“¡Así
somos!”
En cierta ocasión una
amiga de mi esposa, le dijo que deseaba visitar nuestra casa con la intención
de presentarle a un “Apóstol” de su iglesia, (El cual era muy “asertivo”) que
siendo protestantes -como era su denominación
religiosa-, él estaba de visita en esta
ciudad, y pensaba que le iba a ser muy útil el conocerlo.
Le informó que ese
hombre, era “un Hombre de Dios” y que no era necesario decirle nada, ya que él
le diría: ¡el pasado, el presente y hasta el futuro!
(Entendí que era “una
especie” de clarividente, o un personaje que adivinaba todo lo referente a la
persona que se le ponía por delante.
Despertándole el
interés como mujer…Eso pensé, mientras me informaba al respecto.)
Mi esposa me invitó a
que estuviese allí con ellos, mientras la visitaban, a lo cual le expuse: “Soy
católico y aun cuando mi iglesia ha cometido muchos errores en toda su
historia, desde la partida de Jesús Cristo (Las Cruzadas, las elecciones de los
papas, etc.) no pienso cambiarme de religión.
Soy católico. Y nada
mas.
No obstante, no me
opongo a que vengan a esta casa. Allá ustedes.
Pero no cuentes
conmigo. ¿Ok? – Ella se me quedó mirando en silencio. Asintió. Y continuó con
sus “qué haceres”.
Yo por mi parte, me
dediqué a los míos.
Ese día, a la final,
no vinieron.
Llegaron de sorpresa el día siguiente.
Llegaron de sorpresa el día siguiente.
Ella llamó a mi
costilla para informarle que ya estaban en la puerta y que nadie la atendía, a
lo que le respondió…Estamos en un centro comercial y en cuanto pueda nos vamos
hacia allá.
La amiga se ofreció a
ir a buscarnos, como en efecto eso hizo.
Al colgar su celular,
me dijo que “ya vienen en camino. Vamos a la parada de la Avenida.” Así que nos
dirigimos hacia esa zona.
La esperamos en el
sitio -ya acordado por ellas mismas- y a
esperar a que llegaran en el vehículo.
- Ella tiene una camioneta negra. Es grande. - Me informa mientras miraba a todas partes.
- ¿Y de dónde vienen?
– Le pregunté al verla muy dubitativa, mirando a todos lados.
- Vienen de la casa. –
Me respondió mirando en sentido contrario, yo le hice señas y le dije…
- Pero si han de
venir, será por este lado. No por otro. – Ella consintió, pero igual seguía
dando su vistazo a todas partes.
En ese preciso
momento, la avenida estaba muy congestionada, tanto de peatones como de la
diversidad vehicular que por allí transitaban.
- ¿No será esa
camioneta la de ellos…? - Le dije
mientras señalaba a unos cien metros, mientras el semáforo cambiaba de rojo a
verde, y comencé a ver que comenzaba a acercarse, mi señora miró y al verla, me
dijo…
- ¡Esa es la
camioneta! - La noté muy contenta.
No dije nada y le hice
señas de que la esperara no donde ella asumía que llegaría -puesto que varios carros estaban
estacionándose por allí- le hice señas
que por lógica, saldrían por otra área.
Accedió de buena fe, y
allá se dirigió.
Cuando llegaron,
abrieron la puerta trasera y pude comprobar que no venían solo ellos dos, pude
ver a una mujer con dos infantes, un varoncito y una hembrita de escasos años.
Hicimos los saludos de
rigor y nos invitaron a subir, lo cual hicimos sin mucho preámbulos, ya que el
sitio era muy concurrido y era menester montarse rápido e irse de allí.
En el volante iba la
amiga de mi costillita, llamada Nancy, de copiloto iba un hombre ya maduro.
De amplia frente, sin
barba, ni bigote. De corte de pelo, normal. Ni largo ni corto. De contextura
normal y al parecer, no era muy alto que digamos, pensé que era una talla
normal al común nuestro.
Y su acento denotaba
claramente que no era un criollo.
- ¡Bendecidos sean los
dos, al entrar a nuestra morada! - Dijo
el copiloto tratando de mirar hacia donde estábamos, pero sin tratar de perder
la conciencia de la vía que tomaba la chofer.
- ¡Gracias por venir a
buscarnos! - Le dijo mi esposa.
- ¡Si muy agradecido,
por su fina atención! - La secundé.
- Ustedes dos hacen
una muy bella pareja. ¿Cuántos hijos tienen…? – Nos hizo la pregunta sin
mirarnos.
- Nosotros estamos
casados, pero no tenemos hijos propios. Yo tengo los míos y él tiene los suyos.
¡Y estamos satisfechos
de nuestros hijos!
- …Pero nunca es
tarde. Y si usted tuviera fe, Dios la recompensaría con un hijo propio -digo de ustedes dos- el tiempo de Dios, es perfecto.
Y para Él no hay nada
imposible… - Convino el buen hombre.
