Debo abandonar esta clase de pensamientos. Me
siento como una crisálida…y estoy mutando a un nuevo estado, el cual
desconozco.
Ya siento libre mi mano derecha…Siento aunque no
pueda verlo…pero la muevo con total libertad.
Lo cual me está indicando que ya salió de este
trance.
¡Por supuesto que me alegra!
Aunque me duele hasta el alma.
¿Qué será de mí?
Ya me estoy liberando de este estado tan
monolítico, espeso y sólido.
Ya la resequedad me está obstinando. No me gusta
esto. No hay humedad en ninguna parte y todo esto es para mí una prisión mucho
más fuerte y tediosa que mi propio cuerpo. Por lo menos en mí mismo me tolero.
¿Pero en esto? Que no se si estoy aprisionado o encajonado
o si acaso esta sea mi féretro.
El tiempo está transcurriendo. Ni idea de cuánto ha
pasado. Para mí, que han sido centurias enteras.
¡Diosssssss sácame de aquí! ¡Apiádate de mí!
Me siento como si fuese una tortuga cuyo caparazón me está
asfixiando.
¡Quiero estirarme y no puedo! Quiero moverme; pero todo
está sólido, sucio, lleno de polvo…
¿Será que quedarme aquí es mí destino? ¡Noooooooooooooooooooo!
¡Auxilioooooooooooooooo y no sé si alguien me oye!
Y por más que intentaba moverse; pero algo le hacía hacer
saber que sí, que lento pero que sí. Lo único que tenía que hacer es no
desesperarse.
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