Al parecer encaraban
una disputa entre esos dos…uno quería adelantar al otro.
En
una calle de dos vías.
Y
el autobusero pretendía que se echaran a
un lado, para dejarle el paso a él solito.
Pero
no, ellos tenían su propio enfrentamiento.
Así
que no se lo permitieron. Tuvimos que tragar saliva y aguantarnos, el
hombrecito que manejaba comenzó a chillar y a rebuznar…seguramente estaba en
pleno frenesí.
¿Y
nosotros los pasajeros?
Quedamos
en espera a que esos titanes en ruedas, resolvieran sus diferencias.
¡Y
Dios es Grande!
Uno
de los “corredores” aceleró bruscamente…una cola de humo emergió de sus
silenciadores y en cuestión de segundos…desapareció de la escena…el chofer
aprovechó y aceleró también y logró rebasar al otro que atónito…se quedó con su
bocota bien abierta.
Y
nosotros pudimos respirar, muy aliviados. Mi compañero de asiento, sacó a
relucir su botellita de “gasolina de avión” y alzándola en vilo, me dijo…
-
¡He vuelto a nacer! ¿Quieres un traguito? – Me la enseñó y arrugando mi cara le
repliqué…
-
¿Con eso lavan las patas de los gallos de pelea?
-
¡Y lo beneficiosa que es!
-
¡Gracias compañero…paso! – Y ni se inmutó… ¡Sonoro tragazo que se dio! - ¡Esto
es solo para machos como yo!
Me
le quedé mirando y al instante le respondí…
-
¡Eso es para burro, mi amigo! – Tapó su botellita y la guardó.
Y
enseguida arrancó con su relato…
-
¡Como te iba contando…!
Esa
mujer se echó al pico a más de una docena de malandritos. Fue su azote. ¡No les temía…para nada!
Con
contarte…que se les enfrentaba…ella solita.
No
esperaba refuerzos ni nada.
En
una ocasión andaba ella sola, y le llegó el chisme…bueno tú sabes, esa gente de
las policías, se pasan la información entre ellos.
O
seguramente algún soplón…
¡Son
muchos los medios que ellos tienen para conseguir esos datos!
La
balacera fue espantosa.
¡Ella
se batió solita contra toda una banda de facinerosos!
Eso
fue en plena Av. Constitución y a pleno día…
¿No
te enteraste? – Ya había captado toda mi atención.
Y
me tenía asombrado, al escucharlo hablar con su correcta dicción, los
silencios, el tono de su voz me delataba que estaba ante una tremenda
dicotomía: ¿Su apariencia y comportamiento? La de un indigente…borrachito y
viejito.
Pero
al abrir su boca, me daba la impresión de que estaba ante un catedrático. Que
sabía a la perfección todo cuánto narraba.
-
¿No me dijiste que viviste también en Maracay?
-
…Si, pero de verdad…nunca me enteré…
-
¡Eso Salió por todos los periódicos y todo!
-
…Está bien…pero no me enteré. Pero sigue, sigue…
-
Contaron… ¡Seis! ¡Fueron seis los delincuentes que ella misma liquidó! ¿Y no
sabes lo que le pasó a ella?
-
…No…lo ignoro.
-
¡Nada!
-
¿Nada? ¿Qué era la “Mujer Maravilla” o qué?
-
¡No le pasó absolutamente…nada!
Y
allí quedaron todos los cuerpos cosidos…
¡Y
todas las balas salieron de su arma de reglamento!
Ni
un rasguño, ¡ni siquiera se despeinó!
-
¿Y los mató a todos?
-
No. Uno escapó. No lo pudieron agarrar.
Porque
al comenzar la balacera, comenzaron a llegar patrullas desde todos los ángulos.
Dicen
que lo persiguieron…
¡Pero
qué va!
¡Ese
desgraciado corrió y se metió por una cañada…y se evadió!
¿Y
qué pasó con ella? Bueno entre ellos, se enmienda la plana.
El
caso es que después salió por la prensa, que: “Una acción conjunta entre todos
los Cuerpos policiales adscritos al Ministerio de Justicia, habían juntado sus
fuerzas para limpiar y adecentar aún más a nuestra sociedad”
“Y
que este era un mensaje a todas las bandas de atracadores para que depusieran
sus acciones vandálicas y se entregaran a la Justicia, para un juicio justo”
¡…Y
toda es paja loca que inventan los políticos…puro: bla, bla, bla”
El
narrador calló, tomó aire. Chequeó hacía todos lados. Al comprobarse a sí mismo
que todo estaba normal, volvió a mirarme y me dijo…
-
¡Era brava esa mujer!
-
¿…Y por qué me dices que “era”…ya no existe?
-
¡No que va! A esa la tenían en la lista. Y seguramente que le sobraban los
enemigos.
