“M i c h e”
-
¿Qué le pasó al amigo? – Preguntó un bebedor
asiduo.
…Pedro
quedó atónito…No lo logró divisar en su rápido examen visual, y pensó para sí
mismo…
(¿Y
en dónde habrá aparecido este? …No
recuerdo haberlo visto…Esto es extraño… ¿Y este no es…)
El
caso es que allí estaba en cuerpo presente…
El
cual acostumbraba a beber él solo.
Apartado
y acurrucado en ese rincón.
El
mesonero lo trataba con mucha deferencia.
Y
lo llamaba: Profesor.
Y
desde su posición…Su presencia lo amedrentó…
…Comenzó
a moverse como para que no lo vieran…
De
apariencia muy delgada. Mas bien huesudo.
Alto.
De lentes, narizón. Les sonrió, pero al
hacerlo se sintieron intimidados…los dos…extraño este personaje.
A
no ser porque le gustaba libar sus cervecitas en su propia soledad, ni siquiera
sería perceptible.
…Todos
los de por ahí…Lo recordaban siempre…
Su
presencia era casi como la del paisaje.
Presente.
En su ausencia.
Siempre
meditabundo…Sólo.
Hablaba
consigo mismo. Tal vez filosofaba.
Era
profesor universitario. De mucha ciencia.
Era
mucho su verbo. Muy ilustrado.
Pocas
palabras. Le temían. Era muy reservado.
Misterioso
y siempre en su dogmatismo.
Incógnita
personalidad. Enigmático. Impenetrable.
Los
cuentistas de su persona, afirmaban que era muy inescrutable…Ininteligible e
incomprensible…Y que les inspiraba mucho temor…
Pocos
se atrevían a beber con él…
Y
muy amigo de Miche. Eso se decía.
Mucho
de esto…le pasó por su memoria, como un recuento violento, en segundos.
Dubitativo no le quedó mas remedio que decirle…
-
…No sé… - Trató de responderle Pedro.
-
…Seguramente que nunca había visto a uno de los “enanillos”… - Con su largo y
huesudo dedo señalaba a distintos sectores…Su lente le indicaba allá a lo lejos
que su mirada era profunda…como los misterios del mar. Pedro no pudo disimular
un temblor extraño que lo hizo vibrar…Esa sensación de ahogo…de extravío…
-
¿Y fue eso? – Le interrogó Pedro.
-
…Bueno, yo estoy cansado de verlos. Pero seguramente que a él lo impresionó…
¿Cierto? – José logró enfocar su atención ante la certeza de que él no estaba
loco, ni delirando.
(Cosa
curiosa pero al aparecer este universitario ser, se pobló nuevamente el
recinto. De forma instantánea ya estaban más de una docena de nuevos
personajes. El bullicio se dejó sentir de nuevo.)
¡El
mismo profesor había sido testigo también!
-
¿Lo viste? – Casi gritándole le hizo mas que una pregunta una afirmación
urgente.
Todos
volvieron la mirada ante el hombre de apariencia mas bien ceñuda. Y el aludido
no vaciló en responderle, alto y fuerte.
-
¡Claro! ¡Ellos juguetean entre las mesas!- Señalaba con mucho énfasis.
Por
efecto de mimetismo…Todos los presentes se pegaron a la conversación…Todos
estaban encima pendientes de cada palabra, de cada gesto…
¿No
te habías percatado de esto? – Una nube gris ensombreció a José.
La
ratificación tan espontánea de este ilustre educador, lo hizo trastabillar aún
mas.
Y
pensando se dijo a sí mismo…
(¡Esto
no me puede estar ocurriendo a mí!
¡No
puede ser cierto todo esto!
¿Y
en dónde he caído? ¿…En dónde…?
…Me
huele a quemado, hediondo está todo esto…
¿Será
esto un hueco en el tiempo?
…Bajo
engaño he sido traído…
Y
la carnada han sido… ¿Las cervecitas…?
¿Hasta
cuando me dejaré vencer por mis debilidades?
…He
caído por tan poquito…
¿Tan
estúpido he sido? …Sí que lo he sido…
Todo
esto no es normal… ¿Gnomos? ¿Fantasmas…?
…Enanitos siniestros…
¿Qué
más de nuevo me traerán…?
¡Y
aquí, al parecer todos ellos lo ven…! ¿Normal? ¡Normal! ¿Y qué es lo normal?
¿Y
yo, qué? ¿Qué carrizo hago en todo esto…?
No.
No puede ser cierto. Esto está embrujado.
Esto
es acabo de mundo...
José
anímicamente se encontraba acorralado.
Era
muy rápido el tener que compartir, lo que ya los lugareños lo tenían como algo
de lo mas normal.
Pero
para él, no era asi.
Y
esto le causaba mucha aprehensión.
La
mirada tan escrutadora del “espontáneo” visitante, intimidaba a los dos que no
encontraban la forma de rebatirle nada.
El
profe, lo asumió de esta forma y hablándole a todos dijo…
-
…Sería bueno, que respetemos su espacio.
Mejor
se retiran todos y me dejan hablar con el jovencito. – Todos le obedecieron a
su pedido.
Sus
señas eran de fastidio, tal como uno espanta las moscas que tanto fastidian.
Obedientes
se apartaron. A varios metros se situaron. Pero nadie los vio ni bebiendo, ni
hablando…
No,
seguían con increíble interés todo cuanto ocurría allí…
Una
vez que se cercioró de que les dejaban el espacio suficiente como para poder respirar
en paz, lo miró tal como observa el rapaz águila a su indefenso…ratoncito….
-
¿Ya te sientes mejor? – Le preguntó como si fuese un infante. Pedro se sentía
profundamente incómodo.
José
le respondió con gestos afirmativos.
Él
observaba por el rabillo del ojo…Chequeando siempre su entorno…tanto a los
recién venidos…como abajo…por los rincones…
No
detalló cambio alguno y volviéndose a su joven apenas conocido…
-
¿Me puedo sentar contigo un momento? – Le preguntó de una forma muy educada, y
este le hizo ademán positivo y atrajo una silla, para que se sentara
cómodamente. Y asi lo hizo.
-
¿No estás muy familiarizado con estos “fenómenos”, verdad?
-
No. No lo estoy.
-
…Claro…No te lo puedo negar…Lo que para pocos es harto conocido…para la mayoría
es algo: “hermético” “extraño…” “inaudito…” ¿Cierto?
-
Así mismo es. – Respondió en el acto.
-
¿Cuál es tu nombre?
-
Me llamo José. ¿Y el tuyo?
-
Me Llamo: Miguel
-
¿Miguel…Él amigo de…?
-
Como tú mismo lo dices…
-
¿Tú eres el profesor?
-
Ciertamente. Pero eso no es lo importante en este momento.
-
¿Y qué es lo importante en este momento, Miguel?
-
…Qué has logrado alborotar a toda la tribu…
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