"M i c h e "




- ¡Tú…Nos la vas a pagar! –  El hombre diminuto destellaba rayos y centellas a través de su mirada, tanta que el pobre chico se sintió aprehendido. 
Y por su vestimenta seguramente que pertenecía al cuerpo de guerra de su tribu o de los suyos.
El guerrero le lanzó un fuerte golpe…Y desapareció.
Instintivamente esquivó el inesperado golpe.
…Y lo logró. Se ocultó en su temor de que pronto arreciarían más sus ataques.
Esperó y nada. Se quedó pensando…
(¿Pagar? ¿Yo? ¿Y qué te debo?)
Intentó preguntarles, pero se tuvo que conformar con pensarlo…
No le dio tiempo de nada. Asustado como estaba lo buscaba con insistencia.
Pero ya no lo veía.
Por un instante, llegó a temer que se le avanzarían en su contra. Un profundo terror.
Contuvo su respiración.
Trató de llamar a su camarada…
Pero estaba atenazado. Rígido.
Como una estatua.
Pedrín no le prestaba atención alguna.
Pero este fue muy insistente.
A la final, dejando de hablar se volvió drásticamente hacia él. Y lo contempló mirando hacía un sitio desconocido, él lo siguió con su mirada, pero descubrió que su atención se centraba en: nada.
(Este está en shock. Y no logra salir de este embrollo. ¡Qué problema en que nos hemos metido!
¿Y Miche en dónde estará…?)
Meditaba Pedro preocupado por la salud mental y física de su amiguete.
Lo que no supo (Pero lo sospechaba) era que su compañero de farra, lo estaban atacando sus enemigos invisibles.
Lívido y sin color estaba el joven.
Y tartamudeando le señalaba a su interlocutor…
- ¿…Qué te pasó José…?
¡…Estás pálido! ¿Viste un fantasma? ¿Te siguen atacando? – Se levantó velozmente y acudió en su auxilio.
Pero su joven conocido no lograba salir de su estado de terror.
Temblaba. Sus ojos parecían brotarle por la impresión recibida.
Sus manos señalaban un sitio en específico,  pero ya allí no había nada.
Su rostro tomó un pálido ocre.
- ¡Joseíto! ¡Háblame, di algo chico! – Le palmeó la espalda en varias ocasiones, pero aún asi no lograba sacarlo de su estado de estupor.
Tuvieron que pasar largos minutos, hasta que al fin, pudo reaccionar.
Y ya para ese momento, hasta el mesonero lleno de intriga se le estaba acercando, sigiloso.
Y los vecinos de mesa, estaban indagando, querían saber si continuaban atacando a ese chaval y los movía mas ese deseo insano de gozar con el sufrimiento ajeno, que otra cosa.
- ¿Ya te sientes mejor? – Hipócrita la pregunta…
- …Ya se me está pasando…Ya.
¡Gracias a todos por preocuparse por mí, ya me encuentro mejor!
Los comentarios no se hicieron esperar.
Alguno de los visitantes, aducían que seguramente algún trago se le quedó atorado en su buche y que por eso se había puesto asi.
Otros no se creían esta versión…
¡Lo asustaron! ¿Acaso no ves bien? ¡Ya las cervezas te tienen borracho! – Le gritó enojado al que versionaba que seguramente “el trago le había caído mal”
Los que estaban mirando se movían por el efecto alcohólico…otros eructaban ostensiblemente. Pero también estaban los que estaban en su propia orgía…Disfrutando por la desgracia ajena.
- …Tiene cara de espanto. – Dijo uno de ellos mientras se pasaba su mano con torpeza por su barbilla.
- …Y si tiene esa cara así…Es porque algo le habrá hecho a “ellos” – Adujo maliciosamente el mesero desde unos metros de distancia y sin querer acercarse mucho.  No obtuvo respuesta de ningún tipo.
Sus palabras iban cargadas de muy mal presagio.
Miraba con mucho recelo…No le gustaba para nada ese chaval…Y no lo ocultaba.
Muchos asintieron. Otros ya tenían sus cabezas postradas sobre su mesa… Ya estaban noqueados por el licor.
Como también habían que para nada le importaba cuanto acontecía.
Uno de los bombillos, casualmente el que iluminaba esa mesa…
¡Estalló!
Sonó como si hubiera explotado una bomba.
Todos corrieron y se escondieron debajo de las mesas. Otro gritó…Otro aulló. Estaban aterrorizados.
- ¡Nos están asaltando!
- ¡Los demonios nos invaden!
- ¡Esa fue mi mujer que me descubrió aquí! – Chilló uno escondiéndose detrás de una silla, por los efectos del licor ya consumido.
El desorden fue general. Quedaban tan solo dos bombillos y eran de bajo amperaje, la visibilidad era muy turbia…Pero algo se veía…
Curioso fenómeno en plena tarde…
Se iba a restablecer el orden, cuando de repente la silla en donde estaba sentado José… ¡Se desplomó súbita e inexplicablemente!
Y el jovencito se desmoronó aparatosamente al piso.
- ¡Me tumbaron! – Gritó desesperado.
Se quiso levantar y fue cuando pudo visualizar a varios de esos demonios que lo estaban golpeando a mansalva. Se retorcía a cada golpe recibido. Pero nadie vio a los atacantes…solo él.
- ¡Pedro ayúdame! – Alcanzó a gemir.
De repente lo agarraron con fuerza y lo levantaron como si fuese una hoja de papel…Cayendo a un metro de distancia. El golpe fue muy fuerte.
Su amigo corrió y lo ayudó a pararse…No entendía nada, claro él no pudo ver a los atacantes.
Lentamente logró levantarlo…estaba aporreado, pero sin herida abierta.
El golpe a pesar de lo escandaloso no fue mortal.
Uno de los borrachitos se puso en guardia y retando hacía la pared, dijo…
- ¡Vengan a atacarme a mí! ¡Yo si que sé defenderme!
El resto aunque presenciaron la funesta caída, no entendían lo que estaba pasando…Al menos eso era lo que demostraban sus caras de asombro.
El caso es que los acompañantes lo sujetaron por los brazos y lo sometieron y gritaron a todo pulmón, a manera de disculpas…
- ¡Ya está borracho! ¡Y tiene muy mala uva!  …Mejor pagamos y nos vamos. – Y eso hicieron.
Pasaron varios minutos y al parecer todo volvía a la normalidad.
Al irse estos, el local quedó prácticamente vacío, tan solo se veían a estos dos…solitarios…
…Nadie más estaban allí…
- ¿Y ahora qué hacemos nosotros, solos aquí…? – Se preguntó Pedro al ver a su amigo quejándose de todos los golpes que había ya recibido.
- Ya todos se han ido, solos tú y yo. – Concluyó Pedro.
- ¿Dónde está Miche? – Alcanzó a preguntar José.
Volvió una suave brisa…Refrescante…Bendita.
Desde un rincón en la oscuridad, se irguió uno y con paso decidido se les acercó.  
- ¿Qué le pasó al amigo? – Preguntó un bebedor  asiduo.
El cual acostumbraba a beber él solo.
Apartado y acurrucado en un rincón.
El mesonero lo trataba con mucha deferencia.
Y lo llamaba: Profesor.
Y desde su posición…Se asustó

…Comenzó a moverse como para que no lo vieran…

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