-
¿Aja y qué pasó con ella?
-
…Después de esa escaramuza. Hubo un tiempo que no se supo más de ella. Hubo un
silencio. Pero yo creo, que ella cayó en desgracia…
-
¿Por qué…estaba implicada con el narcotráfico…?
-
…Nnnno está muy clara la situación… - Se rascaba la barba. Me miraba con aire
de desconcierto.
Y
me dije… ¡Éste tipo no es lo que aparenta…!
¡No
puede ser…a simple vista es un pobre diablo!
…Ahora
me falta que aparezca ante mí un doctor…o un profesor universitario…o un
filosofo…
-
…A la pobre Nora…la emboscaron…no está muy clara la noticia.
No
sabría decirte: ¿Fue los narcos o el hampa organizada…? ¡Nunca se sabrá!
¡Es
un misterio!
…Ellos
sabrán la verdad de los hechos; a nosotros lo que nos llegan son historietas.
¿Qué le podemos hacer? – Me quedó rondando en mis elucubraciones.
¿Cuántas
mentiras nos echarán los “Representantes de la Ley”?
Ellos
los certifican. Lo juran ante una Biblia. Ante un Jurado. Ellos son la Ley.
¿Nosotros?
Somos
carne de cañón…
-
…Nora era delgadita. Menudita. No era bonita. Senos chicos…
¡No
era muy agraciada como mujer…! Pero a pesar de que ya había matado a varios, no
era ni mal hablada, ni pedante, ni grosera. Es mas los que no la
conocieran…seguramente que ni atención le prestarían.
-
¿…Pero no hicieron averiguación…? ¿Quedó muerta y ya?
-
…A lo mejor la hicieron… ¡Perooooo!
-
Como termina todo en este país…
-
¿Tú conoces Tinaquillo?
-
¿Tinaquillo? ¡Claro que si!
-
¡Yo viví allí! ¿Y conociste al capitán Mercado?
-
…Nnnno… No creo conocerlo. ¿Y quién es ese?
-
El se lanzó a gobernador… ¡Y ganó!
-
¿Ah…si? (Me parece demasiado fantasioso…) ¿Y tú lo conociste?
-
¡Como estamos hablando los dos ahorita!
-
¿De verdad…no me estás vacilando?
-
¡De verdad! No tengo por qué estar mintiéndote.
Y
te aseguro, por lo menos cuando estaba en su etapa de candidato, que fue cuando
más lo trate.
Porque
después como que se le subieron los humos…
¡Y
ya era insoportable!
Y
me recuerdo, que era un pata en el piso.
¡Pobrecito!
Ni
dinero tenía para movilizaciones.
¡Y
no sé de dónde lo sacó!
Pero
al parecer se lió con unos poderosos de por allá…cuyos nombres mejor ni te los
doy…
¡No
vaya a ser que me meta en problemas…!
-
¿Si lo dices por mí…?
¡No
conozco a nadie de por esos lados!
Y
me daría igual, si los nombras o no. ¿Total?
¡Ni
sé quiénes son!
-
…Son gente muy poderosas. ¡Mafia! Y te cuento que después que trabajé para este
capitán ya retirado…Escuché muchas cosas. ¡Muy peligroso ese tipo!
-
…Será…
-
Mira al principio, no me pagaba porque no tenía plata…
-
¿Y de qué vivías entonces…?
-
…Ya vas a ver…El me alojó en su propia casa.
Comía
de su propia mesa.
Conocí
a su esposa…y también a las que no lo eran.
Él
me llevaba a sus “sitios” en dónde conseguía sus “tiernitas” como las llamaba
él.
El
tipo era buena gente. No te digo que comía de su propio plato. Era muy humano.
Pero el poder ¡hermano mío!
He
visto con mis propios ojos, cuando él hacía sus concentraciones…
¡Te
voy a contar una de ellas!
…Fue
en Tinacos. Se le llenó de pura gente campesinas.
Oí
cuando les prometió desde un pedazo de tierras, hasta semillas, palas,
arado…tractores…
¡De
toda vaina que le venía a su mente!
¡Se
volvió loco ofreciéndoles de todo!
…Y
lo mejor: ¡Se lo creyeron!
…Y
lo aplaudieron…
¡A
rabiar!
¡Había
alborozo…todos estaban contentos y hasta le prometieron que siempre estarían
con él!
¡Y
le cumplieron!
¡Siempre
contó con su pueblo!
…Una
vez que terminó con su arenga…
…Se
le salió decir: ¡Si me están creyendo…se van a caer de una mata de coco!
¡Yo
los voy a joder a todos ellos!
¡Mal
nacidos, apestosos campesinos ignorantes!
¡Les
voy a quitar hasta sus tierras!
