Esta novela es un relato que se basa en todas las peripecias que se vieron
precisados a pasar unos jóvenes cuyo único interés fue…
¡Querer comprar una “Casa de Campo”!
Esto apenas son unas pocas páginas. Los invito a leer este interesante
relato.
¡Saludos!
“Apunta Junípero…Apunta”
- ¡Tienes naranjas
frescas y rozagantes!
- ¡Guayabas!
- ¡Guanábanas grandes y
hermosas! ¡Mangos, grandes…verdes…amarillos y rojitos…hummm! ¡Mira esos
cambures…esos plátanos!
- …Con problemas en los
servicios básicos…pero lo tiene…
- …Si es cierto…pero no
es un mal como para morirse…
--…Ya verán que con el
tiempo…estos problemitas quedan subsanados.
- …Así son las
cosas…primero…poblados…después: barrios…y con el tiempo: Grandes
Urbanizaciones.
- …Si en realidad…De
todas las propiedades que hemos visto…la más
feíta y como abandonada…es esta…
- …Si en verdad…desde
aquí…se ve…que no tiene ninguna calidad de construcción…al parecer fue hecha
por etapas…es deficiente su cimentación.
- …Lo más seguro, es
que sus actuales dueños…han ido construyendo de acuerdo a su presupuesto…
- …Bueno…esto te
favorece…es evidente…que al no tener, ni piscina…ni ser una construcción de
primera…al no tener ni garaje…ni tener una buena cerca…debería ser más barata
que cualquiera de las otras que hemos venido viendo… ¿Verdad?
Los tres seguían
detallando la posesión en cuestión.
Miguel, se sentía muy feliz…al parecer…estaba presto a entrar en negociación
con sus dueños.
- La compraré al precio
que sea – Pensaba en solitario. A cada instante, se fortalecía con ese
pensamiento. Alelado, intuía que ese sería su nuevo hogar.
Tenía que tener bien
presente, el aspecto general de dicha construcción…la calidad de cercado…las
plantas frutales…el cuidado en general que le prestaban a la propiedad en
general. Y también sumamente importante: Su entorno. Los colindantes. Sus
moradores.
Su ámbito. Su
atmósfera. Todo muy bien enmarcado.
A su alrededor, se
respiraba…se sentía ese espíritu de progreso, de florecimiento. De avance.
Y el pedazo de tierra a
negociar…parecía una regresión a un pasado…ominoso. Decadente.
Una demora en el
tiempo. Rezagada en el espacio. Retardada.
Como resistiéndose a
los cambios. Tosquedad.
Todas estas
opiniones…sin haber hecho acto de presencia al susodicho predio y siempre a los
alrededores.
Visualizando y
analizando desde su entorno. Contexto.
Considerando cada
detalle. Distinguir y examinar…en eso estaban.
- …No está nada mal… – Asentía convencido el comprador.
Tanto estuvieron preguntando e indagando…que pronto
varios de los vecinos, comenzaron a dudar de las verdaderas intenciones de este
trío.
Ante esta imprecisión,
Miguel decidió que ya era tiempo de comparecer al sitio y poco a poco, se
fueron acercando.
- …Bueno Miguel…lo
único que puedo agregar es que, estos vecinos se cuidan entre sí. – Agregó en
forma meditativa Jaime.
A lo que José agregó:
- ¿…Al menos…son
ariscos o desconfiados?
- …Son ásperos…
- …Huraños…
- …Preferiría decir…que
se cuidan unos a otros… - Aseveró Miguel.
- ¡…Yo diría que aparte
de ariscos…son muy desconfiados! – Atinó a afirmar José.
- ¡Ja, ja, ja, ja…si
les caes bien…pueden que te protejan tus cosas Miguel! – Jocoso y de forma amena afirmó Jaime.
- …Recuerda ese adagio
que pregona: ¿Quién es tu hermano…? – Preguntó José.
- ¡Tú vecino más
cercano! – Respondió casi al instante Jaime.
Los tres se
congratularon del celo de esos vecinos.
Al final, se dirigieron
en su carro al dichoso usufructo que estaba en venta. Jaime se bajó del carro.
Tocó en el portón.
Esperó. Y nadie salió. Jaime siguió insistiendo.
- ¡Toca la corneta del
carro Miguel! – Opinó Jaime.
Miguel, tocó
tímidamente la corneta.
Esperaron…y nada…nadie,
ni salió…ni contestó.
Aguardaron.
- ¡Ni perros nos han
ladrado!
- …Vuelve a tocar
Miguel…
- …Al parecer…no hay
nadie.
En vista de que nadie
contestaba. Jaime propuso:
- ¡Mejor se bajan… y tocamos el portón de nuevo!
- ¿Y eso por qué? –
Preguntó Miguel.
- La gente del campo,
es muy desconfiada Miguel – Aseveró José.
