“…Y
hablando y hablando…”
- ¿Tú te recuerdas cuando
estábamos en ese centro comercial que queda en el centro…Te recuerdas…? – Le
preguntó José, mientras degustaba su rica taza de café.
El sitio en donde
estaban, estaba muy concurrido en ese momento.
Gente pasaba de un lado a
otro.
- ¿La semana pasada? – Le
respondió Víctor mientras evocaba en su mente, aquellos hechos recientes.
- Si te acuerdas que
estábamos los dos hablando y hablando con Alexis? – Aprovechó para tomarse un
traguito de su bebida caliente.
- …Fue cuando estábamos
sentados y de repente pasó una muchacha joven… - Evocó Víctor mientras en su
mente se recreaba de aquella escena.
- Bonita, la condenada. –
José hizo modelaje con sus manos la fina silueta de aquella beldad.
- Cierto. Nos referíamos
a cuestiones laborales…Ya me recuerdo.
- Y pasó esa chica. Muy
bonita y elegante.
De fino porte. Pero me
llamó mas mi atención cuando de repente, hizo unos ademanes muy violentos. Como
si estuviera espantando moscas. Pero con mucha intensidad. ¿Lo recuerdas?
- Claro que si. – Le
respondió Víctor mientras
Levantaba y bajaba su
brazo izquierdo, como queriendo imprimirle mas potencia a sus evocaciones.
– Al principio fue el
mismo Alexis, me recuerdo que estaba muy
preocupado porque temía que lo fueran a botar de su empleo.
Y él, en un momento equis…Le llamó la atención.
¡Y se le quedó mirando!
Ahí fue cuando nos
conectamos con todo lo que le pasaba.
- Víctor, no te puedo
negar que era preciosa y estaba con sus medidas perfectas: 90 – 60 – 90, pero
de repente…Comenzó a lanzar manotazos. Caminaba y daba muestras de que la
estaban molestando. Como si un enjambre de abejas asesinas la estaban acosando…
Y yo miraba y no veía a
nadie.
- Pero para mi…Algo o “alguien”
la estaba “tocando” puesto que ella,
lanzaba manotazos tanto de un lado como de otro. ¡De repente era mas de uno! –
Aseguró sombríamente Víctor mientras en su rostro se ensombrecía.
- Lo cierto Vic es que de
repente… ¡Le levantaron su falda! ¡La
falda toda!
¡Qué vergüenza, qué
humillación!
…Y no era el viento…Ni nadie
que nosotros viésemos.
- Además su falda era
ceñida a sus piernas…- Sentenció Miguel. - ¡Y la vimos desnuda!
Qué hermosas piernas
tenía.
Y después nosotros fuimos
testigos de cómo se estrelló o la estrellaron contra la cerca.
…Y no una vez… ¡Varias
veces!
Y sin razón aparente.
¡No había nadie mas cerca
de ella!
Miguel guardó silencio,
se le notaba que la emoción de esos recuerdos lo alteraba.
Movía sus manos con suma
velocidad y sin sentido alguno.
Se encontraba confuso y
nervioso.
Se peinaba, cambiaba de
posición.
- ¡Pobrecita! Y ya para
ese entonces, la pobre tenía cara de espanto.
Y la trataban como si
fuese la propia “muñequita de trapo” porque la zarandeaban y le daban duro. –
Víctor aprovechó y se tomó lo que le restaba de su cafecito puesto que ya se le
estaba empezando a enfriar.
Su mano izquierda -la que portaba la taza- se le vio que temblaba.
Y al verse descubierto,
su mano derecha
Corrió en su auxilio. -
¿Te fijaste? – Le preguntó muy extrañado.
- Si. Y por cierto…Fue en
este mismo sitio, y allá se encontraba la jovencita. Bonita ella.
- Nosotros corrimos en su
auxilio -cómo si “pudiésemos” haber
ayudado en algo (reflexionó en voz alta
Víctor)- ¡pero qué va! Cuando ya nos encontrábamos a unos veinte
metros…
¡Se nos quedó mirando con
esa mirada que me partió el alma!
Y es que yo la interpreté
como:
“! Ayúdenme chicos,
auxilio!”
Pero: ¿Qué podíamos hacer
tres cristianos, contra algo que ni siquiera veíamos…?
- Pero Vic, en honor a la
verdad, recuerda que unos metros antes de acercarnos a ella…
¡Un viento feroz nos
atacó!
…Fue inaudito, algo nunca
visto, por lo menos por mí…
Y nos impedía acercarnos
a ella.
De hecho, nunca nos
pudimos acercar a menos de…Unos veinte metros de ella. Recuerda…
Vic se quedó pensativo y
al pasar unos instantes movió su cabeza en señal de que ya se recordaba.
Bajó su mirada y luego su
cabeza y musitó…
- Migue…Fue muy trágico.
Nunca me lo esperaba.
Y me recuerdo de esa
mirada angustiante que ella nos lanzó a los tres…
Mucha desolación.
Y déjame decirte, que en
lo personal…
Sentí terror.
¡Y no me da pena
reconocértelo!
Pero sentí que algo muy
horrendo se la estaba llevando…
- ¡Y se la llevó! Parecía
que la cargaba…Como una hoja la mecía en las alturas.
Yo no la vi
corriendo -aunque muchos me digan lo
contrario (afirmaba una y otra vez Migue)- pero el caso es que la estrellaron contra
ese camión, que para colmo iba arrancando y le pasó por encima.
¡Qué fuerte sonó eso! Me
pareció que fue como si estrellaran una gallina contra la pared. Espantoso.
Quedé petrificado.
¡La mató al instante!
Al instante chorros de
sangre por doquier.
- ¡Qué pesar! Y le
complicó la existencia a ese pobre chofer, que ni culpa alguna tendría.
Hoy debe estar preso.
Pobrecito ese hombre.
Y estas son cosas que pasan,
y nunca me las podré explicar.
¿Quién podrá explicar esa
muerte tan horrenda y estúpida?
¿Y qué “karma” tendría
esa mujer encima, que la obligaron a eso…?
- En esta vida suceden
muchas cosas, que no tienen ningún tipo de explicación lógica posible.
Y lo único que nos queda,
es darle ¡gracias Dios mío!
Que a mi, o mejor dicho
que a nosotros no nos ocurra. – Ambos
amigos se quedaron mirando el sitio en donde aconteció esa historia.
Se persignaron en señal
de respeto y de temor profundo.
Pero ya no se aventuraron
a decir nada mas.
El silencio fue su mejor
aliado.
Movían sus cabezas de un
lado a otro, no podían darle crédito a lo ocurrido.
…Pero eso pasó…Y ellos
fueron testigos de excepción.
Esas imágenes les
quedaron infaustamente grabadas en sus memorias…Y con seguridad jamás se les
olvidaría.
…Cosas de esta vida.
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