¡Se
las voy a expropiar!
¡…Y
yo lo escuché! Cuando terminó de
decirlo, se volteó hacia mí… ¡Y me vio, el desgraciado! Y me gritó:
¿Escuchaste?
-
¿…Y qué le respondiste? – Le pregunté intrigado.
-
¿Quién…Yo? ¡No mijo, yo soy sordo!
Él
y sus guardaespaldas…se rieron de mi ocurrencia.
…Me
hice el loco. ¡Qué va! He visto con estos mismos ojos y he escuchado con estos
oídos míos…
¡Muchísimas
cosas!
¿Y
por qué te estás creyendo que aún sigo vivito y coleando?
¡Se
lo negué muchas veces, es más le demostré que jamás escucho lo que no debo
escuchar!
¡…Gracias
a Dios!
Porque
una vez que quedó electo…uno a uno, fueron desapareciendo las personas que de
una u otra forma, le obstaculizaron algo a él.
Y al darme cuenta de esto…comencé a separarme.
Poco
a poco.
¡Ni
ideas tienes del peligro en qué pasé!
Yo
conocí muchos secretos de él.
¡Morirán
conmigo!
Diciendo
esto, un aparatoso frenazo, nos hizo perder nuestra compostura.
Una
caravana de policías motorizados de forma inesperada se estaba batiendo a tiro
limpio con otros, presumiblemente malhechores, quiénes respondiendo al ataque
blandían armas cortas y largas.
Nosotros
estábamos a unos escasos sesenta metros, y menos mal que no estábamos en la
línea de tiros.
…Pero
por supuesto que caímos en una encrucijada.
El
chofer angustiado comenzaba a pegar alaridos, halándose las cuatro mechas que
aún conservaba en su pensera.
Las
mujeres que estaban allí gritaban y gemían, pero no querían perderse de nada
cuanto estuviese aconteciendo.
Pronto
se solucionó todo. En cuestión de angustiosos segundos, que se transformaron en
tiempos que no querían pasar.
Al
llegar carros de patrullas y una decena más de motorizados, que llegaban de
todos los lados.
Aquello
fue un verdadero aquelarre.
Todo
era confusión.
Gritos
y chillidos. Mujeres con ataques de nervios.
Empujones.
Amenazas.
Un
verdadero infierno, todos desconfiando de todos.
-
¿A cuántos habrán liquidado? – Gritaba el colector presa de pánico.
-
¡Sácanos de aquí chofer estúpido! – Vociferaba una vieja ya fuera de si, que
estaba ubicada en la parte trasera.
-
¡Ay Dios Mío…aquí nos van a matar! – Gritaba otra.
Unos
chiquillos estaban gozando, viendo como se batían a tiros.
-
¡Se tiraron al gordito…! – Festejaba uno de ellos, ya desaforado y con más de
la mitad de su humanidad asomada por una de las ventanillas de esa unidad. Y en
el mismo instante, contemplé como su madre lo golpeaba con furia, para
esconderlo pero este ni pendiente de la angustia de su madre.
-
¡Mira como están cayendo como palomitas los bandidos! – Le gritaba otro de los
chiquillos.
Estaban
emocionados viendo en vivo y directo un enfrentamiento entre ladrones y
policías.
-
¡Yo apuesto a los policías! – Dijo uno de los jóvenes, y tenía en sus manos
varios billetes como para despejar toda duda.
Pronto
se le enfrentaron varios y sorprendentemente fueron ya hombres adultos quiénes
le rispotaban.
- ¡Yo apuesto a que matan por lo menos a uno
de los policías…!
-
¡A qué caen primero…los policías!
-
¡1.000 contra cien: cae un bandido primero!
¿Quién
me caza la apuesta…pero ya?
-
¡Va…aquí están mis cien! – Gritó un anciano que estaba ubicado en la mitad.
Corrió y le llevó su billete.
Mi
vecino estaba en estado pasivo, yo estaba angustiado y él al notarlo me hizo
señas y acompañó con palabras sus gestos…
-
¿Estás viendo…? – Me decía mientras señalaba ese carnaval de bajas pasiones.
-
¡…Ni te creas que esto es nuevo! ¡Ya desde la creación de los tiempos…Hace
millones y millones de años
…Los
humanos éramos así
…Y
por lo visto; no ha habido cambios!
…Y
eso qué Nuestro Señor Jesucristo vino a redimirnos de todos los pecados.
¡Qué
creación tan inhumana, la nuestra!
¡Ni
Buda, ni Mahoma, ni Cristo!
Dios
nunca se imaginó que al darle el “Libre Albedrío” a sus hijos o creaciones… ¡En
el tremendo rollo en que se ha metido!
Todos
estaban muy pendientes de esta apuesta.
