“Háblame con la sinceridad
siempre…”
II parte.
Y continuó escuchando, mientras su atención estaba
concentrado en la información…Su mente comenzaba a imaginarse diversos
escenarios y que debía estar presto para hacerles frente, de repente la voz a
través del auricular lo hizo regresar y se decidió a escuchar…
- Y
cuando me dijiste el nombre que lo metí en la computadora, acá aparece ella.
Está
en cochupancia, es mas se teme que ya forme parte de esa banda de forajidos.
Mis
contactos me pusieron alerta…
-
¿Alerta de qué…?
-
Al parecer hay una orden para liquidar a tu sobrino. Un encargo. Un contrato.
-
¿Cómo es la vaina?
-
Como te lo dije: Hay un contrato. Y es firme.
Déjame
indagar mejor. Mañana te avisaré mejor, por lo pronto: Pide protección para ese
joven, porque según la información que tengo…
Ya
la orden fue emitida.
Y
ya el asesino partió en su búsqueda. – Una sombra oscura se le subió de
repente.
Miró
profundamente al muchacho en cuestión, se recordó cuando apenas era un niño y
él lo cargaba entre sus brazos, luego en sus recuerdos observó a la madre con angustia, su hermana
quién instintivamente comprendió que la
cosa iba de mal a peor, se persignó y bajó su mirada. Las lágrimas se le
negaban a salir, pero era muy evidente su estado anímico.
Sacó
su pañuelo y se secó su frente, estaba sudando copiosamente.
Y
comprobó que la cuestión era de mucho cuidado.
Y
en el acto levantó su celular sus manos le temblaban y marcó al número de su
hermana y cuando ella le respondió, le indicó que se regresaran en el acto.
Los
tres ya estaban llegando a su casa y se volvieron.
En
cuestión de una hora hicieron acto de
presencia en el bufete de su tío.
La
secretaria los hizo pasar en el acto y cuando entraron a la oficina, lo
encontraron con dos teléfonos -uno en
cada oreja- y se le notaba que estaba
muy angustiado.
Les
hizo señas de que se sentaran y esto fue lo que escucharon…Primero habló con el
que estaba en la oreja izquierda…
-
Ya te di el nombre del asesino. Quiero que me lo radies por toda la república.
Lo quiero tieso.
Si
una bala de alto calibre en esa cabezota.
No.
No quiero negociar. Lo quiero tieso. ¿Ok?
Que
no llegue hasta acá. ¿Ok? Que lo quemen. ¿Ok?
Recuerda
que es mi sobrino. No quiero errores.
Me
avisas… ¿Ok?
Mira
que estoy pendiente. – Y diciendo esto,
cortó
la comunicación y comenzó a dialogar con el que tenía en su oreja derecha.
Los
presentes se encontraban angustiados, pero no se atrevieron a interrumpirlo. Se
limitaron a sentarse y a ser testigos mudos de una parte de la charla…Lo que le
decían, tan solo se lo imaginaban y lo comprobaban con las expresiones de
dureza de su familiar.
-
¿Oíste lo que le dije al comisario general? Ok.
Quiero
protección las 24 horas a partir de ya. Si.
Si
él está aquí en mi oficina. Ok.
Mándame
a la gente que lo va a escoltar desde ahora mismo. ¡Aquí los espero! – Y
diciendo esto, les pidió un tiempo mas y volvió a tomar el teléfono y marcó
nerviosamente.
Aguardaron
unos minutos y luego se le escuchó diciendo esto…
-
Procede a recabar toda la información que requiero. No te preocupes. No te
preocupes, no.
No
quiero negociar con esa banda.
Mi
posición es clara.
¡Saquen
a mi sobrino de ese contrato!
No.
Con una bala en el cráneo le voy a pagar ese encargo. Tú, no te preocupes.
Ya
tengo preparado todo.
Ya
le viene la escolta a mi sobrino y a partir de este instante…Él se va a
“enconchar”
¡Claro
hasta que tú me prometas que ya no hay efecto negativo en contra de mi chamo!
