“Escucha
este relato”
Estábamos departiendo en una tasca varios amigos,
mientras consumíamos unas cuantas cervezas.
El ambiente es muy agradable, una música de fondo por lo
cual podíamos charlar amenamente, digo sin ese estridente griterío.
Éramos tres los que amenamente compartíamos esos
momentos de relajación en medio del alcohol etílico, el cual nos servía como
suavizante, después de un día cuya jornada fue muy dura, y además que ya era
viernes…Descansábamos los sábados y domingos.
José nos comentaba como le estaba yendo en sus ventas en
una zona específica.
Nos reímos de sus ocurrencias.
Y se hizo un vacío, el cual aprovechó Miguel para
relatarnos una situación por la que estaba atravesando. Su caso es muy
delicado, en lo personal le puse mucha atención, y esto comenzó a contarnos…
- Como ya todos acá saben…Tengo mi apartamento de
Maracay invadido. El señor al cual le alquilé, resulta que ahora se divorció y
le prometió a su antigua esposa que le dejaría mi apartamento como parte de “su”
divorcio.
- ¿Pero cómo puede hacer eso: Se lo vendiste?
- Jamás. Pero ya vas a ver, José, dame un chancecito y
te voy narrando toda esta peripecia.
- Ok. – Convino el aludido mientras ordenaba otra ronda
de licor.
Esperamos a que el mesonero, limpiara la mesa, acomodara
todo lo que allí se había acumulado….
Las botellas vacías…
El caso es que ya concluido todo, colocó las nuevas
botellas frías y se marchó.
- El inquilino a espaldas mía, me lo quiso quitar.
Pero lo descubrimos a tiempo.
El caso es que mi esposa fue a reclamar esa acción y la
ex no le quiso abrir la puerta, no la quería dejar entrar. (Y mi mujer) ¡Allí se quedó hasta que tuvo que abrirle!
Cuando mi esposa pudo entrar, me llamó y detrás de ella fuimos
uno a uno entrando y nos alojamos en la sala.
(Ella había alquilado dos habitaciones y se quedaba con
todo. No nos permitió entrar a los cuartos.)
Días después, durmiendo nosotros los verdaderos dueños
en la sala…En el suelo…
Yo me puse un pantalón corto y una franela, de esas que usas
en tu casa.
¡El caso es que la tipa, al ver que no podía actuar contra
mi esposa, la emprendió conmigo!
- ¿Y usted qué hace aquí? – Me preguntó indignada.
- ¿Yo…? Estoy en mi apartamento.
- Usted anda en ropa “ofensiva a la moral y a las buenas
costumbres” – Y en verdad, es que no le entendí nada. Esos chores los utiliza
todo el mundo, ¡hasta las mujeres lo
hacen!
El caso es que se fue y se me apareció con dos cabos de
la policía…
- ¿Tan rápido? – Le pregunté.
- Si. En cuestión de unos quince minutos.
- ¡Eso estaba preparado! – Afirmó José muy convencido-
Te aseguro que sus abogados la estaban asesorando.
- El caso es que allí estaban. Y los dos cabos me
miraban como si yo fuese un inmoral y les dije:
“Yo soy el dueño de este apartamento. Tengo papeles que
lo justifican. Esta señora no es mi inquilina, fue la esposa del señor al cual
yo le alquilé este apartamento, y ahora nos niega la entrada.”
- Pero esa es una “prenda íntima” – Arguyó uno de ellos,
me señalaba de la cintura para abajo.
- Ya voy a llamar a varios de mis vecinos para que nos
sirvan de testigos. - Les adelanté, (Ya
ella, había salido en su búsqueda) mientras mi esposa venía con dos vecinas,
las cuales nos une una amistad de mas de diez años.
Y les pregunté, delante de los dos efectivos: ¿Este
pantalón corto, es “una prenda íntima”? – Ellas me miraron y luego dijeron…
“Vecino, la verdad es que nosotras mismas salimos a la
calle con eso. Y no le veo nada de escandaloso.
Además los tuyos te cubren mas debajo de las rodillas.