- ¡Parió Sara a los
noventa años! ¿Y no lo podré hacer yo…? – Les preguntó en son de broma, a lo
cual el oficiante dio media vuelta y fijando su mirada en ella, le dijo…
- ¡Para Dios, no hay
imposible! Y si usted con fe, le pide a Él, pues Él se lo dará.
Y ya ve el caso de la
buena Sara. Ella por causas que no vienen al caso, siempre le pedía a Dios que
le concediese un hijo.
Pero nunca se lo había
concedido.
¡Hasta que vino, por
flojera!
Y mandó a una de sus
criadas y le indicó que “le calentara la cama” a su marido…
¡Y allí nació Ismael!
De allí vienen “los ismaelitas” los que años después se
transformaron en los musulmanes.
Y de allí vino, todo
ese desbarajustes que hoy “en día” todos vemos. ¿Por qué? Por el pecado de la
flojera. Sara creía y no creía.
¡Ah pero al ver que su
esclava le dio un hijo varón…!
¡Se puso las pilas!
- En un vacío que él asumió, aproveché
para agregarle yo…
- Yo en lo personal,
he leído El Corán y siempre le expuse a varios musulmanes -que nos unían cierta amistad- extrañado
por esa forma de comportarse…
- ¿Y por qué siendo
“El Corán” un libro tan excelso, tan bello…Ustedes son tan violentos…?
¿Por qué tantas
guerras…Tantas matanzas…?
Porque no lo entiendo.
- El religioso me miró y continuó él…
- ¡Y nunca tendrán
paz! Nunca le perdonan que no fuese Ismael, el elegido.
Son un pueblo que no
conocen la paz, ni la tendrán.
- Y por lo visto,
estaremos sometidos, a tantas bombas. Ataques terroristas. Masacre de todo
tipo.
- Es horrendo, pero es
así. Por eso que a Dios, debemos estarle pidiendo siempre.
Él no necesita de
nosotros. Dios es Dios. - A todas estas
ya habíamos llegado a la casa, estacionó y aproveché para bajarme y proceder a
abrir, el portón, la reja protectora y la puerta de la casa.
Los invité a entrar y
a que tomaran asiento.
Y cuando ya los vi a
todos cómodos.
Procedí a despedirme
de ellos.
Todos me despidieron,
me retiré a bañarme y luego a ver televisión, mientras estaba en mi sillón
escuchaba el sonido de sus múltiples voces.
Estuvieron un rato
largo, mas o menos unos tres cuartos de hora.
Sentí cuando ella,
cerró su puerta, oí cuando los despidió, mientras seguía viendo una película.
Al rato me comentó…
- ¡Qué bah! Yo sigo
prefiriendo a mi iglesia -con todos los
defectos que pueda tener- pero yo en lo
personal, le pido mucho a mis vírgenes.
Y Ella me escucha.
Hago mis rosarios. Todo.
Y esa gente, no es que
no la quieren, pero no le dan su puesto, tan solo la ven como “la madre de
Jesús” y nosotros los católicos, la vemos como la que es: Una Virgen. En todo
el sentido de la palabra.
El Apóstol, se cansó
de convencerme para que me cambiara a su religión.
Me dijo: “Usted es una
Mujer de Dios” -y volviéndose a sus
acompañantes- les preguntó: ¿Verdad que
yo dije eso? A lo que ambas le afirmaron que así había sido.
“Usted es una mujer de
Dios”
¿Por qué se resiste a
convertirse en nuestra religión?
- Yo me le negué y él
me respondió…
- Es que usted no me
entiende.
- El que no me quiere
entender es usted.
Yo en cambio, sí que
lo entiendo.
Yo he sido bautizada.
Confirmada.
He hecho mi primera
comunión. ¡Todos los ritos de mi iglesia católica, los he realizado: Me falta
la extremaunción! -Y cuando eso lo
requiera, pues llamaré a mi sacerdote-
para que me haga ese rito.
- Usted no me quiere
entender. Mire es necesario que usted visite “Nuestra Iglesia” para que pueda
ser bendecida. Para que cumpla con todos los ritos de nuestra Iglesia. Para que
se casen, bajo nuestros ritos….Usted no me quiere entender…
- El que no quiere
entenderme es usted. Ya le dije, que todos los ritos los he realizado. No me
hace falta ir a la iglesia, para creer en Dios.
- Pero es necesario.
Usted tiene que contribuir con la iglesia, con el diezmo. ¿Sabe lo que es eso…?
- Mire Apóstol, si
usted viene a mi casa en busca de dinero…Déjeme informarle: ¡Qué ando tan
“limpia como el Alma de Cristo”! – El religioso insistió y en vista de que no
conseguía sacarla de allí le dijo…
- Dios es riqueza.
Mire le voy a contar algo.
Tuve que pagar: 4.000
bolívares, de una cuestión ajena a esta conversación.
Y yo le dije en
oración a Mi Buen Dios: ¡Dios ayúdame que me he quedado limpio!
Mire y usted no me lo
va a creer: Hoy en la iglesia, uno de los discípulos me metió un sobre en el
bolsillo y cuando lo abrí: ¡Había 1.000 bolívares!
