...Un nuevo manuscrito: "...Me lo temía..." Cuando en esas noches...Algo pasa...







“…Me lo temía…”




- Sucedió de la forma como te lo voy a contar. Ni mas, ni menos.
Aunque es posible que algo se me quede en mí “pensera”  y esto sea posible porque ya han transcurrido muchos años. ¡Cómo también puede ser posible que en algo exagere! (También puede ser…)
Pero si esto se logra percibir…Ya sabrás que mucho de lo que te voy a narrar…
Puede ser “copia fiel y exacta de lo que aconteció” Je, je, je, je.
- Pero cuéntame abuelo, ¡que ya me tienes en ascuas! – La nieta miraba a su añejado pariente, el cual portaba unas gafas de esas que llaman “culo de botella” y ya con sus movimientos cada vez mas torpes y lentos. Lo contempló largamente, ya que según ella: “ya se había sumido en sus muchos recuerdos”
El anciano en cambio había cerrado sus ojos, para darse un tiempito como para “acomodar” muy bien la sucesión exacta de lo que le iba a narrar. Entre abrió levemente sus ojos y a través de esos cristales bien gruesos pudo verla…Y la encontró muy impaciente…Pensó para sí mismo: “¡Ah la juventud! Siempre intrépida, aunque no la puedo juzgar, puesto que en mi época yo fui así. ¡Quizás peor que ella!”
- …Abuelito… - Le escuchó ese susurro y abrió sus alejados ojos…
- Ya comienzo. Tranquila.
- ¡Es que tardas mucho!
- Bueno, está bien. Ya voy a arrancar. Lo que pasa es que tengo que ordenar muy bien mis pensamientos. Ya sabes, eso que te voy a narrar ocurrió hace largos años y…
- Ya me dijiste eso… ¿Pero cuándo vas a arrancar? Recuerda que dentro de tres horas debo ir a clase.
- No me tardaré tanto.
- Ok. Ok. Dale pues.
- Comienzo entonces. Y pon mucha atención a lo que te voy a contar:
En ese entonces yo me había mudado a esa casa, con mi hijo   -tu padre-  quién en ese entonces era apenas un: Chavalo.
Y él había decidido acompañarme, que quién como tú misma sabes, aún no había concluido su etapa de estudiante y requería una pasantía.
- Aja, ya eso lo sabía…Sigue.
- Nos mudamos a una casa, la cual tenía dos cuartos. Y un garaje, allí guardaba entonces mi carro.
Los cuartos eran pequeños. Claro el principal era un poco mas grande, pero el otro… ¡era muy chico!
La cocina daba con la puerta que daba al patio. Era mas bien una especie de pasillo y a su lado derecho     - saliendo al patio-  tenía el sitio en donde estaba la cocina, la nevera y el lavaplatos, pero todo pequeño. Imagínate que la extensión interna de la construcción no llegaba a setenta metros cuadrados. Y allí se contemplaban los dos cuartos, el bañito, la salita que servía de comedor y esa cocinita…Todo reducido. Creo que los que fabricaron esa urbanización como que creían que la familia en ningún momento ¡tendría hijos!
El caso era que la propiedad total no tendría los cien metros cuadrados. ¡A lo sumo!
Y en ese entonces mi carro era muy pequeño. Y en verdad, allí podían vivir  ¡mas o menos bien! Dos personas ¡cuando mucho!.
Bueno, ¡necesito detallarte bien todo el entorno! ¿Por qué si no…Cómo vas a entenderme bien?
- ¿Pero…Qué importancia puede tener “todo eso” tan detalladito, ah?
- Para que me puedas entender.
Mira en ese espacio, quedaba un columna  -me refiero a la salida por la cocina-  allí había una columna, grande que dividía el área del comedor con el de la cocina.
Y había un hueco entre esa salida y el paso hacía las dos habitaciones, de mas o menos un metro y setenta centímetros… ¡Creo yo! Porque si entrabas por la puerta de entrada  -como es lógico-  a tu derecha, había el pasillo que daba a las dos habitaciones y al pequeño baño que tenía la casa. Al frente la sala y al extremo, o sea a casi dos metros…a tu derecha había el sector de la cocina y la salida al patio.
¿…Me estás siguiendo…?
- ¿Me quieres decir que la sala no tendría dos metros…?
- ¡Exacto!
- Entonces era una “cajita de fosforo” ¿Cierto?
- Así es.  Bueno continúo. ¡En ese espacio entre las dos columnas! Coloqué mi escritorio. Y allí era que yo trabajaba cuando llegaba a la casa.
- ¿Dando la espalda al área de la cocina…?
- ¡Correcto! Y así podía visualizar a cualquiera que quisiera entrar a la residencia.
Y una noche cualquiera  -ah se me olvidaba decirte: Que esa noche la familia de al lado, estaban trabajando haciendo unas hallacas-  y yo me encontraba trabajando en mi escritorio.
- ¿Pero ellos te pidieron permiso, para hacer eso…?
- En realidad, esa casa era de ellos  y me habían alquilado la casa…Ellos se reservaron el patio para “sus cosas”…Ya estábamos de acuerdo en eso. Y para esa época en cuestión laboraban allí…No todo el tiempo, pero si con cierta regularidad.
- Ok. Ok.
- Pero esa noche fue… ¡Macabra!
- ¡Ay abuelito!  …Pero sigue…Sigue…
- Yo me encontraba haciendo mi trabajo de oficina, mis informes, llenando contratos, etc.
Y de vez en cuando los escuchaba…Mas que todo cuando gritaban o se hablaban alto.
Esa noche estaban bebiendo licor.
¡Y estaban muy efusivos!
¡…Pero! De repente escuché una voz…Desconocida por mí… ¡Voz potente!
- ¿Y qué dijo…?
- Aunque fue fuerte, era muy ronca…Gutural. ¡Pero estaba muy furioso! Los demás callaron…Pude sentir el temor subyacente…Algo me indicó en ese momento…Que ya no era igual todo…
- ¿O sea que fue de un hombre…?
- ¡Eso creí! Y ahora vas a ver. La puerta del patio estaba abierta, por lo que pude escuchar. ¡Pero de repente…!  Se hizo un silencio… ¡Y ese silencio que te parece “Sepulcral”!
A lo lejos escuché un silbido…Pero muy fuerte…Estridente diría yo…
Dejé de hacer mi trabajo y comencé a ponerle atención…Pasaron varios instantes   -los cuales no llegaron ni siquiera ni a un segundo-  y ¡todo seguía igual…Nada!
…El viento se detuvo…
…El sonido de los grillos…Cesaron….
…Y me dije en ese momento: “¡Esto no es normal!”  Algo muy malo está por ocurrir…





…Mañana….Seguirá...

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