¿Y a quién “ofendes” con eso? – Y miraron asombradas.
Los cabos no encontraron mas opción que informarme que
debía ir al día siguiente a la
Comisaría ya que debía acudir por una queja en mí
contra.
Como en efecto hice.
Me tomaron mi
declaración. Me preguntaron de todo.
Después esa señora me denunció ante la fiscalía General
de la república, en la 3era. Que es contra los menores de edad, con la 6ta. Que
creo que es contra los derechos
inalienables de la mujer y la 9na.
Algo parecido a cuando uno piensa algo en contra de las
mujeres, creo que es “daños por pensamientos lujuriosos”
(No estoy muy seguro, pues es algo que aún hoy, intento
borrarlo de mi memoria.)
¡Bueno pues, me amargó mi existencia!
Primera vez en mi vida, que debo visitar una cosa de
esas. ¡Primera vez en mi vida!
- ¿Se volvió loca esa mujer…? – Parafraseó José
Mientras asombrado escuchaba toda esa cantidad de
sandeces.
Miguel aprovechó para tomarse un buche de cerveza,
mientras se pasaba un pañuelo por su cara, ya que su sudor era copioso.
Todos asombrados escuchábamos y nos consultábamos con
relación a eso: ¡Tres acusaciones! ¿En la
fiscalía?
- El caso es que he tenido que buscarme un abogado, y
contratarlo.
Y a lo que les vengo a relatar…Tuvimos que ir al Palacio
de Justicia, para que le tomaran el juramento al abogado y a mí, que era el
acusado.
Debía defender mi causa.
Esperé todo el acto protocolar. Le dieron la
certificación al abogado para que me represente, y ya con el documento en la
mano, nos despedimos hasta el día que debíamos acudir al fiscal 6to., que fue
el que tomó el caso.
Y ahora, les voy a contar lo que realmente deseaba narrarles…
- ¿O sea…Que hay mas aún…? – Le pregunté ya angustiado,
pues yo me pensaba: “¡Dios mío!
¿Y todo eso por haberle alquilado su apartamento…?
Y ahora se lo quieren “secuestrar” ¡Qué angustia!”
Miguel se tomó su pausa, e hizo una mueca con su boca y
arrancó…
- Después de todo eso. El abogado me pide que le saque
fotocopia y que nos veíamos al día siguiente a las ocho y media de la mañana en
el despacho del fiscal en cuestión. ¡En eso habíamos quedado!
¿Ustedes saben dónde queda el Palacio de Justicia en
Maracay…?
- Si. Si. – Le dijimos
y le pedimos que continuara.
- Pues me fui caminando hasta que llegué a la av. 19 de
Abril, y antes de llegar a la Maestranza César Girón, veo un local que dice:
Centro de comunicaciones: “Se sacan fotocopias”
(¡Qué bien!) Pensé.
Atravesé la calle y me dirigí allí…
Pero yo venía rezando. Y rezando, como un loco, y les
confieso que venía muy nervioso.
Y pensando en medio de mi tensión nerviosa…
Y rezando. Andaba frenético. Concentrado al cien por
ciento.
Y entré.
…Esto fue lo que visualicé, mientras rezaba y meditaba pidiéndole
a Dios: ¡Ayúdame en este predicamento!
Entré y lo primero es que escuché es a una mujer de mediana edad, la cual estaba
berreando a “moco tendido” y lloraba y se quejaba…
(¿Y yo…? En lo
mío, empezaba una oración y continuaba, una y otra vez.
Rezando y pidiéndole protección Al Altísimo.)
Si me doy cuenta y me llama la atención es que en una de
sus manos cargaba la parte superior de la cartera…Ustedes saben.
¡Esa que sirve para llevar agarrada…!
¿Asa es que se llama? ¡Sí, asa!
…Pero veo que está en una cabina telefónica.
Asumí que estaba hablando con alguien y que le habían
dado una mala noticia…
- ¿Con “el asa” de una cartera de mujer, nada mas…? - Alcancé a preguntarle, tratándome de
imaginar esa horrible escena.