¿Ok? ¡Muévete pues!
Llámame
mañana, ¡porque si no te llamo yo!
Mira
que esto es muy grave. – Los padres de
Enrique y él mismo se miraban asustados- Entendieron lo que oyeron.
Pero
un manto de inseguridad los embargaba. Guardaron silencio.
El
abogado, se levantó y caminó a la puerta, la abrió y le indicó a su secretaria…
-
Están por venir unos hombres armados.
Me
llamas en cuanto lleguen.
Que
se sienten y me les das cafecito y que me esperen, que ya los voy a atender.
¿Ok?
-
José… ¿Es grave la cuestión…? – Le preguntó el padre del joven -su cuñado- y él le hizo señas con la mano y con su
cabeza de que si y les dijo…
-
Hijo…La madre de tu hija, está encompinchada con un matón, jefe de una banda
muy poderosa en esa región.
Y
te mandaron a matar.
-
¿A mi…Por qué…?
-
Por andarlo “metiendo” en todas partes. – Le respondió de repente su tío y
volviéndose al grupo les dijo con mas calma…
-
En estas cosas, no hay una explicación lógica.
Tú
la amenazaste con quitarle a su bebecita y ella, se alió con un antisocial en
tu contra.
Ella
te quiere muerto ¡y ya! Y su marido -el jefe de la banda- la complace. Es todo.
El
caso es que un asesino -el cual, aún no
hemos identificado, tan solo sabemos que lo apodan “tiro fijo”- tomó el contrato. Y no quiere soltarlo.
Y
el jefe -aun cuando lo he persuadido de
que lo haga- (Porque yo mismo hablé vía telefónica con ese desgraciado) y me reveló que ya emitió la orden y que el
tipo exige que le paguen completo, porque si no te viene a liquidar…
-
…Pero esto es inaudito. No lo puedo creer.
¿Por
qué me quiere muerto?
- ¡Eso
pasa por estar haciendo promesas que no cumpliste y por amenazarla después con
quitarle a su cría!
Una
mujer que se considera burlada, es capaz de todo…Ella considera que tú te
burlaste de ella, hiciste lo que te dio tu gana ¿y después?
La
abandonaste y la amenazaste…
¿Qué
mas quieres tú?
-
Pero si soy el Padre de nuestra niña.
¿Va
a dejar a la niña sin su padre?
- Ya
tiene tu reemplazo. Tú ya no le
interesas.
Además
se siente ofendida.
Alega
que tú te aprovechaste de su inocencia.
Que
le ofreciste matrimonio…
-
Bueno si, pero… ¡No me voy a casar con ella!
Fueron
los vapores del licor que tomábamos y ¡ya!
Tú
sabes tío que cuando uno es hombre, hace ofrecimientos para lograr que las
carajitas te abran las piernas… ¡Eso es todo!
-
Y allí tienes la consecuencia. ¿La engañaste?
-
…Bueno si…Pero eso no amerita que me mande a ejecutar. ¡No lo puedo creer!
-
Pues créelo. Tú cabeza tiene precio.
Y
ahora, o lo matamos…O él te viene a matar a ti…
-
¡Esto parece una novela policiaca!
¡No
lo puedo creer!
-
¿Ah no me crees?
-
Es que esto es una locura.
-
¿Locura? Ya tienen la información de la casa de tu madre. La dirección exacta.
¿Quién
se la dio, ah?
-
Yo. – Lo reconoció bajando su cabeza.
-
Pues a casa de tu madre…Te van a buscar.
-
¿Quéééé? – Brincó el padre que hasta ese momento guardaba prudente silencio.
-
¿Qué hiciste hijo? – Lo increpó bastante molesto.
-
Nada. Nada.
-
¿Nada? ¿Y preñaste a una loca allá?
-
Bueno, no se veía loca.
- ¡Pero ahora estamos todos en peligro! – Y
volviendo a su cuñado le increpó…
-
¿Cuánto tiempo tenemos?
¿Cuándo
fue emitida la orden?
-
Tiene ya unos días.
