Bernardo Enrique López Baltodano
“Corto en relatos”
“En
medio de esta incertidumbre”
Me muevo entre esta inercia y esa
incapacidad para producir el aliento requerido como para impulsar mi mundo.
Y es que me da coraje ¡y mucho!
El contemplar que lo me
bordea son océanos de tanta indiferencia…De desidia. De esa dejadez que me
muele hasta mis propios tuétanos.
Esa soledad tan aberrante
que rompe mis tímpanos, porque me suena
todo.
¡Es una imperfecta
cacofonía!
Un caos en medio de una
insuficiencia.
Una cascada de horrendos
gestos que simulan sonido.
No le encuentro ninguna
armonía.
No hay arpegios que
engalanen mi alma.
Es esa sensación que me
hace añicos.
Es una pesadumbre, un
desaliento que desinfla mi propio espíritu.
Es “ese algo” que en
verdad lo siento, que me carcome hasta mi aliento. Que vago por mundos de
desconsuelos. De impiedad.
Es mi propio caos. Es una
anarquía que envenena mis enredos dentro de una vorágine que despedaza todo
cuanto encuentre.
La aceptación que no
deseo.
Es vivir en un estadio, en
el cual me parece vacío. Fatuo. Advenedizo.
Narciso en su simiente.
Pero sin podio definido.
Inocuo. Es una especie de
destierro, pero con mis mismas carnes, con esos huesos que ya no están prestos
para seguir soportando el peso de mis años. Con esos nervios que se me están
manteniendo muy nerviosos.
Próximo al paroxismo.
A ese encono, a ese
frenesí.
Hasta el paroxismo me
irrita. Me desquicia.
Me oscurece y me esclarece
mis incertidumbres, mis zozobras. Mis aflicciones me causan muchas congojas, ya
las lágrimas están demasiado prestas a brotar, mi voz se me quiebra y rompo a
llorar. Porque últimamente he adquirido hasta eso. Mi fragilidad está muy
presente.
Me siento ahora mas hombre
que nunca, con la particularidad que mis padecimientos son mas profundos y
propios a surgir, en medio de mis desesperanzas, mis desconsuelos y de mis
tribulaciones. En efecto, soy muy proclive a lo que antes nunca fui. Pues era
un ser muy duro de sentir lo que hoy estoy padeciendo.
De vivir en estas lides.
Posiblemente el arcano
invisible insondable, subrepticio, reservado
y silencioso esté marcando lo que
no sé distinguir ni siquiera usando gafas… ¡Con una fuerte determinación!
En diversas
ocasiones…Rompe mis moldes.
Desbarata todo lo que creo
que es bueno para mí.
Su determinación no tiene
fin, ni eco tampoco.
Me hace tragar, lo que
nunca he deseado.
Es una fuerza que no sé si
viene de un lado o de otro. Si viene de arriba o de abajo. Pero que me hace
desistir de lo que mas anhelo.
Así funciona. No encuentro
explicación alguna.
Pero que de una u otra
forma, hace torcer mis decisiones. Hace mella mis querencias, con látigos no
visibles, pero que sus efectos siento.
Porque es duro el hacerlo.
Me conduce con una
magistral puntería, ¡nunca pensé estar donde me encuentro!
Mi soledad es mayúscula,
aunque me la hace sentir minúscula, insignificante, efímera…
No encuentro asidero
lógico, tan solo el que lo obedezca o no, no tiene sentido…Porque tarde o
temprano…Allí nuevamente me conduce.
Es como una ruleta. No
tengo poder para decidir.
Poco importa si me niego o
rechazo.
Mi transitar al parecer…Ya
no es mío.
Como mío tampoco es esta
vida.
Que cuando me toque
partir… ¡Nada mundano se vendrá conmigo!
Ni lo mucho, tampoco lo
menos.
Ni este cuerpo. ¡Ni
siquiera de estas vísceras!
No soy dueño ni de mis
pulsaciones, ni el latir de este corazón…Que tampoco me pertenece.
Y si ni siquiera soy
dueño, ni poseo estos pensamientos…Entonces…No sé qué hago aquí.
Vivir flotando entre la
indecisión a la irresolución, a mis constantes titubeos a esa cantidad inmensa
de perplejidad, de lo recóndito hasta lo hermético, de lo sibilino a lo
impenetrable.
Ser nada y a la vez
todo…No está en mí, como tampoco me pertenece. Es el ser, de no ser.
© Bernardo Enrique López Baltodano 2016
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