“El tío perro”
Siendo aún un
joven conocí a Carlos, y este era mayor que yo, quizás dos o tres años, pero es
que cuando uno es joven ve, una diferencia abismal.
Me explico,
Carlos tenía unos gustos muy diferentes a los míos -era mayor-
y le interesaban mas los asuntos de la cacería, los carros y otras
cosas, que poco me llamaban la atención.
Me hablaba
siempre de la cacería -y a mí…Poco me interesa eso, en verdad- y de
tanto hablarme en cierta ocasión me dijo…
- Es que yo voy
en cacería con “el tío perro” - Y a mí
en lo personal me causó mucha extrañeza, y pensé casi al instante:
¿Cómo puede decir
que su tío es un perro?
¿Será que el
perro es su tío? O
¿Cómo se bate
esto…?
En lo personal,
nunca le diría a mi tío: Perro.
…Será para que me
arranque la cabeza de un bofetón…
En fin, no pude
soportar y le dije…
- “¿Tío perro?”
¿No te da miedo llamarlo así? – Él me miró extrañado y no dijo nada, fue
entonces cuando le dije…
- Si yo le digo a
mi tío: “Tío perro” …Es capaz que me desherede…O me caiga a bofetones. – Le
dije muy convencido en lo que le decía.
Carlos me siguió
mirando y sonriendo me respondió…
- ¡Tienes mucha
razón! Tío perro, es un gran amigo de mi papa. Sus amigos lo llaman: Perro.
Pero
nosotros -digo mis hermanos y yo mismo- lo llamamos: “Tío” porque es muy cercano a
nosotros.
Y de tanto
llamarlo así…Pues se quedó como: “El tío perro” ¿Ya me entendiste?
- ¡Ah ya entendí!
O sea que no es tu tío, realmente.
- ¡Exacto! Pero
él es trampero. – Y me lo dijo como la cosa mas natural posible -posible para él- pero a
mí me llenó de mas confusión, ya que por “mimetismo” lo confundí con la
expresión: Tramposo.
Y comencé a
imaginarme que sería un ejemplar del cual uno debía cuidarse.
Creo que Carlos
comprendió por la expresión de mi cara, y me añadió…
- Trampero: O sea
que hace trampas.
Pero no de las
que tú te estás imaginando…
Es un cazador que
se vale de: “trampas” para cazar animales. Son unos instrumentos que él mismo
se fabrica para atrapar a sus presas. ¿Me entendiste?
- Es que no
conozco ese tipo de jerga. – Le respondí tratando de comprender lo que me
quería decir.
- Tío perro, es
un hábil cazador, trampero es una de sus especialidades, pero además es un:
coleador. – Y diciéndome esto se sonrió
y me dijo…
- Es un deporte
que él práctica con los toros, en el cual él lo somete con sus propias manos.
- ¿De verdad? –
No salía de mi asombro.
Puesto que
deseaba imaginarme cómo se podía controlar a una bestia tan descomunal -como esa-
Solamente con las
manos.
- ¿Un deporte…? Esa es una locura.
- Pero lo
consideran como tal. Y por eso es que al pobre tío perro, lo vemos después en
muletas.
¡Pero esa es su
pasión!
- ¿Pasión…? Hay que ver que muchos como confunden: Hacer deportes, por hacer locuras.
¿Yo enfrentarme a
un toro…Solamente con mis manos…?
- Y lo agarra por
los cachos…Y lo controla.
Por lo visto
nunca has visto este deporte…
- No nunca. En verdad:
¡que no!
He visto el
toreo. Nunca lo he presenciado en vivo, pero lo he visto en películas o en la
televisión.
¿Pero yo ir a ver
esa masacre…?
¡Nunca! Me gusta
la elegancia de los pases, el arte y la elegancia del torero…Pero hasta ahí.
- ¡Por eso es que
prefiero el coleo! Allí no se maltrata al animal. Y la pelea es justa.
- ¿La pelea es:
¡Justa!? No creo que lo sea.
Y me perdonas que
te lo diga…
Me parece una
locura mas. - Él me miró, se sonrió, pero no me ripostó.
No sé qué
pensamiento le habrá pasado por su mente, pero por la forma como me miró y se
sonrió, pienso que seguramente yo era muy inocente.
Y hasta cierto
punto, creo que fue así, puesto que le noté un dejo de compasión…
Quizás llegó a pensar que mi vida era un tanto monótona
y que no contaba con esa vida tan agitada a la cual, creo, él asumía.
…Bueno -“cada loco con su tema”- me dije y dejé de prestarle importancia a lo
ya hablado.
© Bernardo
Enrique López Baltodano 2015
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