- ¡Es cierto! –
Confirmó Miguel.
Miguel y José, se
bajaron del carro y fueron hasta el portón.
Tocaron. Esperaron.
Insistieron.
Al rato, salió una
tímida mujer, quien al verlos, los detalló de pies a cabeza. Miraba a uno y a
otro. Y sin ningún tipo de recato, ni pudor
les preguntó a boca de jarro:
- ¿Son cobradores?
- ¡No!
- ¿Son evangélicos?
- ¡No!
- ¿Son vendedores?
- ¡No!
- ¿Vienen a traernos
algo bueno?
- ¡No!
- ¿Ustedes son malos?
- ¡No!
La suspicaz fémina, los
miraba con aprensión. Su recelo se confundía con su temor. Era evidente su incredulidad.
Asegurándose a sí misma, que allí habría una trampa “Caza bobos”. Seguro que
sí.
- ¡Pues tienen cara de
malas intenciones! – Les espetó después de un minucioso examen. Asegurándose a
cada instante…”Algo se traen entre manos”
- ¡Por favor!
Reticente y sin
disimular su incredulidad, insistía en sus preguntas. Ya que su desconfianza
crecía a la par con su recelo.
- ¿Seguro…que no son ni
malos…ni cobradores…ni vendedores? ¿Ni
evangélicos?
- ¡Somos gentes de paz!
- ¿Son familia de mi
Señor?
- ¡No!
- ¿Acaso son de mi familia?
- ¡No!
- ¿…Seguramente son del
gobierno…?
- ¡No!
- ¿Ah…vienen a cobrar
la electricidad…?
- ¡NO!
- ¿…Están cobrando el
agua…acaso…?
- ¡NO!
- ¿Los envían…por algún chisme? ¡…Por qué si es así…! – En ese momento, le
pareció que su pobre corazoncito, comenzaba a latir sin cesar. ¿Será qué…? ¿O
será….? ¿Qué se traerán estos individuos?
- ¡NO! – Los chavalos
no salían de su asombro. ¿Cómo podrían convencer a esta incrédula?
- …No son cobradores…no
son vendedores…no son evangélicos…no nos traen ni chismes buenos… -
Parafraseaba se una y otra vez, signo más que evidente. ¿Qué será…?
- ¡Nada de eso somos! –
El momento de verdad que les era harto comprometido y oneroso.
- ¿…Son ladrones?
- ¿Nosotros…Y con este porte? ¡Menos!
- ¿…Nos vienen a
saquear…nuestras cositas…? ¡…Mi esposo es muy bravo! ¡…A él no le gustan que
les roben sus riquezas…digo sus…pertenencias! ¿Nos vienen a despojar de lo
nuestro? – Sin saber qué hacer…los miraba de reojo…de arriba hacia abajo…miraba
hacia los lados. En su pensar, estaba alarmada…casi al paroxismo. Algo le
prevenía que esas presencias…eran nefastas.
- ¡NO!
- ¿Nos vienen a
secuestrar…acaso? – Mirando de reojo…comenzó a retroceder.
- ¡Señora!
- …Por qué les advierto
algo…si me secuestran a mí…mi esposito…no tiene mucho dinero… ¡Quiero
decir…poquito…muy poquito dinero! (¡Dios mío…ayúdame! Estos vienen con malas
intenciones)
¿Me van a secuestrar a
mí? ¿Serán capaces de…violarme? ¿…Desflorarme…a mí…? ¡Me van a deshonrar mi
honra…! – No era cuento ni melodía, ya estaba empezando a clarificar…
- ¡…Que no señora! –
Una y otra vez, los chavales se miraban con angustia…con desasosiego.
- ¿Seguro? ¿…Y entonces…a qué han venido?
- …Hemos venido por los
dueños de…
- ¡Auxilio! ¡Socorro!
¡…Me quieren secuestrar a mí solita…y son tres hombres…contra mi solita!
- ¡…Señora…por favor…deje el escándalo…! –
Siendo visitantes se encontraban contra la espada y la pared. No atinando a
entender, el actuar de esa fémina.
- ¡…Por favor…hemos
venido a negociar esta propiedad…!
- ¡…Sí…sí…estamos
interesados!
- ¿Ustedes tres? ¿…Están casados los tres…y yo que pensé que
me querían secuestrar a mi solita? – Ya la doña no los miraba con pánico…un
halito de asco se dibujaba en su rostro.
- ¡Señora…es Miguel él
único interesado en comprar…!
- ¡…Porque quiero que
sepan que si pretenden secuestrarme…Yo soy una mujer CASADA! ¡Y muy digna! ¡Y a
mi…no me secuestran así de fácil! ¡Yo soy una Señora de la más Alta Alcurnia de
toda esta zona y de este país! Habiendo tantas mujeres fáciles de secuestrar…me
vienen a acorralar…ustedes tres… ¿Por qué? ¿Alguien les ha hablado de mí? ¿…Quién…?
