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“Corto en relatos”
“¡Ayúdenos!”
Hay situaciones en las cuales
no hayas qué hacer.
Son delicadas y hasta comprometedoras.
…Pero aun así, no puedes ser indiferente.
- Estoy muy triste. Me
dan ganas de llorar y de acostarme a dormir y no despertar… ¡Por mucho tiempo!
– Quien así me hablaba era una niña de muy pocos años.
Miraba hacia lugares
imprecisos.
Su respiración era muy
espasmódica. Temblaba.
Sus quijadas bailaban en
un frenesí incontrolada. Aunque permanecía quieta en un mismo lugar.
Su tristeza enternecía mi
corazón.
Temí ver el torrente de
su sufrimiento sin fin.
Me sentí incómodo. Es
algo incontrolable, no puedo hacer nada. Me angustia verla así.
Mas o menos presentía del
porqué de ese estado tan complejo en una personita de tan escasos de añitos.
Sus padres -muy queridos por mí- estaban pasando esa etapa tan difícil que
al paso de los años se ven sometidos todos los matrimonios (O por lo menos… ¡Unos cuantos!) Pero el ver ese estrés tan acentuado en esa
criatura…
- Mi papi me quiere
mucho. – Me dijo de repente rompiendo ese silencio tan espeso.
- ¡Claro que sí! Y nunca
lo pongas en duda. – Le dije al instante, pero me contuve ya que una lágrima
abundante le brotó de su ojo derecho y al instante le apareció otra en el
izquierdo, pestañeó con rapidez -presumo
que no quería que la viese llorando- se
llevó ambas manos a sus ojitos y se limpió al instante.
- ¡No voy a llorar! Ni mami ni mi papi, quieren que yo llore. – Se
apresuró a aclararme.
No me moví. Con una
profunda pena, la acompañé en su sufrimiento. Y pensé: “¿Cómo un padre y una madre
actúan de la forma que lo hacen…? ¿No se dan cuenta del profundo dolor que le
causamos a esas criaturas, nosotros los padres, por nuestras erráticas
costumbres…? …Pero ellos dos están en
ese “proceso” en el que ya o el amor se les ha acabado o…Los celos que aparecen
como los rayos y truenos en una tempestad.
No sé el meollo a
profundidad. Pero sé que están mal. Muy mal. Esos nubarrones amenazan con la
unidad familiar. Y su separación…Al parecer está próxima. ¡Demasiado!
- ¡Ya está! ¡Ya dejé de
llorar! – Aclaró súbitamente. Mientras comenzaba a brincar y a bailar como para
espantar esas nubes tan nefastas.
Me contenté con verla. En
su inmediata alegría.
Quizás pensaba exorcizar
esos demonios que le ennegrecían su panorama.
…Pero ahora he quedado
yo…Con este dolor tan profundo y esa
oscuridad tan espantosa, muy escabrosa.
¡Qué lástima! Los quiero
y aprecio a los dos.
Esa unión es muy bella. Y
el saber esto…
La vida nos lleva a
situaciones en las que -en lo
personal- no quisiera estar cerca.
¡¿Por qué sucede lo que
nos separa…?!
¡¿Quién se beneficia con
esto…?!
¡Es mucho este
desgarramiento que me apesadumbra!
© Bernardo Enrique López Baltodano 2016
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