Y luego otro me dio en
mis manos: 400 mas.
Y yo me dije: ¿Viste
que Dios escucha mis oraciones? - Yo
mismo me lo decía.
Me lo afirmaba.
Y eso a pesar de
que ¡confío mucho en Él!
¡Pero así de esa forma
obra El Señor! – Y metiéndose una mano en su pantalón le dio
un billete de cien a mi esposa -según
me relata ella-
y le agregó…
- Mire usted. Yo le
voy a dar este billete de cien.
Para usted -y no se me niegue a recibirlo- pero usted
“debe” darle el diezmo a la iglesia…o sea…10 bolívares que debe darle a
la Pastora acá presente -refiriéndose a
Nancy- ella me miró y esperó que le
diese lo convenido a ella. - Yo les hice
señas de que ya venía. Fui a mi cartera y saqué un billete todo ajado que
poseía -era todo mi capital-
y fui y se lo
entregué.- En el acto, él continuó diciéndome…
- ¡Así es que debe
ser!
Ha Dios hay que darle
“su diezmo” - Yo me le quedé mirando, sin saber qué agregarle, al poco tiempo y
en vista de que no había logrado su cometido, se despidieron.
- No sin antes de
lanzarnos una oración, tanto para esta casa, como para nosotros.
Acepté de buen agrado
su bendición.
Porque uno nunca sabe,
y una bendición es una bendición. - Y luego de una pausa se me quedó mirando y
me dijo…
- Tú… ¿Qué opinas de
todo eso…? - Yo la miré y carraspee y
tomando una mejor posición empecé a decirle…
- Siempre he creído,
que a Dios, no le hacemos falta nosotros.
Él es Único.
Él es Alfa y omega.
Principio y fin.
Odio y amor.
Noche y luna.
Todo lo visto, fue
Creado por Él.
Ni nosotros dos
juntos, ni todos los 7 u 8 mil millones de habitantes de este mundo, aunque nos
juntemos o nos sigamos dividiendo…No le hacemos falta alguna.
Porque Él es
Omnisciente. Es omnipoderoso.
Él lo es todo. No hay
Iglesia que lo pueda contener.
Ni todo lo Creado o
Increado por Él, lo puede contener. Es Único y Poderoso.
Dios es el Bien y en
el Mal, está.
¡Está en todas partes!
“Nada se mueve, sin la
bendición de Dios”
¡Él es un
misterio, para nosotros!
Él es todo y a la vez
es: ¡Nada!
¿No es que: “Escribe
derecho sobre líneas torcidas”?
Nosotros no le hacemos
falta alguna a Él.
Al contrario: ¡Somos
nosotros los que nos urge estar con Él!
A nosotros si nos
conviene: ¡estar con Él!
Nosotros somos los
pecadores.
Y si Él nos concedió
“el libre albedrío” poco le importa, si lo aceptamos o no.
Ya me gustaría estar
con Él.
¡Como a todos
nosotros!
Pero en su Santa
Sabiduría…
Nos soporta. Nos
tolera.
¿…Y tiene una “santa
paciencia”…?
Nos espera. Se
conduele de nosotros.
Y trata siempre de
sobrellevar “nuestra carga” porque a veces pienso, que somos “un punto muy
negro y oscuro” en Su Creación.
¡Qué Santo es el
Señor! ¡Qué Paciencia!
Porque si a mí, me
tocase…
¡Yo liquidaría a esta
raza llena de sangre y de porquerías!
-Pero en su Santa Sabiduría- se
compadece de esta raza. Sus hijos. Sus creaciones.
…Y mira como nos hemos
portado nosotros…
Y al decir “de
nosotros” no solamente me estoy refiriendo a los dos…Sino de miles y centenares
de miles de millones que por miles de años, hemos sido barbaros, salvajes,
déspotas…
¡Dios qué paciencia la
tuya! - Y luego volviendo a ella, le afirmé…
- Y eso se lo escuché
a ese Apóstol o Profeta, cuando afirmó que: ¡Dios no le hace falta nuestras
oraciones, ni siquiera nosotros mismos!
- ¡Cierto! ¡Eso mismo
escuché decirle! …Pero… ¿Y por qué me
alegó después que era necesario acudir a “su iglesia”? - Abriendo mis brazos le agregué…
- Porque… “La mona por
mas que la vistan de seda…” Así es el género humano. Así somos, cada uno
“arrimamos a nuestra brasa…” - Después
que le dije eso, me quedé pensando…
(En verdad que somos
una raza extraña.
Sabemos que Dios es
Único.
Pero siempre hacemos
nos que nos da la gana.
Y en Nombre del
Altísimo…Acudimos a la guerra a matarnos.
Hasta los ladrones y
asesinos…Le piden a sus “entidades” que les intercedan ante Dios…Para que les vaya
bien… ¡En su trabajo! -Que no es otro
que robar y matar- ¡Pero al hacerlo con
“la venia de Dios” como que logran su absolución!
…Así somos…Esta raza:
“Humana”)
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2015
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