- ¡Sí, solamente con las dos asa! Y se la seguía
apretando contra su pecho. Pero yo venía en lo mío.
Así que seguía con mi oración de protección pegada.
“¡Dios mío, Dios mío, no me abandones!” Seguía
implorando protección al Todopoderoso.
Y en eso escucho a un tipo, que estaba hablando con el
de la caja y le decía…
- Dame esa cadena que llevas puesta. – El de la caja me
miraba a mí, con aprehensión.
- ¡Qué me des tu cadena o te quemo! – Y le mostró su
pistola, ¡allí es que me doy cuenta de que algo muy malo estaba pasando!
(Pero a todas estas, me imaginé que eran bromas entre
amigos, ya que el dependiente, le sonreía y eso me dio pie a asumir… ¡Son
amigos!)
- ¿Y no te atracó a ti también…? ¡Dios Mío qué angustia!
– Dije ya exaltado.
- Ahora ya van a ver. Yo sigo con mi oración puesta
y
Aunque suene “extraño” yo estaba tan ensimismado en lo
de la oración, que en verdad -no
estaba pendiente de lo que a mi alrededor pasaba- el caso es que le dio un golpe al pecho y
le arrancó la dichosa cadenita.
Y le esgrimió el arma como para castigarlo aún mas.
Cuando de repente se escucha afuera, en la avenida, el
crujir de una moto, no una vez, sino ¡varias veces, mas y mas! cada vez con mas
insistencia y fue tanto que alcancé a mirar en el preciso instante en que el
que portaba la pistola, me miró de reojo, pero el que estaba en la moto lo
apremiaba con mas insistencia…
¡Y salió como “alma que se lleva el diablo”!
- Miré al de la caja y me dio como explicación: ¡Nos han
atracado! -Y miró a la señora que seguía berreando como
una loca y me dijo- Ella estaba en el
banco y sacó de esa agencia: 50.000 bolívares y en vez de quedarse a esperar a
su marido que la iba a recoger…Se vino a pie. ¡Y la siguieron hasta acá!
Y estaba hablando con su marido pidiéndole que viniera a
buscarla aquí cuando entró ese ladrón y en vista de que no le quería dar el
dinero, comenzaron a forcejear. ¡Pues sacó una navaja y le cortó las tiras!
Y no contento con eso… ¡Me vació la caja!
Menos mal, que ya había hecho el corte y tenía poco en
efectivo.
¡Pero me arrancó mi cadena! (La cual tiene un valor
sentimental muy enorme, para mí.)
¡Malayo miserable!
¿Y tú? ¡Te salvaste…No sé por qué!
Porque ese malandro ya te iba a atracar, cuando llegó su
compinche. ¡Te salvaste de vaina! – Me dijo muy convencido ¿y yo…?
¡En otra esfera, pidiendo protección al Buen Dios!
- ¡Volviste a nacer muchacho! – Le aseguró José a
Miguel, cosa con la que también estuve de acuerdo.
- ¿Y llegó la policía? – Le preguntó José.
- Bueno, empecé a escuchar una sirena, después dos, pero
como en el centro eso es tan normal.
Que no le presté mucha atención.
Y de repente fue así, ya que la señora fue atracada
mientras hablaba por teléfono con su esposo, pienso que a lo mejor él dio la
voz de alarma a la policía.
¡Asumo yo!
El caso es que cuando se estaba poniendo demasiado
pesado el asunto…Me salí. Me fui.
(Demasiadas emociones para un solo día ¿No les parecen…?)
- Así que, como entraste… ¡Saliste! – Le dije, mientras
alzaba mi botella y celebré con los amigos tan buen final…Pero en verdad que me
he quedado pensando, las vueltas que te da esta vida.
Tanta y tantas que todos o hemos pasado o que quizás nos
toque…Algún día…
(Y pienso: Mientras uno viva, respire en este mundo,
estés aquí…Te guste o no te guste, debes aceptar que hay un marco de leyes y
condicionantes, que los veas o no, ¡pero
allí están!
¿Y qué podemos hacer…? La vida es la vida.)
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2015
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