- ¿Quién…qué?
- ¡…Sí…quién fue…que
les habló de mi…! ¿Y…Tres…contra mi solita…? ¡Pobrecita de mí! ¿Tres?
- ¡Señora…nadie nos ha
hablado de usted!
- ¿Sí? ¿Seguro que fue
la Magnolia?
- ¿Magnolia?
- ¿No? ¿No fue ella?
¿…Entonces fue…fue…Estela?
- ¿Estela?
- ¿Tampoco? ¡Es que
nadie puede venir a poner en duda de mi honradez y de mi virtud! ¿…Y ahora…?
¡Menos! ¡…Ahora soy toda una señora…digna de las más dignas! ¡YO SOY MUY
HONRADA Y ADEMAS ESTOY CASADA! ¡…Mucho cuidado con eso de querer o
pretender…secuestrarme…no crean que por que son tres contra mi solita…yo no me
voy a dejar así por así… ¡…Solamente muerta podrán hacer conmigo lo que ustedes
quieran…cochinos…sucios…!
- ¿Cochinos…sucios?
- ¡Yo me baño todos los
días!
- ¡Y yo no como ni
cochino!
- ¿Por qué nos insulta
así?
- ¿Acusarnos de
cochinos y de sucios…qué es eso?
- ¿Por qué no permito
que me hagan nada sin mi consentimiento y sin mi autorización? ¡Jamás van a
hacer lo que ustedes quieran con mi cadáver…!
¡…Y mucho menos…sin que yo lo autorice! – Los tres miraban insistentemente
hacia todos lados, temerosos de que llegaran vecinos, familiares o cualquiera y
fuese a creer que ellos eran unos forajidos.
- …Señora…yo me llamo: Miguel Sánchez…y estoy
interesado en comprar esta propiedad… ¿Sí me entiende?
- ¡…Y nosotros
solamente somos sus amigos!
- ¡Si…y lo estamos
acompañando!
- ¿…Y no vienen por mí?
- ¡No!
- ¿…No vinieron a aprovecharse de
mí…inocencia…de mi ingenuidad? ¿O de mi candidez o de mi castidad…? ¿Seguro?
- ¡Seguro!
- ¿…Mi Pureza…mi
Doncellez…No están interesados? ¿…No…?
¡No! ¡NO!
¿…Y entonces…a qué vinieron…? – El cambio fue
más que patético, del pánico infundado al más irracional gesto de cólera e
indignación. Ya los miraba tal como posiblemente una gallina mira a una
sabandija. Su asco y repulsión rayaban con su indignación.
- A ver…si puedo
comprarles esta propiedad… - Miguel trataba por sobre todos los medios, de
crear confianza y demostrarle que no vienen con
malas intenciones.
- ¿…Y los tres van a
vivir aquí…solitos? ¡Qué alivio…!
…Digo…no tienen mujeres… ¿Tienen mujeres?
…Ustedes…tres…se
entretienen entre ustedes… ¿Verdad? ¿Son Lesbianos? ¡Con razón! ¡…CON RAZON!
¡…Resultaron parchitas…! ¡Otra cosecha perdida! – Ahora les gritaba con
pedantería.
- ¡Señora!
- ¡Por favor!
- ¿…Y yo que pensaba…?
¡Pendeja! ¡Por estar creyendo…en apariencias!
- ¿Y qué pensaba?
- La verdad es que en
este mundo se ven cada cosa… ¿Y yo pensando…?
El enojo no era
fingido…realmente estaba indignada.
En ese momento se
oyó…la voz de un hombre llamándola. Todos callaron. La mujer cambió de color y
de temperamento y alisándose prolijamente su vestido, les dijo:
- ¡Es mi señor! ¡Ya
saben…ni una palabra de nada de lo que
hemos hablado! ¡Ni una palabra!
¡Mi Señor…es sumamente
celoso y no cree en la palabra de nadie!
¡Mucho cuidado! ¡La
vida de ustedes va de por medio! – Se retiró rápidamente…de repente se detuvo y
volviéndose, los increpó así:
- ¡No le gustan las
parchitas!
¡Tampoco los lesbianos! – Y sin proferir más
palabras…corrió vertiginosamente al llamado.
Los tres se quedaron
viendo a la mujer, en cuanto partió obedeciendo el llamado de su Señor.
- No se…ustedes…pero me
da la impresión de que estamos como amenazados…
- …Coincido contigo
Jaime…
- ¿Y entonces…que
podemos hacer?
- ¡Hemos venido a
negociar esta propiedad!
- ¡Claro y eso es lo
qué vas a hacer Miguel!
La mujer, antes de
entrar…se detuvo y volteó a mirar hacia los tres...y antes de desaparecer…los
regañó con gestos.
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