-
¿Y dónde está el asesino?
-
Presumo que cerca. Se vino en avión.
Y
al parecer ya no hay tiempo de deshacer todo.
-
O sea… ¿Estamos en peligro todos nosotros…?
-
Así parece. Ya viene un grupo de choque de la policía regional, el comisario
jefe es amigo mío y me debe unos favores
y está dispuesto a ofrecerle protección, mientras lo persigan.
Él
piensa que si lo puede interceptar. Ya tiene todas sus señas. El tipo conoce
esta zona, y (ellos) lo conocen…Y eso es
un punto a nuestro favor.
Pero
este jovencito al llegar el grupo, debe desaparecer… ¡Todos ustedes!
-
¿Todos nosotros? Pero si nosotros no hemos hecho nada malo.
-
El asesino viene a matar. No viene a preguntar nada. Y va a ir directo a tu
casa, por lo que todos deben salir de allí.
Pronto
llegarán unos efectivos, que se van a apostar en la periferia…Por si se atreve
a aparecer.
Pero
ustedes, se me van a tener que meter en otro sitio, un hotel o en otra casa. –
Y dirigiéndose al atribulado joven le consultó- ¿Por casualidad le dijiste que tienes un tío
abogado…?
-
No…No creo. – Le respondió vacilante, por lo que el tío recomendó…
-
Es mejor que todos desaparezcamos de la escena.
Hasta
mi secretaria y yo, debemos evaporarnos.
No
sabemos qué información habrá dicho este. – Dijo dirigiéndose a su sobrino,
mientras comenzó a escuchar muchas voces en la sala de su bufete.
De
pronto sonó su teléfono, era su secretaria la cual le informaba que el grupo de
choque estaba allí.
-
Ok. – Le dijo mientras volviéndose a su familia les dijo- Todos debemos
desaparecer.
Nadie
debe aparecer, hasta que hayan agarrado a ese sujeto.
Incluyendo
mi secretaria y yo mismo.
Tendré
que enconcharme también.
Guarden
su celular siempre prendido.
¡Ah,
a propósito! Dame tu celular – Le conminó a su sobrino.
-
Seguro que por el GPS el asesino te puede ubicar.
Dámelo
que se lo voy a dar al comisario, para que le tienda la trampa al asesino –El
joven se lo dio sin protestar.
Pronto
todos tuvieron que partir a direcciones desconocidas. A esperar el desenlace
final.
Que
ojalá termine rápido y a buen término.
Ya
el joven no protestaba, en silencio obedeció todas las instrucciones que le
daban.
Sin
querer se metió en tremendo lío…Y arrastró a toda su familia.
Todos
corrían peligro, ya que una bala perdida no tiene ni nombre, ni apellido.
-
Todos nos esconderemos. No llamen a nadie.
No
reciban llamadas de personas que no conozcan.
Cuando
esto se haya acabado…Los llamaré a todos y será entonces que nos volveremos a
sentir libres de todo peligro. – Y mirando a su sobrino, le dijo en tono serio…
-
Espero que aprendas esta lección. Con una mujer…
¡Ni
con el pétalo de una rosa! ¿Ok? – Enrique bajó su cabeza y asintió en forma
resuelta.
-
Una mujer no es: Un objeto sexual, ni una muñeca a la cual tú le puedes hacer
cuanto te plazca.
Y
eso fue lo que le hiciste a esa pobre muchacha…Y aquí tienes el fruto de lo que
tú mismo has creado.
Quiera
Dios, que todo salga bien; pero eso implica o lo matan a él primero o él te
mata a ti.
…Tienes
material para que medites…Razona y comprende: ¡Una mujer se respeta!
Para
tus apetencias sexuales: Tienes a las prostitutas, pero a las mujeres sanas: ¡Déjalas
quietas!
Y
ya váyanse, que detrás de ustedes nos vamos nosotros. Y ya saben: Cero
comunicación y menos con extraños. – Y diciendo esto les abrió la puerta y se
cercioró de que todos se fueran.
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2015
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