De cuánto ganarían con la desgracia o el dolor de otros…
¡No
les importaba!
-
¡Cayó un policía! – Chilló uno por allá.
Todos
volvieron hacia la dirección que les indicaba.
En
efecto, una baja policial. Una vez comprobada la baja, corrieron a cobrar los
ganadores.
-
¿1.000 a cien a qué se muere? ¿Quién…quién…?
Mi
compañero de asiento, estaba igual que yo, presenciando atónitos todo cuanto
estaba aconteciendo.
-
…El género humano es muy contradictorio.
¿Te
has fijado lo irónico de esta vida?
…Allá
se están matando a tiros.
La
sangre está fluyendo a fuerza de tiros.
¿Y
acá?
¡Están
apostando!
Unas
cuántas locas están chillando.
Otras
están delirando viendo la sangre correr.
¿Y
esos carricitos?
¡Apostando!
Disfrutando
de una forma sádica.
¿Y
nosotros dos?
¡Asombrados
viendo las bajezas humanas!
Dime:
¿No está este mundo Crazzi? …O sea:
¡Loco!
Realmente
que estamos hasta vacunados, contra el dolor ajeno.
Ya
vemos estas cosas…y estamos como inoculados, no sentimos…insensibilizados
contra tanta podredumbre pueril y vana…
¿Será
esto lo que hemos dado por llamar: Humanidad?
Y
en uno de esos instantes, me tocó el brazo, halándome con fuerza y me dijo…
-
…Esto me recuerda un enfrentamiento entre narcotraficantes y policías, allá en
Ciudad Juárez, México.
¿Conoces
esa bella ciudad? – Yo me le quedé viendo.
No
supe reaccionar en el momento.
Angustiado
como estaba por la tremenda tirazón en que sin querer me encontraba sumido.
Así
que sin prestarme la menor atención, continuó con su nuevo relato…
-
…Allá en México la situación está bravísima con los del narcotráfico.
¡Se
están matando a plena luz del día!
¡Mira
ni idea tienes de cómo están de feas las cosas allá!
-
¿Qué también viviste allá?
-
¿No me crees?
-
¿En México…?
-
Llegué hace poco. Estuve viviendo en Ciudad Juárez y te comento que allí ya no
se puede vivir.
¡Todos
los días matan gente allá!
¿Supiste
lo que le pasó a una gallarda mujer allá?
-
No.
-
Su marido, fue ajusticiado por los narcos y esa mujer se lanzó como candidata a
Alcalde ¡y ganó!
Y
desde ese entonces les declaró la guerra.
Ella
solita. ¡Valiente esa mujer!
-
Dime algo…tú me tienes asombrado…Y me disculpas, pero es que no logro entenderte…
- Se sonrió y me dijo…
-
Aja, dime que es lo que te inquieta de mí…
-
Es que por tu apariencia, a simple vista lo que me dices de tu persona es que
eres un ser…no sé que vives al día.
¡Me
desconciertas!
Pero
al hablar contigo…resulta que no eres un ignorante, y ni siquiera un
“borrachito” aunque des esa impresión… Me perdonas mi sinceridad, pero es que..
- ¡No te preocupes! La verdad, es que las
apariencias siempre te engañan…y ya estás viendo esta.
Y
déjame decirte, que no eres ni el único y ni siquiera el último. ¡Nos dejamos
llevar por las apariencias!
…Me
recuerda la vida y obra de tantos y tantos filósofos.
¡Hasta
de Santos que nunca se dejaron llevar ni por las ropas, ni por las apariencias!
¿Pero
qué le podemos hacer?
…Si
bien es cierto que “Los hábitos no hacen al monje”
¡…Pero
cuánto lo ayudan!
-
¿Y tú…sabes leer? …Me perdonas mi necia
duda…
-
…Aquí en dónde mes ves, con esta apariencia que tengo…
¡He
dictado clases y conferencias!
Yo
leo mucho. Me la paso pegado en el Internet.
Me
encanta mucho observar al “Zoo Humano”
¿No
te has puesto a detallar la diversidad de rostros?
…Y
a pesar de que tenemos la misma cantidad de ojos, que todos tenemos nariz y
boca…No nos parecemos…
…Hay
personas que te miran de frente…y otras cuando tú pasas y le das la
espalda…entonces te miran…
Como
también las hay…
¡Qué
te dan escalofríos!
Son
pavosas y te traen… ¡Muchas desgracias!
¿Estás
consciente de esto?
…Y
no estoy descubriendo ni el agua fría…
¡Como
tampoco la caliente!
¿No
te ha pasado qué cuando tú ves a alguna persona…? …Y te ¿Parece conocida?
.....Este relato con seguridad seguirá apareciendo....Mañana Domingo......
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