...Cosas que tiene uno que presenciar...















 “…Iba caminando y…”




- Bueno en verdad, no sabría cómo empezar esta mi experiencia, un tanto extraña…Pero me aconteció
- Creo que por donde debes empezar, es por el principio. – Le puntualizó María mientras observaba a su amigo Jaime un tanto nervioso.
Él se restregó su mano izquierda con nerviosismo sobre su propia boca, como para darse un poco mas de tiempo y a la vez para “arrancar” de una buena vez.
Ya María lo observaba con inquietud.
- Iba caminando hacia mi trabajo   -que como sabes es en el centro-   y debo agarrar una línea de buses que me deja mas o menos a unas cinco cuadras.
Pues bien, ¿hoy es viernes, cierto?
- En efecto. – Le afirmó ella muy resuelta, mientras buscaba una butaca para sentarse.
Él la siguió con su mirada y esperó hasta que estuviese cómoda y le indicara con gestos que ya estaba lista y esperando…
- Creo que fue el martes. Yo me bajé como de costumbre en la parada   -donde siempre debo hacerlo-    y comencé a caminar sin fijarme, mas que en los carros    -cuando me tocaba atravesar una calle-    y me coloqué mis audífonos    -para aislarme del mundo-   seguí sin prestarle atención alguna a nada, ni a nadie.
Me quedaba como una media hora para recorrer esas cinco cuadras,  ¡uff iba sobrado de tiempo!
Cuando de repente siento un tremendo golpe en mi espalda, yo me arquee del dolor.
(¿Quién carajo me golpeó…?) – Pensé mientras me retorcía del dolor.
Porque ese golpe además de traicionero, fue muy certero.
Y de inmediato oigo una voz   -que asumo de mí interior-    que me gritaba…
- ¡Corre! – Y yo aún con ese tremendo dolor que sentía…Procedí a correr, pero en dirección contraria a la de mi empresa.
¡Y corro y corro como un desaforado!
En eso escucho otra vez la misma voz…
- ¡Brinca esa cerca!
- Y yo la brinqué… - La amiga lo miraba sin entenderlo bien y en un intervalo, lo interrumpió…
- Pero ya va Jaime…Y no te detuviste a mirar ¿Quién te había golpeado…?  ¡Eso lo hubiese hecho yo!
- No. – Ella lo miró sin comprenderlo y le preguntó…
- ¿Corriste como un loco, solamente porque oíste “esa voz” que te instaba a hacerlo…?

- Si. – No lo podía creer. Lo miraba y lo miraba. Y le agregó…
- Pero eso no es lógico. Y me perdonas amigo.
Pero eso que hiciste…No tiene sentido.
Porque si fuese en mí caso…
¡Yo me detengo! Pido auxilio. Grito. ¡Algo hago!
- Bueno. Yo corrí.
- Pero sin averiguar…Y a propósito: ¿Quién? o ¿Qué era¿
- No lo sé. La voz me decía: ¡A la derecha! Y yo le obedecía.  
- ¿Así sin mas nada? ¿Y qué mas te decía “esa voz”?
- Lo que debía hacer, y lo hice. Pero de repente, en mi desaforada carrera…Otra voz se apareció y me ordenó: ¡Detente! – Asombrada le volvió a preguntar…
- ¿Y le hiciste caso…?
- Si. Menos mal.
- ¿Por qué?
- Iba directo a chocar contra un autobús, que iba a toda carrera.
¡Me hubiese matado y ni cuenta se hubiese dado!
- O sea que fueron: ¡dos voces!
- ¡Exacto! Y si supieras que cuando le hago caso, me va bien. Aunque a decir verdad, a veces me engañan…
No sé si me comprendes… - María lo miraba sin poder comprender la profundidad de sus creencias.
Pero creyó prudente no emitir opinión, en su lugar seguir indagando…
- ¿Y esas voces te hablan mucho?
- Oh si. – Le respondió mientras de repente le hizo señas con sus manos, mientras parecía estar “conectándose” con alguien a quién ella no veía. Con ojos desorbitados la miraba y remiraba, mientras veía a sus lados y de repente le dijo…
-  Por ejemplo, me están hablando ahora mismo… - Ella le notó un extraño brillo en su forma de mirarla, y ella se fue deslizando de su banqueta de una forma muy lenta…
- ¿Y qué te dicen…?
- Que no te hable mas.
- ¿Y por qué?
- No lo sé. Pero me están ordenando que me vaya: ¡Ya mismo! – Y sin mediar palabra alguna, dio media vuelta y se desplazó a gran velocidad.
María lo observó con extrañeza…Pero con mucho alivio…
- Es en este mundo en donde se ven cosas y personas extrañas… - Respiró profundo mientras miraba la forma tan atropellada que se fugaba de su presencia, de repente él miró para atrás y se comprobó que ella lo seguía con su mirada perpleja y él le gritó…
- ¿Viste? La voz me dijo que me volteara porque ¡tú me estás mirando! ¡Confirmado! – Y diciéndole esto apuró su carrera, pronto lo vio como atravesaba la carretera…Parecía un orate.
- …En este mundo hay de todo… - Se dijo así misma mientras respiraba con alivio una y otra vez. – Las cosas que tengo que ver… - Se decía una y otra vez, mientras trataba de borrar de su mente toda esta escena.











                                                       
© Bernardo Enrique López Baltodano 2015





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